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México D.F. Jueves 4 de septiembre de 2003

ASTILLERO

Julio Hernández López

La inexplicada remoción

Cesar a un secretario incómodo para proteger a un subsecretario amigo

ALGO GRAVE DEBE haber hecho Víctor Lichtinger Waisman para ser hasta ahora el único miembro del gabinete foxista que ha sido marcado con un cese grosero. Tantas habrían sido sus culpas que ni siquiera mereció la atención de que alguien le avisara de su destitución, pues a media ponencia en un acto anual organizado por el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (la llamada Bolsa Mexicana de Inversión Turística) un subordinado caritativo le hizo saber la defenestración que minutos antes Alfonso Durazo había anunciado a los medios. Angélica Enciso y Miriam Posada informaron en La Jornada que, "al enterarse de su suerte, el funcionario abandonó el acto, del que salió sin hacer declaración alguna".

NO HAN SIDO precisadas, sin embargo, las causas que movieron al presidente Fox a realizar tan insólito descarte. Por el contrario, a la hora de entregar el cargo, con Santiago Creel como enviado presidencial, en un salón de la propia Secretaría de Medio Ambiente, los funcionarios, trabajadores e invitados al acto de transferencia a Alberto Cárdenas Jiménez (entre ellos José Sarukhán, otra de las bajas notables del foxismo) se pusieron de pie y aplaudieron durante un minuto y cuarto al secretario despedido. Aún más: oficialmente, mediante el boletín 361 de prensa, Greenpeace México emitió un inusual reconocimiento a Lichtinger, al señalar que, "a pesar de todas las limitaciones, divergencias y errores que el funcionario y su equipo hubieran tenido, hay que reconocer que al menos había apertura para el diálogo y que se aplicó la ley para detener aquellos proyectos depredadores que afectaban el ambiente y que la ciudadanía no aceptaba". Por ello, sentenciaba la organización, "no nos quedan dudas de que esta postura afectó intereses económicos y de que es una de las razones para la remoción de Víctor Lichtinger". Según Greenpeace México, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), con este funcionario al frente, "había establecido un vínculo con la sociedad que por lo general los funcionarios panistas no establecen".

NADIE, EN CAMBIO, ha defendido en público a Raúl Arriaga Becerra, subsecretario de Gestión para la Protección Ambiental, quien compartió con Lichtinger la extraña distinción del cese emitido por el Presidente que juraba contratar funcionarios por un sexenio completo. Miembro del Grupo Guanajuato, Arriaga Becerra fue director del Instituto de Ecología en el gobierno local de Vicente Fox (por lo cual fue formalmente acusado por la Comisión de Hacienda del Congreso estatal de desviar recursos de esa oficina para la precampaña presidencial del ahora ocupante de Los Pinos) y es considerado en los entretelones de Los Pinos como "gente de la señora Marta". Virtual intocable (como lo fue Guido Belsasso, y como muchos otros "recomendados especiales"), Arriaga Becerra fue encajado en el equipo de Lichtinger para no obedecer a su jefe formal y sí a su patrocinio bicéfalo, que sería la pareja presidencial. De hecho, el secretario de Medio Ambiente nunca tuvo poder verdadero, pues, proveniente (gracias a los oficios de los malhadados head hunters) de la Comisión para la Cooperación Ambiental de América del Norte, donde era director ejecutivo fundador, a su arribo al paraíso burocrático foxista fue rodeado de presuntos subordinados que en realidad respondían a intereses ajenos: en primer lugar, el subsecretario ya mencionado, que se encargó en línea directa con Los Pinos de todo lo relacionado con el otorgamiento de los cotizadísimos permisos, estudios de impacto ambiental y otros trámites donde campea la corrupción de alto nivel. Además, el entonces poderoso canciller, Jorge G. Castañeda, había incrustado también como subsecretario a Casio Luiselli, miembro de la difunta Corriente Renovadora del PRI, que en versión tricolor del voto útil también produjo a un embajador en Irlanda, Agustín Basave. Y el panismo había instalado a Cárdenas Jiménez como director de la Comisión Nacional Forestal, organismo desconcentrado perteneciente al ámbito de la Semarnat.

ARRIAGA BECERRA FUE permanente ave de tempestades. Lo mismo lo acusaban de otorgar 100 mil permisos ilegales de cacería cargados de sospechas de corrupción (en lugar de entregarlos a los dueños de las tierras, como establece la ley, los extendió directamente a las asociaciones de cazadores) que de hacer otro tipo de arreglos y concesiones tramposas. Uno de los mayores escándalos, de corte internacional, se dio cuando el mencionado subsecretario autorizó la importación de 28 delfines de las Islas Salomón para beneficio de Inmobiliaria Propac, propietaria del parque Nizuc, en Cancún. Las organizaciones Greenpeace, Defenders of Wild Life y Conservación de Mamíferos Marinos calificaron tal importación como el embarque "más grande en la historia del tráfico de mamíferos marinos en el mundo". El parque Nizuc es un centro de diversiones acuáticas en donde los turistas pueden nadar con delfines cautivos. El dueño del lugar es Bernardo Zambrano, hermano del accionista mayoritario de Cemex, Lorenzo Zambrano, uno de los supermillonarios que fueron integrados como "socios honorarios" a la fundación Vamos México.

LOS ABUNDANTES INDICIOS de irregularidades en el actuar de Arriaga Becerra llevaron a Lichtinger a pedir a la contraloría interna que investigara los diversos casos sospechosos, e incluso el secretario llegó a anunciar que "analizaba" la posibilidad de destituir al subsecretario incómodo. La aparentemente inexplicable celeridad presidencial en destituirlo le impedirá a Lichtinger continuar con tales procesos, aunque la salud republicana y el buen nombre de la administración foxista debería llevar hasta el fin tales indagaciones. De otra manera, parecería que el Presidente aprovechó la necesidad de hacer cambios aparatosos en su gabinete para congraciarse con el PAN, pero, de paso, para desarmar una guillotina contra un subsecretario favorito y salvar a éste de castigos previsibles. Lichtinger, desde luego, tenía fallas suficientes para removerlo (poca capacidad de convocatoria, tacto político de elefante, como se vio cuando en vísperas de Semana Santa anunció índices de contaminación de playas importantes, y también autorizaciones y permisos polémicos o sospechosos), pero no era peor que otros secretarios que sobrevivieron al vendaval de Los Pinos, aunque sí estaba dando el mal ejemplo de maltratar y exhibir a un miembro del Grupo Guanajuato (por cierto, y para cerrar el tema, José Campillo, quien era procurador federal para la Protección del Ambiente, tampoco tendría en su expediente mayor razón para ser destituido que el haberse negado a solapar trapacerías del subsecretario que, dice Radio Pasillo de Los Pinos, pronto será acomodado en algún otro sitio interesante).

Fax: 56 05 20 99 [email protected]

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