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México D.F. Lunes 1 de septiembre de 2003

TERCER INFORME DE GOBIERNO

México importa 40% de los alimentos para consumo humano, afirman organizaciones

Entre blindajes y cifras alegres, el campo sigue en espera de resultados

"La gobernabilidad estará sujeta con alfileres si no hay cambio en la política para el agro"

MATILDE PEREZ U.

Los prometidos blindajes agropecuarios y las políticas gubernamentales siguen sin empujar el tan esperado repunte para los 25 millones de mexicanos que viven en las zonas rurales. Ante el panorama poco alentador, los campesinos decidieron continuar sus movilizaciones y orillaron al gobierno federal a firmar el Acuerdo Nacional para el Campo (ANC), que entre los 282 compromisos contiene la exigencia de analizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en el apartado respectivo.

A casi tres años de gobierno, el presidente Vicente Fox y el titular de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), Javier Usabiaga Arroyo, hablan de crecimiento en el sector; sin embargo, las estadísticas de la balanza agropecuaria muestran que no todo es tan positivo.

La balanza comercial agroalimentaria mantiene un saldo negativo: en 2001 fue de 2 mil 945 millones de dólares y este año llega a 3 mil 410 millones, mientras que en los más de nueve años de vigencia del TLCAN el déficit suma 14 mil 500 millones de dólares.

Además siguen aumentando las importaciones de granos -principalmente de soya, maíz y sorgo-, aceites, frutas frescas y productos procesados, según datos de Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI). De esta forma, asientan los análisis de las organizaciones campesinas, México importa 40 por ciento de los alimentos requeridos para consumo humano.

Mientras existen divergencias sobre los anuncios de crecimiento del sector, el compromiso de revisar el apartado agropecuario del TLCAN -como se acordó en el Acuerdo Nacional para el Campo- está detenido entre las discusiones burocráticas de quiénes serán los más aptos para realizarlo. Así, el gobierno descartó la participación de la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Autónoma de Chapingo y del Colegio de México, y pretende que sean sólo algunos consultores privados quienes lo hagan, denuncian los representantes de las organizaciones.

En tanto, siguen fluyendo los argumentos de agricultores en torno a la estela de abandono y deterioro que ha dejado el TLCAN en la economía campesina, uno de cuyos primeros efectos es la involución de las siembras de temporal, lo que ha orillado a miles de familias a sobrevivir de las remesas.

Las remesas, una salvación

Según datos del Consejo Nacional de Población (Conapo), un millón de hogares recibe remesas, que en el ámbito nacional llegan a 14 mil millones de dólares, y el número de emigrantes va en aumento, ya que a los estados de Guerrero, Michoacán, Zacatecas y Oaxaca, conocidos por su alto índice migratorio, se suman los de Guanajuato, Durango, Aguascalientes, Colima, Hidalgo, Morelos, Jalisco, San Luis Potosí, Nayarit, Puebla, Querétaro e inclusive el Distrito Federal.

Desesperados porque el presupuesto federal para el campo ni siquiera ha recuperado los niveles que tuvo antes de la firma del TLCAN y porque los pocos recursos se concentran en algunos cuantos -por ejemplo, de los 25 mil millones de pesos de débitos que registró el Banco Nacional de Crédito Rural, 12 mil millones se concentró entre algunos de los grandes productores del norte-, cientos de campesinos de diversas organizaciones, incluyendo a los de la Confederación Nacional Campesina, decidieron realizar una protesta en la ciudad de México.

Así, a finales de enero pasado cerca de 100 mil campesinos protagonizaron la mayor movilización de ese sector desde el gobierno de Lázaro Cárdenas del Río. En ella, una vez más esos sobrevivientes que se niegan a desaparecer advirtieron al presidente Vicente Fox que "la gobernabilidad seguirá sujeta con alfileres" si no hay un cambio en la política para el campo.

Los campesinos refrendaron que no van a abandonar sus parcelas, que mantendrán su terquedad y orgullo para seguir sembrando los alimentos que necesita la población. "Somos una clase que se mantiene a sí misma, que procura su propio sustento y no estamos dispuestos a convertirnos en un ejército de solicitantes de migajas oficiales".

Giro de directrices

Después, entre recelos y dudas que no quedaron totalmente dirimidos durante los casi tres meses de diálogo y negociación, campesinos y gobierno acordaron firmar el ANC, y una vez más surgió la expectativa de que habría mayor sensibilidad del gobierno para darle un giro a las directrices, programas y acciones para el agro. Sin embargo, ese "cambio" sigue sin llegar.

Mientras, el presidente Vicente Fox Quesada y el titular de la Sagarpa, Usabiaga Arroyo, basándose en las cifras macroeconómicas, aseguran que el sector agropecuario está recuperándose y que eso se refleja en el crecimiento sostenido del producto interno bruto y que inclusive en el segundo trimestre de este año ese avance fue de 4.9 por ciento, mientras que el sector industrial tuvo un decremento.

En cada foro, reunión con agricultores o agroexportadores, el titular de la Sagarpa asegura que los campesinos sí pueden convertirse en empresarios exitosos, pero -acota- antes tienen que aprender y aplicar nuevas tecnologías para enfrentar los retos. Y no deja de insistir en que la autoridad "no mantendrá el tutelaje".

La creciente migración la explica así: "las comunidades rurales se siguen quedando vacías porque no existe un sentido de pertenencia de la propiedad rural", y entre líneas también acepta que ese fenómeno persiste ya que "no hay oportunidades para los jóvenes". Además ha puntualizado que ninguna gestión gubernamental será exitosa cuando busque resolver la problemática rural con una visión individualista del productor y su parcela, o con la aplicación de políticas tradicionales de fomento con énfasis meramente agropecuario.

Prioridades

En la cartera de prioridades por atender de la mayoría de los productores siguen: acceso a créditos, asistencia técnica, insumos mejorados y servicios de comercialización. Sin ellos, la probabilidad de incorporarse al grupo de quienes han logrado una rentabilidad aceptable es lejana.

Una de las tesis que desde las negociaciones y posterior firma del TLCAN sigue manejando el gobierno es que en México la población dedicada a las actividades agropecuarias es mayor a la de sus socios, y por eso los secretarios de Agricultura y Economía insisten en que buena parte de la población rural debe buscar otras actividades.

Sin embargo, una investigación del ex rector de la Universidad Autónoma de Chapingo, Carlos Orozco Alam, indica que en la década pasada la población económicamente activa en la agricultura es ya similar a la de la industria (20 por ciento en ambos sectores), mientras que en la de servicios se registró un incremento (de 57 a 60 por ciento).

Visión contraria mantiene Máximo Garza Sánchez, ex secretario técnico del gabinete agropecuario, quien asegura que la población ocupada en el campo se mantiene aún elevada, a pesar de la expulsión de miles de campesinos a Estados Unidos y algunas ciudades del país. Y en la vorágine de la globalización y de los tratados comerciales, los campesinos mexicanos mantienen el eje de su demanda: soberanía alimentaria, vida digna y desarrollo sustentable.

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