Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 7 de noviembre de 2002
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Mundo

Angel Guerra Cabrera

La alternativa cubana

Enrique Iglesias, director del Banco Interamericano de Desarrollo, calificó de "muy importante" la campaña contra el hambre anunciada por el presidente electo de Brasil, Luis Inacio Lula da Silva, quien la definió con una sencilla formulación -"que todo brasileño haga tres comidas al día al término de mi mandato"-, pero llevarla a cabo entrañaría lo más cercano a una revolución, por cuanto implicaría afectar intereses de la oligarquía brasileña y desafiar los dogmas del Consenso de Washington.

El banquero Iglesias, circunspecto, sentenció acto seguido: "ƑCómo hacemos para tener acuerdos sociales en economías globalizadas?", y agregó: "Las limitaciones que nos impone la relación internacional son muy grandes". Era la "señal de desaprobación de los mercados" -de tanto escucharlo uno en la tele se le pega el sofisma- al atrevimiento del ex líder obrero paulista. Y es que el (seudo)pensamiento dominante quiere hacernos creer que no existe alternativa a las recetas que están haciendo trizas las precarias conquistas latinoamericanas frente al subdesarrollo y la dependencia. Las sacrosantas "reformas", vendidas como un dentífrico por los loros amaestrados del sistema e incumplidas por Estados Unidos, su heraldo mundial, en lo que no le conviene, son en rigor lo contrario por su carácter entreguista y expoliador. "Libre" comercio, privatizaciones, restricción del presupuesto, reforma laboral y energética, desprotección del campo, desmantelamiento de la educación, la salud y la seguridad social públicas, todo para atraer a "los mercados", cuyos capitales, en premio, terminan fugándose y provocando otra de las crisis financieras que conducen en un ciclo repetitivo a ma-yor pérdida de soberanía y nivel de vida.

Hete aquí que existen quienes no cumplen con el dogma y les va mucho mejor. China es un caso; su economía, dirigida centralmente y con un alto grado de inversión estatal en infraestructura, crece sostenidamente a ritmos que son la envidia de los colosos capitalistas, ahora desconcertados ante un estancamiento que no cede con ningún remedio. Pero un referente más cercano para los latinoamericanos y más relevante que el de China es Cuba. Su pequeña economía crece desde hace ocho años, pese a haber tenido que remontar del agujero negro a que la empujó la pérdida de la favorable relación económica con la URSS, a la vez que se recrudecía el bloqueo yanqui. Forzada a una reinserción acelerada en el mercado capitalista mundial, lo ha hecho creativamente, al mantener una renuencia muchísimo mayor que China a exponer su sociedad al libre juego de la oferta y la demanda y a ceder en cuanto comprometa lo fundamental de su orientación socialista, ya sea en lo económico, como en lo social y cultural, campos de su política que la singularizan entre los países que tomaron esa ruta desde 1917 por el excepcional acento inclusivo, hu-manista y democrático que les ha conferido. Al tiempo que se recupera de la crisis de principios de los años 90, Cuba ha dirigido la inversión estatal -y extranjera, bastante menor- a ramas generadoras de divisas y empleo como el turismo -nueva lo-comotora económica-, pero también al níquel, la sideromecánica, la pesca, la electrónica, el tabaco, la prospección y extracción de petróleo y la generación de electricidad. Esta última se realizará del todo en 2003 con crudo nacional mediante un amplio programa de modernización de la industria, al tiempo que se estimulan fuentes opcionales de energía. También han recibido gran impulso las industrias biotecnológica y farmacéutica y la producción de alimentos -destacadamente verduras-, esta última a partir de una estrategia de reconversión del sector agropecuario a tecnologías verdes, de una extensión del cooperativismo hasta hacerlo dominante y de la distribución en usufructo de miles de parcelas de tierra. Paralelamente, han continuado elevándose los índices de desarrollo humano, muchos de ellos de Primer Mundo y superiores a los de América Latina, con una forma de vida modesta, pero esencialmente igualitaria.

Lo más significativo de la experiencia cubana es el lugar que concede al ser humano. Emblemática de ello es la conducta gubernamental hacia la población afectada por los huracanes. A un año del paso de Michelle -el más destructivo que azotó la isla en décadas- concluye la reconstrucción de más de 150 mil viviendas, 20 mil de ellas nuevas, y de toda la infraestructura dañada. Nadie quedará abandonado, afirmó entonces Fidel Castro.

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