Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 22 de julio de 2002
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Economía

León Bendesky

Habló Mr. Greenspan

Hacía ya varias semanas que Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos, no hacía pronunciamientos públicos. Mientras tanto el mercado financiero de ese país resentía los efectos negativos producidos por los escándalos contables de muchas grandes corporaciones. Cuando finalmente compareció ante el comité bancario del Senado el pasado 16 de julio lo que pareció más notorio fue que los agentes que operan en la bolsa no alteraron su comportamiento y siguieron las ventas de acciones haciendo caer los índices Dow y Nasdaq.

Este es un asunto relevante que tiene que ver con el estado de confianza entre los inversionistas y que puede hacer que aumente la inestabilidad del precio de las acciones, los bonos y el tipo de cambio, orillando a la Fed a mover las tasas de interés. Pero desde una perspectiva más amplia es más relevante el contenido del planteamiento de Greenspan como parte de la interpretación de la manera en que está funcionando la economía más grande del mundo.

Pero antes conviene advertir que el presidente de la Fed, es decir, el equivalente al señor Ortiz aquí en México, comparece regularmente ante el Congreso, lo que significa de entrada que no debe confundirse la independencia institucional que mantiene el banco y quien lo preside con la autonomía de las estructuras de gobierno del país. En la comparecencia se explica la posición del banco en función del comportamiento de la economía, se informa sobre sus posibles acciones y se presenta el panorama esperado de corto y mediano plazos, lo que contribuye a la transparencia. Pero ese valor tan caro a la actual democracia mexicana aquí aún no se instala de modo definitivo.

Greenspan abordó primero la situación de la economía y se concentró en las condiciones que afectan la producción, pues al final ese es el punto básico para la generación de riqueza e ingreso de la población. No se limitó a las cuestiones eminentemente financieras, como la caída del precio de las acciones, y que no están en sintonía con la evidencia de fortaleza que se deriva de los aumentos de la productividad. Según sus datos, la productividad (producto generado por hora de trabajo) del sector no agrícola habría aumentado a un ritmo de 7 por ciento desde el cuarto trimestre del año pasado. La desaceleración de 2001 constituye en esa perspectiva para él una señal de la resistencia y flexibilidad de la economía ante la inestabilidad de Wall Street. Habló de las tendencias del gasto en consumo e inversión, del comportamiento de los inventarios y los acervos de capital y del mercado inmobiliario, y en ese marco ubicó la reducción de las tasas de interés que ha aplicado como un estímulo adicional. Ponderó las circunstancias que pueden favorecer la recuperación y aquellas que pueden limitarla, y lo que se advierte es todavía la incertidumbre.

Enseguida criticó duramente las prácticas empresariales que han provocado los escándalos recientes distorsionando las medidas de la rentabilidad de las empresas y las expectativas de los inversionistas. El sabe bien que esto se deriva de los excesos especulativos que prevalecieron en la etapa final de la larga expansión de la economía estadunidense en 2000 y a lo que se había referido varias veces como la exuberancia irracional de los mercados financieros. La especulación habría provocado buena parte del fin del auge y sus secuelas siguen ahora con las evidencias de que dio pie a la opacidad de las balances corporativos que en muchos casos llegó al fraude puro y llano. Las prácticas empresariales se llevaron hasta el límite de la ilegalidad: "no son los hombres los que se han vuelto más avaros, sino que se abrieron más avenidas para aprovechar esa avaricia que creció enormemente", explicó a los senadores. Reiteró la necesidad de una institucionalidad favorable al cumplimiento de la ley en un intento por defender el funcionamiento de los mercados que sólo puede darse en un entorno de confianza. La verdad es que no le quedaba de otra más que afirmar eso, ya sea por convicción o para no echar más leña a la hoguera. Pero lo interesante es que pone al descubierto el verdadero funcionamiento del capitalismo, como siempre ha ocurrido y ahora favorecido por la manera en que se aplica la política económica y se redefinen los ámbitos de lo público y de lo privado.

A pesar de todo, y especialmente de la incertidumbre que prevalece, Greenspan ofreció un pronóstico muy favorable para el desempeño de la economía, con un crecimiento del orden de 3.5 por ciento a 3.75 para este año y entre 3.5 y 4 por ciento para 2003. Este escenario puede ser demasiado optimista y las semanas siguientes serán cruciales para ver si no se deteriora más el entorno financiero. Para México es esencial que dicho crecimiento ocurra, pues de otra forma hasta los escenarios más conservadores sobre la recuperación de nuestra economía van a ser imposibles de alcanzar. Pero hay que tener claro que lo más probable es que siga aquí el estancamiento y en gran medida por causas propias y no sólo por el efecto externo.

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