Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 2 de febrero de 2003
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas 
  

Economía

José Antonio Rojas Nieto

Botín de guerra

El presidente George W. Bush aseguró en días pasados que "la invasión a Irak no es cosa de meses; es de semanas". Se trata de "una guerra sagrada en nombre de la paz, en nombre de la libertad, en nombre de Dios, ante las amenazas y desafíos que enfrenta el país", subrayó en el mensaje sobre el estado de la Unión de este martes que anualmente le exige la Constitución de Estados Unidos. Mientras millones de televidentes en todo el mundo escuchaban esa terrible amenaza de guerra, las compañías que ya planean hacer de Irak el tercer productor mundial de crudo y la reserva mundial más confiable, continúan con sus previsiones, re-diseñan sus programas de trabajo y, una vez más, como hace doce años, actualizan sus planes de negocio.

Los últimos veinte años no han sido fáciles para un mercado petrolero con alta volatilidad no sólo de precios, sino de volúmenes en importantes naciones productoras. Tampoco ha sido sencillo el ingreso de nuevos oferentes con fuerza petrolera renovada y nuevos acuerdos geopolíticos. O la redefinición de nuevas alianzas entre importantes productores y no menos importantes consumidores. En 1979 Irak -más de 112 mil millones de barriles de reservas que representan el 11 por ciento del crudo en un mundo en el que hoy Arabia Saudita tiene la cuarta parte de ese total- alcanzó una producción cercana a los tres y medio millones de barriles al día. La guerra con Irán lo llevó a bajar esa producción a no más de un millón. Un esfuerzo importante le permitió alcanzar casi tres millones diarios de producción en 1989. La guerra del Pérsico y las sanciones internacionales aplicadas le obligó a sólo 310 mil barriles diarios en 1991. Por otra parte, en esos veinte años de vaivenes iraquíes, productores como Angola, México, Nigeria y Noruega alcanzaron especial relevancia por sus crecientes exportaciones de crudo y determinaron una nueva geopolítica petrolera. Irak, en cambio, ha vivido un comportamiento errático. Sin embargo, sin duda por sus 112 mil millones de barriles de reservas de petróleo de primera calidad y bajísimos costos de producción, sigue siendo objeto del anhelo de gobiernos y empresas petroleras.

No de otra manera se explica cómo es que el gobierno de Estados Unidos haya perdido todo escrúpulo y está decidido a impulsar en el ancestral imperio persa una guerra que deberá permitir -así lo aseguran sus personeros- los planes más ambiciosos para expandir la producción de crudo. Es que en la mente de cuatro o cinco importantes compañías petroleras estadunidenses sólidamente respaldadas por ese gobierno todavía ronda la idea de alcanzar una producción de seis millones de barriles diarios de crudo, permitiendo que los ciudadanos iraquíes tengan el "orgullo de pertenecer a la tercera nación productora del mundo" -como aseguran voceros de esas empresas- sólo atrás de Arabia Saudita y de Rusia.

"En cualquier caso -aseguró el flamante secretario de Estado Colin Powell en entrevista de prensa el 29 de diciembre- si nuestra coalición de fuerzas se interna en los campos petroleros de Irak, sólo es para protegerlos y asegurar que sean utilizados en beneficio del pueblo iraquí. Y para evitar que sean dañados por un régimen decadente que ya va de salida. Pueden estar seguros -agregó Colin Powel- que el petróleo de Irak será protegido, y que las ganancias provenientes de su explotación serán utilizadas de acuerdo a las leyes internacionales y en beneficio del pueblo de Irak".

Nadie en el Departamento de Estado o en el de Energía o en el Pentágono o en la Central de Inteligencia (CIA) ignora que Estados Unidos requerirá 30 millones de barriles diarios en no más de 20 años. Y que los productores del Pérsico, que actualmente satisfacen la tercera parte de la demanda mundial de crudo, deberán abastecer más del 40 por ciento de las necesidades mundiales de petróleo y, junto con México y Venezuela, un porcentaje creciente de los requerimientos estadunidenses. Tampoco ignoran -como lo demuestra un estudio reciente del Departamento de Energía (Oil production capacity expansion costs for the Persian Gulf)- que en el Pérsico la suma de los costos de exploración, desarrollo y gastos de operación han sido, son y seguirán siendo exageradamente bajos. No más de 12 por ciento de los ingresos brutos, considerando un precio de 17 dólares por barril. Y no más del nueve por ciento de esos ingresos brutos si consideramos el precio de la banda inferior de la OPEP, es decir, 22 dólares.

Así pues, en el Pérsico y más específicamente en Irak -al fin y al cabo Arabia Saudita siempre ha sido difícil y complicado para nuestros vecinos- hay garantía de abasto para 90 años, y certeza de nuevos yacimientos para compensar los incrementos anuales en la producción. Pero también hay garantía de una enorme renta petrolera, al estar en la zona del mundo con los más bajos costos de producción de petróleo.

No hay, entonces, por qué dudar que un enorme volumen de petróleo para el consumo y un similarmente enorme volumen de renta petrolera en dólares para la acumulación constituyen, sin ningún asomo de duda, los dos elementos preciados de un botín de guerra que, a nombre de la paz, la libertad y a nombre del mismo Dios, ya se saborea y disfruta en la Oficina Oval de la Casa Blanca. Pero también en Texas donde algunas compañías petroleras ya están listas para abrir nuevos procesos de negociación en un Pérsico sin Saddam Hussein. šCiertamente -como dice su divisa- confían en Dios! šVaya que lo hacen!

 

[email protected]

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año