Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 3 de septiembre de 2002
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Cultura

Teresa del Conde/ II y última

Bienal Tamayo

Por la importancia de este certamen de pintura, que ya se convirtió en único, expongo algunas consideraciones adicionales. La Bienal Tamayo, con todo y las dificultades que implica, va armando trayectorias sólidas y más si cotejamos sus resultados con los últimos concursos de pintura propiciados por otras instancias. United Distillers, la compañía que patrocina el whisky Johnny Walker, auspició dos salones de pintura en 1997 y 1999.

Desafortunadamente el gestor de estas exposiciones, un joven funcionario culturalizado, Arturo Meléndez, dejó de trabajar para la empresa y ésta abortó el salón. Ya no hubo quién se interesara en eso. Lo mismo, al parecer, ocurrió con un concurso que patrocinaba la Nestlé.

Jesús Lugo Paredes, premiado por unanimidad por el jurado de la decimoprimera Bienal Tamayo, fue elegido en las dos versiones del salón Johnnie Walker y en la segunda obtuvo un premio de adquisición con su óleo Arquitectura del té. En esa segunda ocasión participaron como jurados Manuel Felguérez, Fernando de Syzszlo, Manuel Marín, Magali Arreola -que entonces fungía como curadora del Museo Carrillo Gil- y el teórico del arte berlinés Horst Kurnitzsky (se aprovechó su estancia en México como profesor para invitarlo).

En la primera versión, Armando Romero, dos veces premiado en la Tamayo y en la presente ocasión elegido con un par de cuadros, obtuvo premio de adquisición con su pintura El taller del escultor. Entre quienes fueron seleccionados en aquellos dos salones reaparecen ahora en esta Bienal Tamayo Luciano Spanó, con una pintura de aliento romántico que tiene alguna reminiscencia picassiana del periodo azul: La batalla. Mario Núñez, con una pieza que desde mi punto de vista no es vistosa, pero sí de excelente nivel.

Veo que a veces este tipo de trabajos, bien logrados, mejor que muchos otros, pero no espectaculares, quizá por carencia de suficiente atención por parte de los miembros del jurado, fallan en situarse entre las piezas de primera línea a la hora de las distinciones. Y quiero hacer constar que yo no hago diferencia entre premio y mención, porque cuando uno trabaja de jurado siempre termina seleccionado para sus adentros entre ocho y 12 obras finalistas de diferentes tendencias y cualesquiera puede ser premiada o mencionada, a menos que exista en el conjunto algo verdaderamente fuera de serie, cosa que suele ocurrir de manera muy esporádica.

Por ejemplo, aunque realizada casi con la ausencia de material extrapictórico, mi selección de obras ''distinguibles" en la presente ocasión hubiera considerado el cuadro de hule de Betsabé Romero, que me pareció acertadísimo y lo mismo destaco a un pintor que ya me había fatigado a fuerza de repeticiones anamórficas: Alonso Mateo, pues su propuesta actual me pareció de lo más acertada. Me uno al jurado en congratulación por el premio otorgado a Lugo Paredes con la siguiente salvedad: preferí (tenía mayor concepto a mi juicio) el cuadro La escuela de Nueva York contra el realismo socialista que el premiado. Además es una pieza más divertida, con la efigie de Jackson Pollok en minirrecuadro, protagonizando sus action paintings.

Hay situaciones en las que habría que meditar más. Una buena pintora con éxito en otros salones (la Bienal de Monterrey, por ejemplo), Fernanda Brunet, sigue presentando tondos con idéntica iconografía (ahora son estallidos medio abstractos, cuya derivación de tiras cómicas es intencionalmente evidente). Algo parecido sucede con Angel Ricardo Ríos, que lleva años pintando cojines parecidísimos unos a otros. Una pintura de cojines, bueno y santo, otra, dos años después, pasa, pero ya tres o cuatro veces los mismos o parecidos cojines no puede indicar más que ganas de recostarse sobre ellos y dormir.

Con Francisco Constantino se cometió un exceso: uno de sus cuadros es bastante pasable, pero el otro, sin título, un paisaje, desmiente de forma radical la valía del anterior. Esas posibles fallas de percepción se deben a que como ya he dicho en varias ocasiones, la elección por medio de fotografías, por buenas que sean, presenta dificultades. Al mismo tiempo me doy cuenta de que dada la situación actual, resultaría prácticamente imposible realizar la selección de otro modo.

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