Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 17 de enero de 2003
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Política

Horacio Labastida

ƑFuturo de México?

No es la primera vez que el presidente Fox declara lo que piensa del país. Hace meses dijo que su gobierno era de empresarios, y por tanto la política tendrá que identificarse con los intereses de los negociantes; y apenas el pasado miércoles, aprovechando una reunión con Berlie Ahern, primer ministro de Irlanda, rechazó cualquier posibilidad de promover una nueva negociación sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN): "Como gobierno -afirmó- hemos concluido que a México no le conviene reabrir el tema. No es benéfico hasta ahora", concluyendo sin perder de vista un diálogo previo con los integrantes del gabinete económico, que lo que tiene que hacer "es apoyar a nuestros productores para que tengan la misma competitividad de los estadunidenses y eliminar todas las desventajas para dejarlos en una situación competitiva", idea irrealizable si en cuenta se tienen los enormes subsidios que la Casa Blanca otorga a sus no muchos agricultores, algunos verdaderamente privilegiados, ante las angosturas presupuestales y materiales que enmarcan las actividades económicas de la sociedad rural y sus 25 millones de habitantes (La Jornada, no. 6602).

Vale recordar las reflexiones que sobre el particular hizo Enrique Calderón Alzati (La Jornada, no. 6598) al señalar que México es el país tropical más cercano a Estados Unidos, con excepción de Cuba, y que esta situación apunta ventajas indiscutibles en el tráfico de productos de tierra cálida con el Tío Sam. "Pensemos, por ejemplo -escribe Calderón Alzati- en los productores del limón persa de Colima o en los del mango de Veracruz; para ellos el TLCAN representa la posibilidad de acceder a mercados insospechados, sin plantearles el riesgo de tener competidores estadunidenses para sus productos en el mercado mexicano", es decir, tienen todo por ganar y nada que perder. Pero los círculos selectos no abarcan a la mayoría de campesinos que, cobijados en cultivos semejantes a los que se hacen en el vecino país del norte, verán que la importación de los frutos extranjeros arrastrará por los suelos el bienestar de sus familias. Calderón Alzati arrecia la solidez de sus argumentos al hacer cuentas claras. El valor real de la producción de frutos tropicales -anota- es apenas 10 por ciento de la producción agropecuaria nacional y los dueños de tales plantaciones privilegiadas son minoría en el conjunto de los labradores, advirtiendo el autor que la alta burocracia de Fox, en particular la vinculada con la agricultura, está movida por un núcleo favorecido y muy estrecho al que no le importan los intereses nacionales. Dada esta situación, pronto la agricultura mexicana se verá transformada en agricultura de autoconsumo, tan modesta e insignificante como lo fue en las épocas más primitivas de la humanidad.

ƑY qué será de la industria? Nada optimista se puede plantear al respecto. El acelerado desmantelamiento de las empresas y las finanzas nacionales que administraba el Estado, de acuerdo con los mandamientos del artículo 27 de nuestra Carta Magna, donde el constituyente definió las condiciones sine que non del desarrollo industrial, ha sido constante y apenas hoy, al hablar el Presidente de transformar el petróleo y la electricidad, privatizándolos, la sociedad civil enarboló banderas en defensa del bien común, pues obvio es que las privatizaciones favorecerían sólo a capitalistas extranjeros y nacionales subordinados, según ha ocurrido antes con las ventas del patrimonio nacional.

No sólo las finanzas están sujetas a programas foráneos, sino que las empresas de peso y muchas medianas pertenecen a corporaciones extranjeras, y en consecuencia el sector industrial se está cambiando en una enorme maquiladora de bienes intermedios y de consumo en los mercados locales e internacionales, sujeto a las leyes de acumulación y concentración del capitalismo trasnacional. Así como el campo florecerá en modestos insumos familiares, la industria será una maquiladora regida por la lógica del capital extranjero. Y estos dos acontecimientos, empobrecedores del pueblo, propiciarán que el mercado interior sea en realidad un mercado exterior surtido por importaciones.

Ese futuro de México no es para imaginación. No, en buena parte ya es presente, ya está dado en el espacio y en el tiempo en que vivimos con una característica peculiar: en la medida en que el porvenir se transforma en actualidad, se amplían y extienden el autoconsumo agrícola, la maquilación de la industria y la exterioridad del mercado interior, instancias que profundizará el ataque que ya puso en marcha contra los factores culturales que sustancian la personalidad nacional que hemos acunado en los casi 200 años de historia independiente.

México existe en la medida en que dignifica su soberanía en el concierto internacional con la cultura salvadora que ha creado por medio de sus luchas por organizarnos en Estado independiente, libre y justo. Dinamitar nuestra cultura es dinamitar al pueblo mexicano. ƑPodrán nuestras altas burocracias gubernamentales acabar con el país? ƑUsted qué piensa?

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