Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 8 de octubre de 2002
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Editorial
BUSH: MENTIRAS Y ALARMISMO

sol-2Es difícil imaginar en el mundo contemporáneo un discurso político más carente de rigor, seriedad y fundamentos que el pronunciado ayer por el presidente George W. Bush, en el que apremió de nueva cuenta al Congreso y a los ciudadanos de su país a respaldar una aventura bélica contra Irak.

En su terquedad militarista, el mandatario atropelló el sentido común, mintió descaradamente acerca de las prioridades mundiales de seguridad y refutó incluso un reciente informe del director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), George Tenet, en el que se reconoce la falta de pruebas sobre el presunto empeño de Bagdad por fabricar armas nucleares.

Si hubiera un mínimo indicio de sinceridad en el afán de Bush de "desarmar a Saddam Hussein en aras de la paz", el gobierno de Estados Unidos tendría que otorgar un amplio e incondicional respaldo a la misión a Irak de los inspectores de la Organización de las Naciones Unidas; sin embargo, si el equipo de verificación de armas de destrucción masiva no ha podido viajar al país árabe es por el empecinamiento de la Casa Blanca en sabotear esa tarea. La razón es simple: si los funcionarios internacionales volvieran de Irak sin indicios del presunto rearme iraquí, Bush y su equipo se quedarían sin argumentos para desencadenar una guerra que necesitan desesperadamente, pero no para asegurar la paz mundial, sino para ejercer el control sobre los recursos petroleros del país árabe, para cobrarle viejas facturas personales al dictador iraquí y para insuflar un poco de credibilidad en las campañas electorales del alicaído Partido Republicano de cara a los comicios legislativos del próximo 5 de noviembre.

En esa lógica, es preciso valorar los esfuerzos pacifistas efectuados por centenares de miles de ciudadanos lúcidos y de buena voluntad que el domingo pasado marcharon por las calles de San Francisco, Nueva York, Denver y otras ciudades de la nación vecina para exigir que el grupo en el poder no emprenda una nueva agresión internacional en nombre de la sociedad.

Las movilizaciones referidas fueron una representación inequívoca del sentir de tres cuartas partes de los estadunidenses, de acuerdo con la encuesta que publicó ayer The New York Times. Según el estudio, tres de cada cuatro ciudadanos interrogados piensan que su Presidente debe preocuparse más en reactivar la economía interna que en agredir a Irak, y que siete de cada diez desean que los candidatos de ambos partidos hablen más de temas económicos nacionales que de una guerra en el golfo Pérsico.

En este contexto, es claro que a Bush no le queda más alternativa, para seguir impulsando su proyecto de guerra, que mentir una y otra vez y alarmar a su pueblo con el espantajo de la fantasmagórica amenaza iraquí.

Ante las falsedades goebbelianas del mandatario estadunidense es pertinente recordar, a decir de las encuestas, que los estadunidenses buscan seguridad fundamentalmente en la vivienda, el empleo, la alimentación, la educación y la salud, y que las más graves amenazas a la paz regional en Medio Oriente son los empeños agresivos del propio Bush y las atrocidades que perpetra -un día sí y otro también- su principal aliado en la zona, Ariel Sharon, quien justo ayer ordenó una nueva masacre de civiles palestinos -14 muertos, entre ellos una mujer y un niño, y 200 heridos- en la franja de Gaza.
 

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