Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 12 de noviembre de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Espectáculos
Fueron cuatro horas de baile y pronunciamientos contra la violencia en el mundo

A ritmo de ska, 12 mil festejaron el aniversario del Faro de Oriente

Roco, de Maldita Vecindad, abrió la jornada como diyéi sorpresa

Mescalito llamó a "mandar a la goma" las imposiciones neoliberales Panteón Rococó, el más esperado

GABRIEL LEON ZARAGOZA

La presentación guapachosa de las bandas Panteón Rococó y Mescalito, así como de Roco de Maldita Vecindad, en el tercer aniversario del Faro de Oriente, desbordó todas las expectativas de diversión de los 12 mil niños, adolescentes y padres de familia que se dieron cita para bailar cuatro horas al ritmo de ska e iluminarse con los pronunciamientos contra la violencia en el mundo y a favor de la apertura de espacios para los jóvenes en el país.

El saldo del encuentro gratuito fue blanco, sólo decenas de chicas padecieron manoseos, otros recibieron golpes por los frenéticos bailes y algunos quedaron adoloridos porque les cayeron encima los protagonistas de las catapultas. Fuera de ello, prevaleció el lema del acto: "Para que las tocadas duren, la seguridad somos todos" y todos convivieron como en una hermosa comuna hippie sesentera.

Nunca olvidada y cada vez más presente entre los miles de púberes que abarrotaron la explanada de la gran nave de oriente, la Santísima Trinidad Social (Zapata, el Che y Marcos) estuvo en el festejo mediante las formas de expresión y posiciones culturales que los jóvenes han adoptado paulatinamente para situar su realidad: "Estoy inconforme con un gobierno por el que no voté y con su forma de conducir el país", expresó uno de los miles de adolescentes que acudieron al llamado del encuentro, organizado por la Secretaría de Cultura capitalina.

Playeras, cintas en la cabeza, máscaras, nuevas formas de genuflexión al dios rock, peluches, disfraces y semidesnudos fueron elementos que el público utilizó para hacer sentir su presencia al oriente de la ciudad de México.

Por supuesto, y como en cada "concierto de conciencia" que se realiza desde el primer día de enero de 1994, los pronunciamientos políticos y sociales de la banda roquera fluyeron: "A ocho años del levantamiento de Chiapas nos mantenemos en pie. Las cosas siguen siendo la misma chingadera y desde aquí nosotros (permanecemos) tratando de abrir espacios, de conservarlos y defenderlos como perros. Le gritamos al gobierno que chingue a su madre", secundaban los jóvenes al vocalista de Mescalito, segundo en turno al escenario.

Y al ritmo de los silbidos alusivos al 10 de mayo, y con los puños cerrados y los brazos en alto que se contraen hacia atrás, la fiesta se armó durante cuatro horas.

La sesión la abrieron Roco y sus destellos de programador musical -"diyéi sorpresa", dirían los organizadores. La amplia gama de world music que ofreció este músico mexicano desde su consola de transmisión permitió que el público-pasaje del barco Faro tomara el sol al cálido retumbar del raggae, hip hop, rock y otros afrogéneros de cadenciosos movimientos y peligrosos acercamientos.

Las incipientes apariciones de peluches infantiles y sicodélicos se hicieron notar ante los primeros ocho mil asistentes, que se registraban en el inicio del concierto. Para entonces las entradas y salidas habilitadas para ingresar al foro mantenían una hilera de jóvenes que semejaba un canasto del que no cejaban de salir personas.

En la segunda hora de la tocada aparecieron los integrantes de Mescalito en el escenario (estuvieron 50 minutos) para llamar, con sus temas de rock y afrocaribe, a los presentes a pronunciarse por "mandar a la goma" las "pinches imposiciones neoliberales".

A falta de objetos, las bolsas con agua resultaron estupendos proyectiles que los jóvenes lanzaban. Salvo las mojadas con el líquido vital o agua de riñón, la cosa no pasó a mayores. Los primeros intentos de semidesnudos femeninos fueron pueriles, "sólo para la fotografía" y nada para las cientos de voces que aclamaban "cueros, cueros".

Al final, ninguna señorita cedió al llamado de los tiburones, pero media docena de varones sí. En distintos momentos del concierto algunos jóvenes eran izados y expuestos a la vista de todos; repentinamente se bajaban los pantalones y sacudían sus "miserias", así calificadas por el sector femenino que reprobaba las acciones, entre burlas y miradas acuciosas.

Faltó espacio para moverse

Cuando apareció en escena el esperado de la tarde, Panteón Rococó, ya no había espacio para moverse y las filas de personas seguían siendo largas. Pese a ello, no se produjo acto alguno de violencia.

Los estetas del Rococó realista-musical abrieron su concierto social con la rola Dime y se siguieron la fiesta con 19 piezas más, casi todos los temas de sus dos discos. Sólo les faltó su clásico: La dosis, quizás porque se quieren quitar el estigma de la pieza, comentaban algunos de los periodistas presentes.

El clímax acústico de Panteón hizo que los slams de los de Nezahualcoyótl e Iztapalapa se convirtieran en megaslams; involuntariamente todos, absolutamente todos, participaban en el maremágnum.

Este carrusel de emociones skapunketas, que representó para muchos jóvenes la oportunidad de ver de cerca a estas bandas, concluyó como empezó: caras felices, aplausos y saludos a los compañeros musicales del EZLN y al Sub, a quien fervorosamente la multitud lo encomendó a Dios para que "nos lo cuide".

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año