Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 19 de marzo de 2003
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Política

ASTILLERO

Julio Hernández López

La resistencia mexicana

Terquedad foxista (por capricho, convicción u oportunismo) en los entretelones diplomáticos

DISCREPAR PODRIA PARECER poca cosa cuando de una barbaridad bélica, como la del presidente estadunidense, se trata. Discrepar es, en diferentes acepciones, disentir, desdecir, diferenciarse, ser desigual, y lo que muchos hubieran deseado del Presidente de México, a la hora de fijar postura la noche del lunes respecto a la declaración de guerra hecha dos horas atrás por George W. Bush, no era un deslinde tan sutil y amable, sino una abierta condena, un rechazo inequívoco de las andanzas matonas del gatillero texano.

SIN EMBARGO, en esta ocasión, la tersura del verbo escogido pareciera cosa secundaria, según tratará de explicar a continuación esta columna altamente especializada en la crítica del foxismo que, esta vez, se permitirá la licencia de discrepar de sí misma (los miembros supernumerarios de los Legionarios del Astillero podrían evitarse disgustos saltándose la columna de hoy y regresando mañana a estas mismas frecuencias, en espera de que el tecleador haya vuelto a sus cabales que, dicho sea de paso, nunca han sido completos).

DIGASE PUES, sin más preámbulos, la premisa que en día de deslucidas conmemoraciones expropiatorias quema estas teclas criticonas: el jefe del Ejecutivo se sostuvo con terquedad, todavía hoy insuficientemente apreciada, en el rechazo a las presiones del vecino que horas antes de lanzar el ultimátum a Irak esperaba un guiño mexicano para trazar alguna otra estrategia menos cruda, como la que finalmente acabó asumiendo. Fox y su terquedad (o el despecho por el maltrato del otro presidente Marlboro a la hora de los sueños de convenios migratorios, o el culto a las encuestas de opinión y la esperanza de ganar votos para el PAN en los próximos comicios, o lo que se quiera y guste) frenaron el curso que Estados Unidos deseaba en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y aun cuando evidentemente ese lance diplomático no fue suficiente para impedir que el pistolero estadunidense se lance por el petróleo iraquí y por el reposicionamiento en Medio Oriente (šah, y también por el derrocamiento del "tirano" Saddam Hussein!), cier-ta-men-te, Fox y su planteamiento pacifista entramparon durante valiosos días los tanques texanos y permitieron que a los ojos del mundo quedara exhibida y deslegitimada la posición estadunidense.

PERMITA EL LECTOR que se reproduzcan aquí algunos párrafos de lo escrito en el diario español El País por el enviado especial a Nueva York, Ernesto Ekaizer, en la edición de ayer, en una nota titulada "Diplomacia de los hermanos Marx", que narra cómo la misma noche de la reunión de Estados Unidos, Reino Unido y España en las Azores, los ministros de Relaciones Exteriores de esos países "se dividieron las llamadas telefónicas" por hacer, en último esfuerzo, antes de anunciar el ultimátum por todos conocido. Ana Palacio, la española, habló con Soledad Alvear a Santiago de Chile, topándose con la reiteración de la negativa del presidente Ricardo Lagos a reconsiderar siquiera su postura de no a la guerra. "El embajador británico ante Naciones Unidas, Jeremy Greenstock -narra el reportero Ekaizer-, hizo desde Nueva York lo que la administración de Bush consideraba uno de los contactos cruciales, la última esperanza blanca. Llamó al embajador mexicano ante la ONU, Adolfo Aguilar Zinser. Le explicó que la resolución pendiente podía tener un plazo de 48 horas, o incluso algunos días más, si es que México se unía. Aguilar Zinser le explicó que ya el presidente Fox había expresado a Bush su decisión de no apoyar la propuesta. Se despidieron después de dar algunas vueltas al asunto". Adjudicando la información a "fuentes diplomáticas solventes" (que este tecleador espera no tengan relación con las monas impregnadas de thíner), Ekaizer asegura que el embajador británico informó, "tarde en la noche del domingo", de su fracaso al elegantemente temible embajador estadunidense ante la ONU, John Negroponte, quien, a su vez, valorando las posturas chilena y mexicana "según las fuentes, dijo que entonces ya no había nada qué hacer: si ni México ni Chile pasaban por el aro, los países africanos -Camerún, Angola y Guinea- no cambiarían el voto". En otro párrafo, el enviado de El País afirma que "la actitud de México, según fuentes diplomáticas, fue decisiva". Y otra revelación más: la ministra española de Relaciones Exteriores, Ana Palacio, había intentado, el viernes 7 (siempre "según fuentes solventes"), que México fuera el cuarto patrocinador -junto con Estados Unidos, Reino Unido y España- del ultimátum del 17 de marzo. México se negó y se volvió a mantener el domingo por la noche, cuando Greenstock llamó al embajador Aguilar Zinser. Y en la mañana de ayer (lunes), antes de la decisión, Palacio volvió a hablar con el ministro mexicano de Relaciones Exteriores, Ernesto Derbez. Volvió a decir que no".

SEAN CIERTAS o no las solventes revelaciones aquí reproducidas (a lo que habrá que añadir el reconocimiento abierto a México, por sus "lecciones ejemplares", hecho ayer por José Luis Rodríguez Zapatero, líder del Partido Socialista Obrero Español), los hechos hasta ahora conocidos muestran un itinerario foxista plausible: el Presidente se mantuvo firme en su rechazo a la guerra, a pesar de las presiones del mandatario de Estados Unidos y sus empleados (es decir, sus funcionarios, propiamente, y sus personeros del aznarismo). No en vano la administración estadunidense ha declarado su decepción porque México (y Canadá) no le apoyaron como era de esperarse entre vecinos. No en vano en la frontera norteña ha comenzado la revisión lenta y cuidadosa de los mexicanos viajeros. No en vano Francisco Gil Díaz se esmera en destacar que México tiene los elementos suficientes para sortear un conflicto bélico de corto tiempo. No en vano México debe estar hoy en dos fases de la Operación Centinela: una, la natural, en prevención de los obligados desajustes e incidentes que podrán desprenderse de la guerra por venir; otra, en alerta por las reacciones de despecho o las estrategias de venganza ejemplar que el emperador del mundo pudiera desarrollar.

šUF! POR ESTA VEZ, permítase a este tecleador disentir de quienes consideran insuficiente y tibio el verbo "discrepar", y preferir más que la acentuación y la adjetivación discursiva la fuerza de los hechos diplomáticos. Permítasele también hacer votos sinceros porque el gobierno mexicano sea capaz de estar a la altura de los difíciles tiempos que ya han comenzado, sin partidismos incompatibles con la necesaria visión republicana, sin visiones ni actitudes frívolas que dañan investiduras e instituciones hoy necesitadas de fuerza y resistencia, sin conductas facciosas que minan las posibilidades de una verdadera unidad nacional.

Fax: 56 05 20 99 [email protected]

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