Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 1 de octubre de 2002
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Editorial
CUBA Y MEXICO: ¿RUPTURA?

El hasta ayer embajador de México en Cuba, Ricardo Pascoe, marcó su despedida del cargo y de la isla con una carta abierta al presidente Vicente Fox, en la que advierte la inminencia de una "ruptura de facto" en las relaciones entre ambos países, critica duramente el "golpe de timón" efectuado por el actual gobierno mexicano en la política hacia la nación caribeña y señala que la presencia de México en Cuba "es un factor geopolítico crucial para la estabilidad de la cuenca del Caribe y el golfo de México".

Por lo que hace a las acusaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores contra la gestión de Pascoe - por las cuales tuvo que disculparse en público un alto funcionario de la cancillería-, el involucrado dijo que obedecieron al empeño de "realizar una serie de acciones finalmente subversivas que pretendían llevar las relaciones bilaterales a la ruptura diplomática", en lo que podría ser referencia a una provocación montada a fines de febrero por el canciller Jorge G. Castañeda Gutman -una de las tantas- que derivó en el allanamiento de la sede diplomática mexicana en La Habana por parte de algunos presuntos demandantes de asilo.

El rosario de desfiguros en que ha incurrido la jefatura de la diplomacia nacional, en el cual se insertan los maltratos y las difamaciones oficiales contra Pascoe, es preocupante y vergonzoso, y deja al descubierto una abismal impericia política y administrativa; pero el tema sustancial de este episodio no es el despotismo y la mala fe del canciller para con sus subordinados, sino el hecho de que la política exterior foxista, en palabras del ex embajador, no está sujeta a los intereses del Estado, sino "al estado anímico de quien la ejecuta".

Sólo a partir de semejante extravío puede, en efecto, ignorarse que los vínculos históricos con Cuba son elemento primordial de equilibrio y estabilidad regionales y que, en esa misma lógica, las acciones orientadas a deteriorar esa relación dañan severamente a México y a la convivencia regional y pueden derivar en una desestabilización del hemisferio norte del continente.

Si la anterior pudiera parecer una afirmación desmesurada, baste con pensar, para no ir demasiado lejos, en qué medida la tradicional solidaridad gubernamental cubano-mexicana ha servido de freno a los sempiternos afanes injerencistas de Washington contra Cuba, y hasta qué punto la destrucción de esa solidaridad alienta, en el cálculo del grupo gobernante estadunidense, la viabilidad y la oportunidad de una nueva escalada hostil hacia la isla.

Con esas consideraciones en mente, la advertencia formulada por Pascoe al jefe del Ejecutivo reviste una gravedad insoslayable y hace necesaria una pronta e inequívoca manifestación pública del Presidente en torno a la situación de las relaciones entre ambos países. Y cabe demandar una vez más que Fox restablezca la visión de Estado en un asunto distorsionado y desvirtuado por los intereses personales, las fobias y los estados de ánimo de su secretario de Relaciones Exteriores.
 

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