Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 5 de enero de 2003
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Editorial

CHIAPAS: NECESIDAD DE PAZ Y DE CAMBIO EN LA COCOPA

Los hechos son tozudos. Es evidente que subsisten el problema planteado por la existencia de un grupo guerrillero con vasto apoyo civil, y el de los municipios chiapanecos que no reconocen otra autoridad que la del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Es más, la decisión de los zapatistas de desconocer al senador Luis H. Alvarez, del Partido Acción Nacional, como mediador en la búsqueda de la paz en el estado, vacía de sentido y de contenido las gestiones del parlamentario político, ya que, obviamente, para poder mediar hay que contar con la aceptación de ambas partes en conflicto.

Este hecho, y la decisión indígena de practicar directamente la autonomía rechazada por el gobierno de Ernesto Zedillo y por el de Vicente Fox, plantean nuevas condiciones para el trabajo de la Cocopa (Comisión para la Conciliación y la Paz en Chiapas), que debe renovar sus propuestas al EZLN, sus métodos de negociación y sus fines mismos.

Es obvio, para quien sepa ver, que el EZLN descarta ahora una negociación encabezada por Luis H. Alvarez y por el gobierno foxista y que la decisión de practicar la autonomía que la ley antindígena aprobada recientemente por las cámaras y por la Suprema Corte de Justicia les niega es un paso más en la construcción de órganos de autogestión y de la autodeterminación de los indígenas de todo el país frente al gobierno estatal y federal. Es decir, es una disputa en los hechos de cuáles deben ser las bases de la democracia y de la ciudadanía, y se opone a la visión formal de ambos conceptos que tienen muchos políticos y leguleyos, los cuales rechazan la democracia directa a pesar de que, por ejemplo, figura en la legislación canadiense sobre los pueblos originarios.

No se puede fingir que el EZLN no existe y que todo sigue como hace unos meses. La manifestación de 20 mil indígenas en San Cristóbal, armados simbólicamente con machetes, demuestra un apoyo importante a la organización zapatista y, al mismo tiempo, una gran capacidad logística que le permitió concentrar tanta gente, proveniente de municipios y comunidades diferentes, en un lapso muy breve, así como también un alto grado de disciplina, ya que dicha manifestación fue una sorpresa para todos menos para sus organizadores.

Si los partidos quieren recuperar algo de la credibilidad perdida ante los indígenas de Chiapas y de todo el país, y las instituciones parlamentarias desean desempañar un papel propio, diferenciado del Poder Ejecutivo, en la búsqueda de la paz en Chiapas, es urgente que renueven y actualicen políticamente la Cocopa y que hagan comprender al gobierno federal que no es buena política presentar como mediador a una persona a quien sólo reconoce una de las partes.

 

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