Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 12 de diciembre de 2002
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Cultura

PREMIOS NACIONALES EN CIENCIAS FISICO-MATEMATICAS Y NATURALES

LUIS RAFAEL HERRERA ESTRELLA, BIOQUIMICO

Las plantas transgénicas ''llegaron para quedarse''

NO UTILIZAR LA TECONOLOGIA ES PEOR QUE USARLA, DICE

La ingeniería genética puede contribuir a la creación de una agricultura más amigable con el medio ambiente

CLAUDIA HERRERA BELTRAN

Las primeras plantas transgénicas se produjeron en el mundo a principios de los años 80 en el laboratorio de Marc Van Montagu, en la Universidad de Gante (Bélgica), y un mexicano, el ingeniero bioquímico Luis Rafael Herrera Estrella, tiene el orgullo de haber participado en el grupo de investigadores que realizó esa proeza científica.

A la distancia, cuando las plantas genéticamente modificadas no son sólo objeto de experimento, sino de intensas polémicas, y su comercialización ya involucra millonarias inversiones de firmas trasnacionales, este científico está convencido de que los transgénicos ''llegaron para quedarse" y a los agricultores mexicanos no les queda otra alternativa que incorporar estos avances a sus métodos de producción.

Si nos quedamos fuera de la jugada, explica, la agricultura mexicana va a ser todavía menos competitiva que ahora. ''El riesgo de no usar la tecnología es mayor que los riesgos de su uso", afirma.

En los próximos días Herrera Estrella recibirá el Premio Nacional de Ciencias en la categoría de ciencias físico-matemáticas y naturales, que se suma a la lista de galardones (como el Minuro y Ethel Tsutui, que otorga la Academia de Ciencias de Nueva York) recibidos a lo largo de su carrera científica, muy fructífera si se toma en cuenta que apenas tiene 46 años, 20 de ellos dedicados a las ciencias biológicas.

Defensa de los transgénicos

En charla con La Jornada, el director e investigador del campus Irapuato del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional detalla su trabajo pionero en la ingeniería genética y da su visión de la ciencia mexicana.

La vocación del doctor Herrera se despertó desde temprana edad. Cuando era niño quería ser bombero o inventor y le gustaba ver los programas científicos de la televisión. Recuerda que uno de ellos era El mundo del futuro, que hacía la BBC de Londres y que se transmitía los domingos.

Descubrió su pasión por la biología cuando estudiaba tercer año de la carrera de ingeniería en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional y tomó el curso de bioquímica microbiana con el doctor José Luis Herrera.

Era el año de 1976, cuando el estudio de transgénicos estaba en pañales. Los genes comenzaban a ser aislados en el laboratorio y todavía no se analizaban organismos más complejos como las plantas y los animales.

Luis Rafael Herrera comenta que ya ''intuía que se estaban abriendo importantes horizontes en la biología". luis_herrera_fondo

Cuando concluyó su maestría en genética y biología molecular en el Cinvestav, emprendió la búsqueda de una universidad en el extranjero en la que pudiera cursar el doctorado en el campo de las plantas y, por una de esas afortunadas casualidades, Marc Van Montagu, jefe del Departamento de Genética de la Universidad de Gante, considerado el padre de la biotecnología, vino a México a ofrecer una serie de conferencias y fue cuando Herrera se lo encontró en el baño. Ahí le preguntó si podía estudiar en su laboratorio.

El científico belga le dijo que no tenía estudiantes mexicanos y que sería bienvenido si Francisco Bolívar Zapata (actual director del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México y Premio Príncipe de Asturias) le expedía una carta de recomendación.

La obtuvo y a finales de 1981 entró al mejor laboratorio que pudo haberse imaginado, colaborando con el creador de la tecnología de introducción de genes con Agrobacterium tumefaciens, que se usa hoy en el mundo para producir plantas genéticamente modificadas.

En la Universidad de Gante permaneció cinco años y en 1986 regresó a México, soslayando ofertas de empleo de empresas estadunidenses y europeas. Desde su partida dice que tenía claro que debía trabajar en su país de origen, porque ''no había investigadores que estuvieran entrenados" en su campo.

A partir de entonces hizo una serie de contribuciones para entender los mecanismos moleculares que regulan la expresión de genes de plantas en respuesta a estímulos medioambientales como pueden ser la luz, la salinidad y el frío.

Posteriormente, dedicó parte de su programa de investigación básica al estudio de problemas relevantes para la agricultura de América Latina. Analizó los mecanismos moleculares de la acción de toxinas producidas por bacterias patógenas de plantas y logra desarrollar plantas trasgénicas resistentes a enfermedades causadas por bacterias.

Ahora como protagonista en el campo de la ingeniería genética, cree que las críticas a los transgénicos se deben a que se ignora el potencial que la tecnología puede tener en la mejora de la producción y de la calidad de alimentos y en hacer una agricultura más amigable al medio ambiente.

En el caso concreto de la contaminación de maíz criollo, asegura que no tiene implicaciones negativas, porque los genes de variedades comerciales han estado pasando desde hace 50 años y, por tanto, las variedades llamadas criollas no son puras, como se quiere hacer ver.

Insiste: ''No hay que espantarse de los transgénicos. Creo que debe existir una legislación que regule cómo se utilizan, pero no debemos bloquear la tecnología, porque los países avanzados la van a ocupar y vamos a quedarnos en mayor desventaja que ahora", afirma.

Luis Rafael Herrera Estrella define a la ciencia nacional como ''razonablemente buena", pero considera que no cuenta con los suficientes investigadores ni la infraestructura necesaria para hacer de México un país competitivo en el ámbito internacional.

Al respecto, el investigador del Cinvestav considera que los empresarios han fallado en promover el desarrollo científico y tecnológico del país, porque ''quieren ir mucho a la segura y tener ganancias, aunque sean menores, en vez de arriesgar su capital para hacer algo que nos dé mayores beneficios".

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