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México D.F. Viernes 8 de agosto de 2003

Silvia Gómez Tagle

ƑQué sigue después de las elecciones?

En lo que va del año los partidos han volcado sus energías, primero en resolver, cada uno a su manera, las pugnas internas por las candidaturas, y luego en una campaña electoral que abrumó a los ciudadanos con mensajes publicitarios, sin lograr despertar interés. La interpretación del elevado abstencionismo observado en las elecciones federales del 6 de julio pasado merece atención, porque de persistir podría poner en riesgo la consolidación de la democracia mexicana.

El reto que enfrentarán los nuevos diputados será proponer medidas legislativas viables que contribuyan a resolver los problemas del país. La que más consenso despierta, entre todas, es la relativa a la "generación de empleo productivo", que involucra directamente a trabajadores y empresarios. Esto significa hacer una síntesis de los intereses contrapuestos de diferentes sectores sociales con el propósito de lograr resultados; las nuevas leyes deberán ser viables y exigibles, esto es, que existan mecanismos por medio de los cuales ciudadanos, partidos o gobiernos puedan exigir su cumplimiento. De nada sirve que esté escrito en la Constitución que todos los mexicanos tienen derecho a la educación o a la salud, si no hay forma de traducir esto en políticas públicas y acuerdos entre sectores sociales.

Debe desarrollarse, pues, un nuevo modelo de relación entre el Poder Legislativo y la sociedad, de tal suerte que los legisladores estén en comunicación permanente con los sectores sociales involucrados para que atiendan las demandas reales de la población, no en una labor de gestoría, sino estrictamente legislativa.

El PAN, en alianza con Elba Esther Gordillo, como coordinadora de la fracción parlamentaria del PRI, es muy posible que impulse las famosas "reformas estructurales" que propone Vicente Fox. Pero si los priístas están pensando en 2006, quién sabe si se atrevan a cargar con el costo político de imponer el IVA a medicinas y alimentos, privatizar los energéticos y desproteger a los trabajadores con la reforma laboral que propone Abascal, porque esas reformas en realidad no representan una política de desarrollo y no van a resolver nada, más bien tenderán a empeorar las cosas. Me remito a los comentarios que recientemente hizo Joseph Stiglitz respecto a la política económica neoliberal ortodoxa de nuestros gobiernos.

Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001 y ex presidente del Banco Mundial, comenta que los chinos hicieron lo contrario a lo que recetaba el FMI en la crisis de 1997: empujaron el crecimiento en vez de seguir las medidas recomendadas por el Consenso de Washington. Durante los pasados 25 años los chinos no han privatizado las empresas del Estado, sino que han fomentado la creación de empresas privadas para competir con las públicas. Se han concentrado en las exportaciones, no han liberalizado el mercado de capitales, han realizado una liberalización gradual acompañada de crecimiento económico y generación de empleo. Su política económica ha tenido el propósito de disminuir las desigualdades entre personas y regiones.

ƑDónde está la política de crecimiento de los sucesivos gobiernos mexicanos, que sólo han cuidado la estabilidad macroeconómica sin atender la creación de empleo ni el crecimiento mientras la brecha entre ricos y pobres aumenta en vez de disminuir?

Modificar el marco laboral para pagar salarios más bajos no va a ayudar al desarrollo, dice el Nobel, "lo único que va a provocar es que los pobres sean más pobres y que algunas empresas tengan mayores utilidades, pero ésa no es una política de crecimiento" (Este País, febrero 2003, pág. 14).

La venta de bancos al extranjero ha sido muy costosa porque está clarísimo que en México no hay un sistema de financiamiento: los bancos extranjeros se enfocan a empresas grandes que les aseguran la recuperación de los créditos y se olvidan totalmente de las medianas y pequeñas. Aquí se requiere mayor atención a la educación y a la tecnología, políticas de competencia, desarrollar un sistema financiero y bancario eficiente, así como buscar acuerdos con todos los sectores sociales involucrados en la producción y también con otros países, y posiblemente crear un banco de desarrollo para el sur de México y América Central. De estas reflexiones se desprende una recomendación general: se necesita un cambio de modelo económico. Y para definir las políticas económicas viables es indispensable que los legisladores entablen un diálogo con la sociedad, porque será lo único que podrá sacarlos del empantanamiento que se ha observado en el Congreso en los pasados tres años.

La conclusión de Stiglitz es que México necesita trabajar sobre la base de un cambio democrático para que haya discusión y análisis amplios de las políticas económicas y sociales, y así lograr acuerdos acerca de los modelos y estrategias que se requieren para "convertir a la democracia en equidad social". Quizás así los partidos logren captar el interés de los ciudadanos.

sgomez a colmex.mx

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