México D.F. Martes 8 de julio de 2003
TIEMPO DE BLUES
Raúl De la Rosa
Kikí, la reina de Montparnasse
Primera llamada
UNO DE LOS rostros más conocidos mundialmente
es, sin duda, el de la Gioconda o Mona Lisa, pintada por Leonardo Da Vinci.
Se han vertido litros de tinta para explicar su sonrisa enigmática.
La modelo se llamaba Lisa Gherardini, tercera esposa de un rico comerciante
florentino llamado Francesco del Giocondo; comenzó a posar para
Leonardo en 1503, y el artista tardó cuatro años en realizar
la pintura, aunque nunca la concluyó. Algunos dicen que esa sonrisa,
muy de Buda, era más bien de satisfacción porque heredaría
la fortuna de su anciano y rico esposo (1).
LO CIERTO ES que el rey Francisco I de Francia
pagó 4 mil florines de oro por ese retrato, algo así como
mil 470 dólares actuales; lo hizo traer a París, donde con
el tiempo se transformaría en centro de atracción del Louvre.
Lo demás es historia.
CUATRO SIGLOS DESPUES (2 de octubre de 1901) nace
en el sur de Francia, en condiciones de extrema pobreza, una mujer excepcional,
que se convirtió en la modelo más importante y solicitada
del París de principios de siglo: Alice Prin. Irónicamente,
el retrato más conocido de ella es una fotografía que le
tomó el amor de su vida, el pintor y fotógrafo estadunidense
Man Ray.
Segunda llamada
UNA
INFANCIA LLENA de humillaciones y piojos hace de Alice Prin una niña
retraída; a los 9 años llega a París, donde su madre
se mal gana la vida como linotipista, y sus desprecios y humillaciones
obligan a Alice a huir de casa y ganarse la vida en lo que puede. Así,
a los 15 años empieza su carrera de modelo de escultores y pintores.
MENDJIZKY, PINTOR DE origen ruso, convierte a la
joven en su amante y la bautiza con el nombre de Kikí (en griego
Alice es Aliki, y Kikí el diminutivo). Entonces comienza una vida
llena de contrastes, rodeada de intelectuales, artistas, conspiradores,
actores, prostitutas, fotógrafos, poetas y los protagonistas de
los movimientos vanguardistas de su época: el dadaísmo, el
surrealismo y el cubismo, y entabla amistad con uno de los principales
iniciadores del dadaísmo, el poeta Tristán Tzara.
DURANTE LA PRIMERA Guerra Mundial Kikí había
trabajado en la fabricación de dirigibles, aviones y granadas; al
finalizar de ésta, el genial pintor de origen japonés Foujita
la inmortaliza en uno de sus cuadros. Más tarde se enfrenta al extraordinario
polaco Moise Kisling, quien sucumbe ante ella y pinta el cuadro titulado
Kikí (1920).
EL ENCUENTRO DE Kikí con Man Ray ocurre
en 1921. El fotógrafo, pintor y cineasta queda deslumbrado cuando
conoce a la singular mujer en el café La Rotonde. "¡No aceptaré
posar para un fotógrafo!", responde Kikí a Man cuando éste
le propone tomarle una sola foto. "Lo siento mucho, pero no me apetece
ver mi foto por todos los rincones", agrega. Man le argumenta: "Sin embargo,
usted posa desnuda para los pintores y sus cuadros se exponen en público".
Kikí contesta: "No es lo mismo, un pintor puede modificar las apariencias,
pero un fotógrafo lo único que hace es registrar la realidad".
Tercera llamada
TUVIERON QUE PASAR unos años de pasión
entre estos dos seres tan diferentes para que Man Ray lograra sus mejores
fotos de Kikí. La bañista de Ingres, gráfica
considerada obra maestra del dadaísmo, se publica por vez primera
en el número 13 de la revista Littérature en 1924.
POR ESOS AÑOS un hombre misterioso y rico
ronda a Kikí, un enamorado que envía a su chofer a apartarle
un lugar en el cabaret, El Jockey, en el que Kikí se inicia formalmente
como cantante. Ese personaje era nada menos que el ministro plenipotenciario
de México: Alfonso Reyes.
KIKI, CANTANTE, ES la gran sensación de
Montparnasse. Sin ser una gran voz, tiene un estilo de decir y cantar provocador,
"ligeramente obsceno". Son memorables sus presentaciones en el Boeuf sur
le toit, lugar en el que su salud empieza a decaer, y a veces olvida la
letra de las canciones.
A SUS 28 AÑOS, Kikí dicta-escribe
su historia. Memorias es el título de ese libro, considerado
raro, curioso, único, pues causó sorpresa que una mujer escribiera
con tanta amargura y autenticidad su vida(2).
LA INTENSIDAD CON que vivía y amaba era
una respuesta a una infancia desgraciada, que la marcó. La vida
empieza a pasarle la factura; por esa época su amante en turno,
Henri Broca, comienza a perder las razón; el entorno de Kikí
se desmorona, muertes, suicidios, la hacen beber más de la cuenta.
Los médicos le prohíben el alcohol y encuentra en el polvillo
blanco que se inhala una forma de sostener su vida.
PARA ALICE PRIN, Kikí, lo difícil
en esos años era mantener su propio mito: era la reina de Montparnasse,
trabajaba todas las noches en el cabaret Des Fleurs. Es internada para
una desintoxicación, pero la droga la vuelve a atrapar. Kikí
graba uno o dos discos para Polydor; si algún lector tiene idea
de dónde conseguir alguna de esas grabaciones será recordado
con gratitud por el que escribe.
EL 24 DE marzo de 1953, Alice Prin muere (a los
52 años); no da ni quiere más. La carroza fúnebre
cubierta de flores pasa por su barrio, en un último adiós,
y con ella se va el mito que forjó.
P.D. ENCUENTRO, en muchos aspectos, un parecido
con nuestra Nahui-Olin, ¿no les parece?
(1) Almanaque de lo insólito/5. Editorial
Grijalbo.
(2) Kikí. Lou Molgaard. Editorial Diana-1991,
México.
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