Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 25 de octubre de 2002
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Mundo
Un sacerdote católico violó el secreto del confesionario y lo denunció a las autoridades

Captura la policía en Washington al francotirador y a un cómplice

Los mil 200 agentes federales y los 500 uniformados locales tuvieron poco o nada de éxito

John Allen Muhammad perteneció a las fuerzas armadas y participó en la Guerra del Golfo

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington, 24 octubre. Al final no fueron los mil 200 agentes federales, ni los 500 policías locales apoyados por aviones y helicópteros, los que capturaron al supuesto francotirador, sino un sacerdote católico que decidió violar la santidad del confesionario y dio aviso a las autoridades sobre un mensaje de-jado por uno de los acusados.

John Allen Muhammad, de 41 años, y el jamaiquino Lee Malvo, de 17, fueron detenidos la madrugada del jueves en un sitio de descanso de una autopista en las afueras de Washington, DC.

No estaban a bordo de la ahora famosa camioneta blanca que la policía había buscado durante las últimas tres semanas, sino que fueron sorprendidos dormidos en un Chevrolet Caprice azul 1990.

Este automóvil, se informó, había sido modificado con una plataforma en el asiento trasero para que una persona tendida pudiera apuntar un rifle por un agujero he-cho en la cajuela.

Las autoridades federales confirmaron este jueves que un rifle Bushmaster calibre .223, la versión civil del M-16, encontrado en el vehículo de Muhammad, es el arma de fuego utilizada por el francotirador para asesinar a 10 personas y herir a tres más en esta región de Washington.

Muhammad fue miembro de las fuerzas armadas de Estados Unidos durante nueve años, y era veterano de la guerra del golfo Pérsico, conflicto en donde consiguió un reconocimiento gubernamental por ser experto en el ma-nejo del rifle M-16.

Durante las últimas tres semanas las autoridades habían informado que estaban buscando a un hombre con un acento hispano, después arrestaron a dos inmigrantes indocumentados (un me-xicano y un guatemalteco), y re-cientemente se especuló que un desertor francés podía ser el responsable de los ataques, y no descartaban que fueran obra de un complot "terrorista".

Ironía de la vida

De hecho, hubo un momento irónico cuando la policía sospechó que el responsable podría ser un inmigrante hispano, y suplicó ante los medios de comunicación a los extranjeros, incluso a los indocumentados, que acudieran a brindar cualquier información, y les aseguró que no serían deportados y podría aspirar a una visa especial.

Así, cuando las autoridades en México solicitaban la ayuda del ex alcalde Rudolph Giuliani para resolver la inseguridad en el Distrito Federal, sus pares de Maryland demandaban allí la ayuda de los inmigrantes mexicanos para resolver la suya.

Pero cuando la policía finalmente detuvo al hombre que se cree es el "francotirador" que atemorizó por semanas a millones de estadunidenses, resultó que éste es un veterano militar que nació y fue criado en Estados Unidos.

Pero se supo aún más: la policía había detenido al supuesto francotirador cuatro o cinco veces en las últimas tres semanas durante su cacería humana.

Muhammad, indican varios me-dios de comunicación, fue detenido por agentes de la policía por exceso de velocidad y por cruzar cuando el semáforo estaba en ro-jo, pero aparentemente en ningún momento los agentes se dieron cuenta que conducía el mismo vehículo modificado con una plataforma para disparar y un agujero del tamaño de un bote de cerveza para apuntar el rifle.

Al parecer, el caso por fin dio un giro decisivo cuando un desconocido, ahora identificado tentativamente como uno de los detenidos este jueves, llamó el pasado fin de semana a un sacerdote católico en Virginia para confesar los atentados en Washington y en Montgomery, Alabama.

Según la cadena televisiva CBS, el sospechoso Malvo no encontró al sacerdote y dejó su confesión grabada en una contestadora telefónica. Después, el religioso co-municó el contenido de la confesión a las autoridades.

Fue la información que vinculó los atentados de las afueras de Washington con un crimen en Montgomery, Alabama, cometido el pasado 21 de septiembre lo que dio las pistas para hallar a los dos sospechosos.

La policía de Alabama contaba con una huella digital de ese criminal, la cual se comparó con una ficha de Malvo del Servicio de Inmigración y Naturalización.

Inmediatamente, la policía comenzó una intensa búsqueda nacional de toda la información sobre Malvo y su compañero Mu-hammad, quien inicialmente fue identificado como el padrastro del joven (ahora eso está en duda), lo que llevó a los agentes al otro extremo del país, a Tacoma, estado de Washington, para catear una casa donde habían vivido ambos sospechosos, y otra vivienda en Nueva Jersey, donde habían re-sidido recientemente.

La noche del miércoles, ya tarde, la policía anunció a los medios que buscaba un Chevrolet Caprice, y dio a conocer los números de las placas, NDA-21Z.

Un camionero observó un auto parecido con dos hombres que estaban durmiendo en el interior del vehículo, cerca de la una de la mañana del jueves. La policía rodeó el coche y detuvo a los dos sin incidentes.

Las autoridades mantienen este jueves encarcelado a Muhammad con cargos iniciales de posesión de un arma de fuego no autorizada, y a Malvo como "testigo material" de estos crímenes.

Pero los funcionarios están elaborando cargos adicionales que se presentarán en los próximos días, en lo que será el comienzo de un extenso proceso judicial.

Aunque todo Washington y sus suburbios en los estados de Virginia y Maryland empezaban a respirar con tranquilidad tras el anuncio del arresto de los presuntos responsables de crímenes que habían aterrorizado a estas comunidades, había más preguntas que respuestas sobre el caso del asesino múltiple, y la policía no tiene indicios del motivo de la cacería humana emprendida por Muhammad, antes conocido como Wilson, y su compañero.

Lo que sí fue un hecho es que durante tres semanas el caso del francotirador virtualmente había borrado otras noticias.

El debate sobre una guerra contra Irak casi desapareció, así como la cumbre en Los Ca-bos, México, los bombazos en Medio Oriente, la situación de los rehenes en Moscú y hasta las elecciones nacionales legislativas que se celebrarán aquí en 12 días.

Los noticieros de este jueves, como ocurrió durante los últimos días, hicieron una cobertura constante y repetitiva del arresto del supuesto francotirador, con imágenes del vehículo, del joven Malvo, y un desfile infinito de "expertos" que analizaron cada aspecto y detalle del caso.

Todo el mundo se centró hoy en los datos biográficos de los detenidos. Hasta ahora se sabe que Muhammad se ha casado dos veces, tiene cuatro hijos y una historia de amenazas de violencia contra algunos de estos familiares.

Decidió adherirse al Islam a fines de los años 80, y recientemente cambió su apellido, pero todavía no se sabe si militó en alguna organización religiosa, aunque sí participó en la Marcha de un Millón de Hombres, organizada por el líder musulmán estadunidense Louis Farrakhan.

Pero el elenco de periodistas, expertos, sicólogos y ex agentes de seguridad pública no podía brindar alguna explicación de lo que motivó a los acusados para cometer tan horrendos crímenes.

Claro, como a lo largo de estas tres semanas, eso no impidió a todos a especular so-bre las variantes más inimaginables.

Y el día concluyó de la misma forma que todos los anteriores: con voceros de las agencias de seguridad pública frente a cámaras y micrófonos ofreciendo sólo co-mentarios generales y rehusándose a confirmar hechos que ya han sido reportados en los medios masivos de comunicación.

Lo único que se puede confirmar rotundamente es que casi cualquier persona puede conseguir aquí un arma de alto poder y provocar que la vida rutinaria se transforme instantáneamente en una zona de terror, ansiedad, tragedia y angustia en el mero corazón del país más poderoso del planeta.

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