Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 22 de julio de 2002
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Política
CRONICAS TEXANAS

Es igualito a Chihuahua pero sin derechos laborales, estima el periodista Dubois

Texas, uno de los estados vitales de la cultura estadunidense, es todo y nada de lo que se dice

En educación, salud y gasto social se encuentra en los últimos lugares de las 50 entidades de Estados Unidos; eso sí, tiene el índice más alto de población penitenciaria

JIM CASON Y DAVID BROOKS
 

Austin, Texas. Texas es un "estado de ánimo", escribió John Steinbeck.

El periodista Lou Dubois, ex editor del Texas Observer, dice que no necesita visitar su estado para conocerlo, ya que sólo se requiere entender que "es igualito a Chihuahua pero sin derechos laborales".

Texas, la puerta principal a Estados Unidos para México, es un universo: si fuera un país ocuparía el octavo lugar entre las principales economías del mundo, pero está entre los últimos sitios de las 50 entidades de Estados Unidos en rubros como educación, salud y gasto social. También tiene el porcentaje de población encarcelada más alto de la unión, y continúa siendo líder en ejecuciones de presos.

Este lugar está vinculado con varios hechos y personajes: el asesinato de John F. Kennedy en Dallas, la sede de las famosas "segundas opiniones" médicas en Houston, tierra donde se libró la guerra entre México y Estados Unidos, y ahora donde los mexicanos ricos depositan sus fortunas y se van de compras a Galleria y otros malls famosos.

De este estado también surgió Lyndon B. Johnson, el "mejor político" moderno del país y para algunos el más trágico. Johnson, quien en su juventud fue maestro de niños mexicanos en los barrios pobres, comenzó su carrera política muy a la texana: logró un escaño en el Senado con los votos de 99 muertos que sufragaron en estricto orden alfabético y con la misma ortografía.

Tal vez ningún otro estado provoca tantas reacciones en este país o tiene tantas canciones dedicadas a él, o sufra de tantos estereotipos. Texas, tierra de vaqueros, rancheros, petróleo, El Alamo, los Dallas Cowboys y sus mundialmente famosas cheerleaders, el two-step (un tipo de polka), el chili con carne, el barbacue, la Biblia y el fervor religioso, las cantinas, la frontera, y uno de los centros más vitales de la cultura nacional. Es todo y nada de lo que se dice que es.

Más urbano que rural

Sí hay ranchos y vaqueros, pero ahora el estado es más urbano que rural, con tres de las 10 principales ciudades del país. Continúa siendo la capital petrolera, pero su economía ya pasó de depender del petróleo a las industrias de servicios, financieros y, sobre todo, de la alta tecnología. Es uno de los estados más ricos y más pobres, más parecido a uno del tercer mundo que a uno del industrializado: ahora las fortunas petroleras son superadas por las de la alta tecnología, como las de Michael Dell y Ross Perot, dos de los hombres más ricos del mundo.

Pero alrededor de los nuevos rascacielos de las tres principales ciudades -Dallas, Houston y San Antonio- existen áreas extensas de pobreza, como en la mayor parte de la zona rural, con una de las regiones más pobres del país en el llamado Valle del Río Grande, en la esquina sudeste del estado, a lo largo de la frontera.

Este estado tiene impacto nacional. Establece varias de las principales tendencias políticas, económicas y sociales de Estados Unidos, lo que se constata hoy por haber ofrecido a la unión a su actual presidente, George W. Bush, y a dos de los líderes de la mayoría republicana de la Cámara de Representantes, Dick Armey y Tom DeLay. El avance de la política conservadora en el país tiene parte de su origen en Texas, donde organizaciones como la Coalición Cristiana y otros movimientos derechistas han tenido mucho éxito.

Pero aunque la impresión general de Texas es de cuna de políticos y políticas conservadores, también es sitio de nacimiento de algunos de los movimientos más progresistas del país, como el llamado Movimiento Populista -coalición de trabajadores y pequeños granjeros- que logró influencia nacional a fines del siglo XIX y principios del XX. Algunas de las figuras progresistas de mayor influencia en este país, como la articulista y periodista Molly Ivins y el líder populista Jim Hightower, son texanas.

Y hay un encuentro con el futuro estadunidense: es en este estado donde los cambios demográficos están modificando la geografía social que pronto afectará al resto del país: para 2025 la población blanca de Texas será minoría, y los latinos mayoría. En los próximos dos años, la mayoría serán las llamadas minorías, y la minoría será blanca.

Así, los texanos ya no son representados -si alguna vez lo fueron- por esa figura de un cowboy blanco sobre su caballo. Más bien ahora son chicanos (algunos descendientes de los primeros texanos, cuando era territorio mexicano), afroamericanos, asiáticos y, claro, un enorme sector de inmigrantes mexicanos.

Es, en gran medida, un estado bilingüe, y en algunas partes monolingüe, pero en español. Un estado que siempre ha vivido binacionalmente, donde nunca fue opción política para ninguno de los dos principales partidos una campaña antinmigrante, en contraste con California y su famoso gobernador Pete Wilson. De esta experiencia, por cierto, nace la estrategia republicana para buscar el voto latino, tradicionalmente base cautiva del Partido Demócrata, que tuvo su primer éxito con la elección de Bush en la gubernatura y después en la presidencia.

Este lugar, desde su origen, nunca ha dejado de marcar su independencia, tanto de México como de Estados Unidos. Aquí existió la República Independiente de Texas, y todos "recuerdan El Alamo" -la frase nacionalista de Texas- y la guerra contra México. El Alamo, en San Antonio, es un especie de monumento nacional. Lo que pocos recuerdan, y lo que no está en la historia oficial, es que esa lucha supuestamente en defensa de "la libertad" de los inmigrantes estadunidenses en territorio mexicano incluyó la defensa de la esclavitud, la cual violaba la Constitución mexicana.

Siempre se recuerda que Texas es el estado más grande del territorio estadunidense (sólo le gana Alaska en dimensión geográfica), que "todo en Texas se hace en grande" y que siempre existe el orgullo -hasta la autocrítica y los tonos sarcásticos se envuelven en él- de ser texano. Se autodefine como "el estado de una sola estrella" (lone star state), en parte para afirmar que no es sólo una estrella más en la bandera estadunidense, y así lo representa su bandera estatal. Pero también es una entidad que invita a los extranjeros: "así es, no eres de Texas, pero Texas te quiere de todas maneras", canta el famoso músico texano Lyle Lovett.

Las oleadas de inmigrantes

Por cierto, esta tierra no sólo fue creada por inmigrantes anglosajones como Sam Houston, Stephen y Moses Austin, Davey Crockett y la familia Cason, que llegaron de otras partes del país, sino por olas de refugiados europeos en el siglo XIX. Fueron los alemanes liberales y checos quienes aportaron la polka y el acordeón a la música texana (casi gemela de la música norteña mexicana), y se sumaron las poblaciones indígenas, latinas, negras y, más recientemente, asiáticas.

Esta diversidad se manifiesta en la cultura, la cual se caracteriza, dice Molly Ivins, por la omnipresencia de la música con cualquier pretexto, la pasión por las fiestas, por el baile, el desmadre, el alto volumen en todo. Por cierto, advierte Ivins: si de pronto un silencio invade una cantina o cualquier lugar público en Texas, es hora de salir huyendo, ya que cuando los texanos dejan de hacer ruido algo peligroso está por comenzar.

Este lugar nutre y rompe su propio estereotipo simultáneamente. Al mismo tiempo, la dinámica social, económica y política texana tiene un impacto nacional. Por lo tanto, para entender a Estados Unidos se tiene que entender a Texas, aunque uno no siempre tenga algo que ver con el otro, y frecuentemente ambos lo prefieren así.

La Jornada realizó una exploración en parte de este estado, viajando más de 3 mil kilómetros entre grandes ciudades y pueblos perdidos en la frontera, pasando por granjas y "colonias", por los pasillos del gobierno estatal y senderos clandestinos para indocumentados, con el propósito de explorar una tierra que todos creen conocer pero cuyos misterios reafirman la definición de Texas hecha por Steinbeck.


Propios y extraños critican el escaso apoyo de las autoridades a la cultura

Austin, oasis progresista y capital de la música en vivo, busca convertirse en polo cinematográfico

JIM CASON Y DAVID BROOKS

Austin, Texas. Cualquier noche uno puede acudir aquí a 100 interpretaciones en vivo, entre conciertos de estrellas internacionales y decenas de antros con músicos desconocidos que buscan escapar del anonimato, todo lo cual convierte a Austin en capital nacional de la música en vivo.

Country, rock, blues, jazz, bluegrass, latino rock, two-step y géneros recién inventados conviven en una especie de paraíso artístico. Austin no pretende ser centro de la industria musical, ni se ofrece como gran punto comercializador; o sea, no es Los Angeles o Nueva York. Es un lugar para tocar y escuchar música en vivo. En ese sentido, no hay nada que se le parezca en Estados Unidos.

Caminando por el centro, por la avenida Red River, o a lo largo de varias cuadras por la Calle 6, o en la South Congress, uno se adentra en la historia viva de la música estadunidense. Aquí fue donde la texana Janis Joplin comenzó su carrera y donde están por saltar a escena nacional personas como Alejandro Escovedo -"el Lou Reed de Austin"-, a quien la revista Rolling Stone califica de músico que ha inventado su propio género.

También puede encontrarse que el gran innovador del country "progresista", Willie Nelson, viene a ofrecer un concierto a la ciudad que le dio refugio y lo hizo famoso internacionalmente, o que otros artistas que se han nutrido o nacieron aquí tocan a una cuadra.

Lucinda Williams, Nanci Griffith, Shawn Colvin, Jerry Jeff Walker y Joe Ely, entre otros, son nombres nacionalmente reconocidos cuyo paso por Austin ha sido fundamental. La ciudad también atrae a muchos músicos ya famosos, porque cuenta con un público inteligente, aunque algo intolerante de la mediocridad, ya que vive entre tanto lujo de excelencia musical. B.B. King, Grateful Dead, Van Morrison, Bonnie Raitt y el hijo predilecto y ya fallecido Stevie Ray Vaughan, el gran representante del llamado texas blues, cuya estatua está en uno de los parques de esta ciudad.

Todos ellos han elevado a Austin al centro del universo musical estadunidense. En clubes famosos como el Continental, el Broken Spoke y Antone's, o paseando de un club a otro, se pueden escuchar rasgos de lo nuevo del country, ecos del punk, nuevos géneros híbridos de música texana-norteña con rock y jazz.

Aunque las raíces de la evolución musical de esta ciudad se establecen desde 1879 con sociedades musicales alemanas y antros en la zona roja de ese tiempo, la era musical contemporánea de Austin comienza cuando Willie Nelson se muda aquí, a principios de los años setenta, buscando un refugio para tocar su versión progresista del country fuera de los límites convencionales de Nashville.

Raúl Hernández, editor de música del Austin Chronicle, semanario independiente del periódico más influyente en la vida cultural de esta ciudad, dice que Austin se convierte en un cruce de caminos nacional para la música, con una combinación de influencias que alimentan el caldo musical.

Aquí, dice Hernández en entrevista con La Jornada, se encuentran las influencias de la polka de alemanes y checos que migraron en el siglo XIX, los blues del sur y el country del oeste. También nace parte de la influencia del punk de los ochenta (con los Butthole Surfers), y música de México y el Caribe. "Austin es un imán para toda la música, es una ciudad que no separa la música de lo demás. Es parte integral de esta cultura, parte del tapiz cotidiano."

Al mismo tiempo, señala Hernández, el público de aquí es muy inteligente, por lo que no es un lugar fácil para tocar música, y tiene gran conocimiento en la materia. "En Austin todo mundo sale a escucharte la primera vez. Los músicos se van con la impresión de que ya la hicieron, porque llenaron un antro, pero esto no garantiza que a la siguiente el público regrese. Te dan una oportunidad, son generosos a la primera, pero si concluyen que ya no hay más no regresan a verte."

Aquí se celebra lo que se ha convertido en el festival anual de música en vivo más importante de Estados Unidos, el South by Southwest Festival o SXSW, que nace en 1987. Celebrado en marzo de cada año, el festival reúne a unas mil bandas y conjuntos de todo el país en más de 400 locales y 15 mil asistentes. "Austin es como Nueva Orleans, es tierra sagrada para la música, pero es difícil explicar exactamente por qué", concluye Hernández.

Patricia Vonne, cantautora originaria de San Antonio y residente en Austin, está emprendiendo una carrera con una música que califica como "rock de raíz de influencia texana con sabor del sur de la frontera".

Aunque tuvo éxito en el circuito musical de Nueva York, Vonne ha "regresado a casa", donde están sus influencias, y dice que su música surge de sus experiencias como latina (sangre mexicana y española) con las influencias texanas. Ha abierto conciertos para Los Lobos y para su ídolo local Alejandro Escovedo, y comenta que sus canciones siempre tienen que ver con la exploración del lugar donde creció, de historias reales, entre ellas la de vivir en un mundo a la vez texano y mexicano.

Ella es buen ejemplo de una artista de Austin, con un poco de blues, rock, tex-mex y de música mexicana, cantando de amores, soledades y desencantos en el paisaje texano.

Aunque Austin se promueve ahora como "capital de la música viva", muchos critican el poco apoyo de las autoridades a la cultura y que el auge económico de Texas y de esta ciudad, con el sector de alta tecnología, están amenazando ahora la existencia de las decenas de clubes que no pueden pagar las alzas constantes en las rentas, y varias han tenido que desaparecer.

Otros, como el famoso Antone's, se subsidian de otras formas, aunque frágiles. "Creo que metieron de nuevo al bote a Antone", comenta el promotor y representante artístico Jeff Nightbyrd a La Jornada. "El subsidiaba su club con venta de mota; ni modo, ojalá sobreviva su antro." Sin embargo, se calcula que el sector económico de la música genera aquí casi 700 millones de dólares al año.

Esas cifras apetecen a los grandes comerciantes de la música, como Tower Records y los Hard Rock Café, pero por el momento el mundo musical aquí sigue defendiendo su independencia. Aunque Tower está aquí, no cabe duda que la mejor tienda de discos es la independiente Waterloo Records, que también promueve la música independiente local, incluso con conciertos en vivo en su tienda.

El cine

Austin también busca convertirse en un polo cinematográfico, y el SXSW está acompañado ahora por un festival cada vez más importante. En Austin se han rodado varias películas y actualmente el director Ron Howard y el actor Russell Crowe preparan la filmación del gran acontecimiento histórico texano, El Alamo. Al parecer no será una nueva versión de la película sobre el mismo tema con la actuación estelar de John Wayne.

Esto se supone, dado que sorpresivamente el guión está a cargo de John Sayles, el gran director y escritor progresista estadunidense. También aquí vive y trabaja Robert Rodríguez, hermano de la cantautora Patricia Vonne y también director de cine, famoso por su película independiente El Mariachi. Tras ser reclutado por Hollywood, Rodríguez dirige ahora películas altamente comerciales como Spy Kids, entre otras.

Austin: oasis liberal de Texas

Otra razón por la cual Austin es una capital cultural es porque para muchos es un oasis progresista, o por lo menos más plural, en un mar relativamente conservador. Aquí se encuentra el ambiente académico-estudiantil, por la presencia de la gigantesca Universidad de Texas y por ser la capital política del estado. Austin también es sede de varias organizaciones sociales y de ONG, de periódicos alternativos como el Texas Observer y el Chronicle, y de figuras políticas nacionales críticas, como la columnista Molly Ivins y el líder populista Jim Hightower.

Aquí todo es posible. Por ejemplo, en los días en que los corresponsales estuvieron ahí, se celebró una convención anual de motociclistas; casi 20 mil participantes en Harley Davidson, filas interminables estacionadas en las calles del centro, o rugiendo en competencia con la música. Por separado, pero en el mismo centro, se celebró el desfile y festival anual del orgullo de lesbianas y gays. Cabían todos, pero seguramente no se hubieran encontrado estas dos comunidades en ninguna otra esquina de Texas sin consecuencias violentas.

Hernández dice que Austin, por su carácter, es un imán para toda persona no convencional o poco cómoda en el resto de Texas; muchos suelen ser artistas. En Austin se encuentran los inconformes texanos con el resto del mundo. Y la música de ese encuentro está en las calles todas las noches.

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