Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 2 de diciembre de 2002
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Mundo

Robert Fisk*

Osama Bin Laden escribe el guión de la guerra contra el terror

Hubo un tiempo en que el atentado en Bali hubiera sido el suceso noticioso del año, el acto más violento ocurrido en 12 meses, que sería recordado en diciembre, con horror, como uno de los más terribles crímenes. Pero Bali fue sólo la noticia del mes. Y tal vez, muy pronto, los bombazos en Karachi, en Bali y en Mombasa serán sólo las noticias de la semana. ƑVen lo fácil que ha sido aclimatarnos a la muerte en gran escala? ƑCuál será la pesadilla de esta semana? ƑCuántos inocentes más habrán sido asesinados de aquí al próximo recuento semanal de noticias?

Pero los asesinatos en Kenia y el intento de derribar un avión israelí fueron mucho más importantes de lo que cree la mayoría. Porque al lanzar al ruedo a Israel, y al permitirle convertirse en socio de la necia "guerra contra el terror", Al Qaeda se ha asegurado de que el mundo musulmán árabe dé su solidaridad, auténtica aunque pasiva, a Osama Bin Laden. Muchos árabes estaban indignados por los crímenes internacionales contra la humanidad del 11 de septiembre de 2001, pero pocos se opondrían a un ataque antisraelí, sin importar lo cruel que fuera, mientras continúe la represión israelí de los palestinos. Si ahora Al Qaeda está contra Israel, los árabes apoyarán a la red.

De manera totalmente previsible, Ariel Sharon cayó en la trampa de Al Qaeda. Juró "venganza". De esa forma, cualquier revés sufrido por Al Qaeda, ya sea a manos de Estados Unidos, Gran Breaña o Australia, será visto como un ataque israelí. Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel ahora luchan en el mismo frente. A corto plazo, y en su mendaz intento de vincular a Yasser Arafat con Bin Laden, Sharon ha ganado cierta ventaja.

Por fin, la guerra israelí contra el "terror" de los palestinos puede ser colocada al mismo nivel que la nueva guerra contra Al Qaeda. Ya no será necesario que el repugnante vocero de Sharon justifique la brutalidad de su ejército hacia los palestinos, porque Israel está luchando en la misma batalla de "el bien contra el mal" que el presidente Bush inventó para nosotros hace poco más de un año.

Pero para los israelíes, toda esta actitud es un error. Al responder al perverso ataque de Al Qaeda contra sus civiles Israel se está echando encima a un adversario grande y poderoso, pues los hombres de Bin Laden no son los desesperados suicidas que los palestinos producen en sus fétidos campos de refugiados. Los hombres de las legiones de Bin Laden, entrenados en Afganistán, no surgen de la miseria de Gaza ni de las zonas ocupadas de Cisjordania. Se trata de hombres sin escrúpulos, altamente motivados e inteligentes -la única vez que ha tenido razón el editorialista William Safire fue cuando los llamó "guerreros sanguinarios"-, y podrían ser mucho más de lo que pueden enfrentar los agentes de tercera clase con que cuenta la inteligencia israelí.

El mediocre ejército israelí puede matar fácilmente a niños que arrojan piedras, pero Al Qaeda es un adversario muy diferente. Y si Sharon pretende enfrentarse a Bin Laden, se está asegurando de que Israel vaya a la guerra con el más peligroso enemigo que haya surgido en el mundo en los últimos 54 años.

Sería mucho mejor dejar que los estadunidenses se lancen contra Al Qaeda -aunque no parece que tengan mucho éxito- en lugar de arrastrar a Israel a la batalla.

Ahora, sin embargo, Bush y Blair tendrán que observar en silencio a Sharon mientras éste aporrea a los palestinos con la esperanza de que se sometan. Ahora Israel está involucrado en nuestra guerra, está en nuestro bando, y cualquier cosa que haga lleva el sello de "guerra contra el terror". Está del lado de los buenos, y si tiene que matar nueve niños cuando intenta asesinar a un líder de Hamas, la Casa Blanca ni siquiera va a poder criticar su "rudeza".

(Por cierto, sería muy instructivo hacer notar que mientras las muertes de esos niños en Gaza fueron una "rudeza" para el vocero de Bush, Ari Fleischer, el asesinato de 12 soldados y policías israelíes fue calificado por el mismo caballero de "crimen atroz".)

Pero detengámonos a pensar un momento. ƑAlguien se ha dado cuenta que hay algo raro en el último episodio de la "guerra contra el terror"? ƑSe le ha ocurrido a alguno de los polluelos de halcón de Washington o de Downing Street que están perdiendo la iniciativa? ƑHa notado alguien que es Bin Laden quien está escribiendo el guión?

Al Qaeda ataca Nueva York para que nosotros ataquemos Afganistán. Al Qaeda ataca Bali para que el gobierno australiano reitere su apoyo a Estados Unidos. Al Qaeda amenaza a Estados Unidos para que nosotros demos muerte a cuatro de sus miembros en Yemen.

Y mientras tanto, nuestros gobiernos -incluso el irlandés, según se informó la semana pasada- responden no protegiéndonos, no uniéndose en un nuevo y alentador sistema de justicia internacional, sino aprobando leyes que reducirán nuestras libertades y nuestros derechos.

ƑNos ataca Al Qaeda? Hay que intervenir los teléfonos y los correos electrónicos de ciudadanos inocentes. Vamos a catear a todo musulmán que se encuentre en un aeropuerto. Espiemos a nuestro propio pueblo. Cómo debe de estar sonriendo Bin Laden, y me consta que no es un hombre con sentido del humor.

Ahora los estadunidenses tienen que vivir con el Departamento de Seguridad de la Patria (en inglés, Departament of Homeland Security). En este momento quizás es mejor pasar por alto las raíces teutónicas de este nombre: Homeland se traduce como "patria", o en alemán, Heimat, como se decía durante el Tercer Reich. En los aeropuertos de Estados Unidos ya son señalados los viajeros extranjeros, ya sea por su color de piel, su religión o su empleo.

He aquí un pequeño ejemplo. Recientemente concluí otra serie de conferencias en universidades de Estados Unidos. Los estadunidenses son gente grandiosa: son brillantes y quieren saber la verdad sobre Medio Oriente, en buena parte porque se dan cuenta de que sus periódicos y televisoras les mienten sobre lo que ocurre en la región. Yo no cobro por mis conferencias. The Independent y su edición dominical tienen miles de lectores en Estados Unidos y los periodistas tenemos el deber de hablar con ellos.

Pero en el viaje más reciente pasé por la "revisión al azar" de los aeropuertos en 21 ocasiones. Cada vez que tuve que subir a un avión, un pequeño código aparecía impreso en mi pase de abordar y todo mi equipaje de mano era desmenuzado.

Esto no me molesta en lo más mínimo. El personal de seguridad de los aeropuertos es cortés, mal pagado y con frecuencia muy amistoso: incluso convencí a uno de estos empleados de ir a la plática que di en Manhattan. Pero fue el hecho de haber salido de Beirut, o bien el número de visas de países parias que tengo en mi pasaporte, o simplemente mis reportajes, lo que me hizo ir a parar a la lista de seguridad estadunidense.

El código de seguridad del pase de abordar era, de hecho, muy fácil de descifrar -debe de serlo si hasta un cabeza dura como yo se dio cuenta de su existencia-. Pero el problema es que, nuevamente, el ciudadano respetuoso de la ley está pagando el precio por Bin Laden.

He aquí algunas reflexiones. ƑPor qué debemos dejar que Al Qaeda escriba el guión? ƑPor qué no creamos una estructura para procurar un auténtico derecho internacional? ƑPor qué no hablamos de "justicia" en vez de "venganza"? ƑPor qué no contamos con tribunales internacionales ante los que tengan que comparecer todos los que quieran matarnos? Yo no quiero que los miembros de Al Qaeda sean hechos volar en pedazos por los matones de Bush. Quiero que sean juzgados de manera imparcial y conforme a procedimiento.

Desde luego, los estadunidenses responderían a esto con quejas y lloriqueos. Se pondrían a parlotear sobre cómo ellos podrían ser llevados ante una corte por motivos políticos, y dirían que sus tropas podrían ser sometidas a juicio por crímenes de guerra. Dada su conducta en Afganistán, me queda claro el motivo de esta preocupación. Me queda claro, asimismo, que a Sharon también le preocuparía acabar ante una corte acusado de crímenes de guerra por su papel en la matanza de palestinos en Sabra y Chatila en 1982. Yo no sé si Sharon es culpable, pero creo que merece un juicio justo.

No, no estoy equiparando a Al Qaeda con Sharon, ni estoy asociando a los inocentes con los culpables. Pero es hora de seamos nosotros quienes escribamos el guión de este conflicto terrible. Es momento de que dejemos de aplastar nuestras propias libertades. Es tiempo de que hablemos de legalidad, imparcialidad y justicia, no sólo para los criminales, sino para todo Medio Oriente.

© The Independent

*Periodista irlandés especialista en Medio Oriente, corresponsal de The Independent. Traducción: Gabriela Fonseca

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