Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 7 de noviembre de 2002
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Política
En 1971 dijo a Heberto Castillo: él tramó y dirigió la masacre del jueves de Corpus

Alfonso Martínez Domínguez deja sin ratificar acusación contra Echeverría

Los halcones atacaron a los estudiantes por órdenes del ex presidente, confesó al ingeniero

BLANCHE PETRICH

El neoleonés Alfonso Martínez Domínguez intentó en dos ocasiones desligar su imagen pública y su nombre de la agrupación paramilitar que en 1971 masacró una marcha estudiantil. No lo logró. Murió marcado por la sombra de los halcones, sin saldar su cuenta pendiente con el proceso de esclarecimiento sobre lo que ocurrió aquel jueves de Corpus. Al final de su vida tuvo oportunidad de ratificar su versión de los hechos, de sostener ante la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado aquella confesión que hiciera tres décadas atrás a Heberto Castillo, cuando sostuvo que el ex presidente Luis Echeverría Alvarez tramó y dirigió la masacre.

alfonso9No lo hizo. Al morir, cerró filas con el sistema al que perteneció; con la clase política que le exigió en 1971 una renuncia vergonzosa, pero que lo premió, ocho años después, con el gobierno de su estado.

Este año tuvo dos oportunidades para ratificar ante el fiscal Ignacio Carrillo Prieto la versión que él relató en 1971, y que el ingeniero Castillo reveló ocho años después: que los halcones sí existieron como grupo de choque; que el Departamento del Distrito Federal incluso pagaba su nómina, pero que días antes de la marcha estudiantil recibió órdenes del presidente Luis Echeverría de delegar el mando de esa agrupación al gobierno federal.

"Jura AMD -escribió en 1979 Heberto Castillo en Proceso- que ni él ni el general Rogelio Flores Curiel (jefe de la policía del DF) tuvieron nada que ver en el asunto, que las reuniones del subsecretario Gutiérrez Barrios con las fuerzas policiacas del Departamento del Distrito Federal y con miembros del Ejército se dieron en la Secretaría de Gobernación". El saldo de esa represión fue de 35 jóvenes muertos.

En 1997, ya retirado de la política, Martínez Domínguez volvió a culpar a Echeverría, su rival de toda la vida, en una entrevista concedida a una televisora local de Monterrey. Ahí confirmó la existencia de los halcones, reveló que ese cuerpo contaba con cerca de mil elementos y que la tarde de Corpus, coordinados por el Ejército bajo órdenes directas de Echeverría, atacaron la marcha estudiantil.

Estas afirmaciones, sin embargo, no tienen valor ministerial. En dos ocasiones, el fiscal que investiga la masacre del 10 de junio le preguntó concretamente sobre lo que, recién destituido del Departamento del Distrito Federal, le dijo a Heberto Castillo. En lugar de ratificar su dicho, Martínez Domínguez entregó al fiscal una declaración escrita de tres cuartillas. "En ésta solamente afirma que él no es responsable de la matanza de estudiantes y que la noche de la represión acudió a Los Pinos a una reunión con el Presidente para tratar un asunto relacionado con el sistema de agua", informó Jesús Martín del Campo, uno de los demandantes de la causa abierta por los hechos del jueves de Corpus.

Martín del Campo lamenta que Martínez Domínguez haya negado la oportunidad de conocer lo que sucedió esa noche en las altas esferas del poder. Pero estima que la muerte de este actor principal no corta de manera definitiva el hilo de la investigación. "La versión de Heberto sigue siendo un indicio importante. Se puede conectar con otras pruebas y otras declaraciones. Lo que sí, es que la muerte de Martínez Domínguez debe ser una señal de alerta para el fiscal. Si no agiliza la investigación, si no concluye con los elementos que ya tiene, nunca vamos a ver cumplido el objetivo para el cual fue creada la fiscalía especial."

Hombres del sistema, corresponsables, enemigos

Nacieron el mismo año, 1922, Martínez Domínguez y Echeverría. Fueron hombres del sistema y enemigos acérrimos. El primero fue líder nacional del PRI cuando Echeverría hacía su campaña electoral para la Presidencia. Ahí tuvieron su primer gran choque, cuando el seguro sucesor de Gustavo Díaz Ordaz, intentando sacudirse el estigma de la matanza de Tlatelolco, accedió en un mitin a guardar un minuto de silencio por los caídos del 68.
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Martínez Domínguez le confesó a Heberto Castillo: "El Ejército estuvo a punto de abandonar la campaña". Para reivindicar el orgullo de los militares, Díaz Ordaz dispuso que el candidato leyera en público un discurso de rectificación redactado por los generales. Martínez Domínguez fue el encargado de transmitirle la orden.

Para 1971, según la cadena de mandos de entonces, el presidente Echeverría era el único jefe de Martínez Domínguez. Y bajo las órdenes de éste trabajaba el entonces coronel Manuel Díaz Escobar, entrenador y comandante de los halcones. Este fue premiado con un ascenso y la agregaduría militar en Chile después de la matanza. Ya falleció.

El ex regente le "juró" al ingeniero Castillo que para esos días ese cuerpo paramilitar pasó a la jurisdicción de Gobernación. Y que el día de la matanza estaba comiendo en Los Pinos con Echeverría y otros funcionarios. Durante la sobremesa sonó el teléfono. El Presidente respondió:

"Sí, dígame. ¿Heridos? Llévenlos al Campo Militar. No permitan fotografías". Así fue como el regente conoció el desenlace de la marcha universitaria. Después el mandatario le ordenaría dar una conferencia de prensa donde negó la existencia de los halcones. Y días más tarde se produciría aquel otro célebre intercambio. Echeverría le dijo a Martínez Domínguez: "Alfonso, vaya usted a su hogar, reúna a su esposa y a sus hijos, y dígales que va usted a servir al Presidente. Dígales que ha renunciado usted".

Ya gobernador de Nuevo León, el ex regente, quien nunca pudo deshacerse del mote que le impuso la juventud de esa época: Halconso, relató a los antiguos activistas del movimiento estudiantil neoleonés: "Le llevé mi carta de dimisión a Los Pinos, y al momento de entregársela le dije: 'Aquí tiene usted mi renuncia. Y chingue usted a su madre'".

Treinta años después, Martínez Domínguez pudo haber hundido con una declaración al ex presidente. Pudo haber explicado lo que supo de aquellos hechos, de aquellos años. Pudo haber ayudado a correr la cortina de silencio. Murió el martes, sin hacerlo.

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