.. | México D.F. Viernes 8 de agosto de 2003
GORE: LA VOZ DE LA SENSATEZ
Si
Estados Unidos fuera un país plenamente democrático, como
gusta de presentarse ante el mundo, el actual presidente de ese país
no se llamaría George Walker Bush, sino Albert Gore. Como se sabe,
el segundo obtuvo más sufragios totales que el primero en los comicios
de noviembre de 2000, y el republicano llegó a la Casa Blanca trepado
sobre dudosos enjuages electorales perpetrados en Florida por el gobierno
estatal de su hermano Jeb.
El hecho de haber sido el candidato que la mayoría
de los estadunidenses habría deseado como presidente otorga a Gore
una autoridad moral indudable en la sociedad de la nación vecina.
La buena imagen de Gore se incrementa por su anuncio de que no participará
en la lucha por la presidencia en las elecciones primarias y en las generales
del año entrante. En ejercicio de ese prestigio, el demócrata
expresó ayer una severísima crítica al desempeño
de Bush en el cargo, posiblemente el más radical, claro y completo
balance que se haya formulado entre los insiders de la política
de Washington sobre la actual administración.
Gore acusó a Bush de falsear los hechos, tanto
para "vender" a la opinión pública la agresión militar
perpetrada contra Irak, para defender los intereses de las empresas petroleras
aun a costa de la degradación ambiental y para ocultar las amenazas
que sus propuestas fiscal y presupuestal implicaban para la economía
estadunidense. El demócrata reprochó al actual presidente
que pretenda imponer su ideología absolutista en detrimento de la
honestidad, que se haya apartado de los esfuerzos por establecer un orden
internacional basado en la legalidad, que atropelle los derechos fundamentales
de los que considera sus enemigos, que haya provocado el desorden de las
finanzas públicas y que desconozca los límites y las atribuciones
de su propio cargo; le cuestionó, asimismo, su voluntad para esclarecer
lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001, y acusó a los secretarios
de Justicia y Defensa, John Ashcroft y Donald Rumsfeld, de abuso de poder.
Gore destacó, asimismo, el mal manejo de Bush de la invasión
y la posguerra en Irak y concluyó que el problema real no reside
en los asesores presidenciales sino en el mandatario mismo, por lo que
llamó a sus conciudadanos a "despedirlo el año entrante y
conseguir uno nuevo".
Ciertamente, visto desde fuera de Estados Unidos, el pronunciamiento
del ex vicepresidente no agrega nada nuevo a la percepción mundial
sobre uno de los gobiernos más torpes, criminales y bárbaros
en la historia de la nación vecina. Pero para importantes sectores
de la sociedad estadunidense, la palabra de Gore podría ser el punto
de inflexión en el encantamiento chovinista que padece la opinión
pública interna ante el actual ocupante de la Casa Blanca. Posiblemente
el discurso pronunciado ayer por el político demócrata en
la Universidad de Nueva York empiece a evidenciar al grueso de los ciudadanos
que Bush no invadió y arrasó Irak para dar mayor seguridad
a la población de Estados Unidos, sino para realizar negocios petroleros
y para tender una cortina de humo sobre el pavoroso analfabetismo económico
de la actual administración. Acaso lo dicho por Gore haga caer a
algunos en la cuenta del enorme retroceso que ha experimentado su país
en estos tres años en materia de bienestar, salud financiera, libertades
civiles, derechos humanos, democracia, tolerancia, pluralidad, diversidad,
prestigio y liderazgo internacionales.
Cabe esperar que las reflexiones de Gore constituyan el
inicio de una vuelta a la sensatez -la que pueda darse- en la clase política
del país vecino y que los votantes estadunidenses sufraguen el año
entrante con lucidez y espíritu cívico y se deshagan de uno
de los peores presidentes que han tenido en su historia.
QUEBRANTOS PRIVATIZADORES EN LFC
El
Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) dio a conocer ayer a la opinión
pública un plan de la dirección general de Luz y Fuerza del
Centro, encabezada por Luis de Pablo Serna, para condonar adeudos por un
monto cercano a los 4 mil millones de pesos a diversos municipios, ubicados
en su mayor parte en el estado de México. Ese proyecto, que ya está
en marcha, no sólo quebranta el contrato colectivo de trabajo y
diversos convenios firmados entre la corporación y el organismo
sindical -quebranto que da pie a la legítima preocupación
de los trabajadores- sino que representa un desfalco mayúsculo a
la distribuidora de electricidad y, por extensión, al sector eléctrico
y energético de propiedad pública.
Ciertamente, los municipios rurales de los estados de
México, Hidalgo y Puebla padecen una crónica insuficiencia
de recursos y es deber del gobierno federal otorgarles apoyos que les permitan
mantener cuando menos una mínima operatividad institucional. Pero
el subsidiarlos mediante la anulación de sus adeudos con las empresas
eléctricas del país es una operación torcida, poco
transparente y sospechosa, una repetición de la discrecionalidad
administrativa de los gobiernos priístas y una deplorable reiteración
de las políticas depredadoras y liquidadoras que el Ejecutivo federal
ha aplicado a entidades como Ferronales, Pemex, la CFE y la propia Luz
y Fuerza.
Peor aún, en el contexto del debate por el futuro
de la industria eléctrica y del empecinamiento oficial por privatizarla,
la quita de los adeudos municipales pareciera ser una medida orientada
a debilitar al sector, justificar su inviabilidad financiera y reforzar,
por esa vía, los sofismas privatizadores y las distorsiones sobre
la verdadera situación financiera del sector.
Resulta saludable y correcto que el gobierno federal pretenda
canalizar recursos a municipios pobres, pero es exigible que lo haga de
manera abierta y que lo proponga así en su presupuesto de egresos.
Los apoyos subrepticios e indebidos por medio de las empresas paraestatales
constituyen un desaseo administrativo inaceptable que debe ser suspendido
de inmediato.
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