Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 4 de julio de 2002
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Política

Martí Batres Guadarrama

ƑPor qué Andrés Manuel sí puede?

Que el Congreso de la Unión y los partidos de oposición no dejan gobernar al Presidente ya es un discurso oficial. "El Presidente sí quiere, pero la oposición lo bloquea", "el Congreso no le aprueba sus iniciativas al Presidente", "los cambios estructurales dependen del Congreso", "hay opositores que quieren dañar al país". Todo esto lo oímos diariamente.

Sin embargo, y a diferencia de lo que ocurre con el Presidente de la República, el proyecto de gobierno y el estilo de gobernar de Andrés Manuel López Obrador, el otro gran vencedor de aquel histórico 2 de julio de 2000, continúa entusiasmando a la ciudadanía. Ello no sólo puede desprenderse de las encuestas, que tanto fascinan a otros, sino fundamentalmente de los resultados que han beneficiado a miles de capitalinos.

Las dificultades de ambos son las mismas: recesión económica en Estados Unidos, escasez de recursos, retrasos estructurales, correlaciones adversas en los órganos legislativos correspondientes, oposición activa, presiones de grupos de interés. Pero López Obrador sigue con un grado de aceptación social al alza. Y en su discurso no aparece la justificación, la culpa ajena o la dependencia del Legislativo local para la realización de su programa. Simplemente va aplicando cada punto de su plan.

ƑPor qué sucede esto? ƑPor qué uno no puede y el otro sí? ƑPor qué el Ejecutivo federal hace depender del órgano legislativo su proyecto mientras el Ejecutivo local del Distrito Federal avanza en la consecución de sus objetivos?

El Ejecutivo federal ni siquiera puede demostrar que sus iniciativas "estructurales" están bloqueadas por el Congreso, pues el Legislativo federal no las ha recibido. Le ha aprobado, en cambio, todas las que han llegado, a excepción de algunas como el IVA en medicinas y alimentos, y le ha dado los primeros dos presupuestos aprobados por consenso. Respaldos, estos últimos, que por cierto no ha recibido el Ejecutivo del Distrito Federal.

Varias son las razones de estos desenlaces tan diversos. Una clave esencial está en el ejercicio de las facultades y atribuciones que realiza el Ejecutivo local. De hecho, Andrés Manuel López Obrador se ha basado desde un principio en la fuerza jurídica y política del Ejecutivo para lograr su proyecto. En tanto, el Ejecutivo federal espera que sea otro poder del Estado el que haga su trabajo. Así ha estado esperando, y así se puede quedar esperando todo su sexenio. Pero aquí cabe otra pregunta: Ƒpor qué el Presidente de la República no hace uso de sus atribuciones?

En México el Ejecutivo sigue siendo el poder más fuerte del Estado. Todavía la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos habla del "supremo" poder Ejecutivo. El Presidente de México tiene en sus manos el control de la recaudación fiscal, el ejercicio del presupuesto, la obra pública federal, la política social y los programas de asistencia, el mando de las fuerzas armadas y de la fuerza pública, el control de puertos y aduanas, el libre nombramiento de sus colaboradores, el derecho a proponer embajadores y hasta ministros del Poder Judicial, la autorización de las concesiones en medios de comunicación y otras ramas económicas, la representación internacional del Estado mexicano, la procuración de justicia, los servicios de inteligencia, la dirección del IPAB, el control de los grandes indicadores macroeconómicos, la dirección de las empresas paraestatales... šuff!

Lo cierto es que el Presidente no ha hecho uso de sus atribuciones, y ha sido así, principalmente, para no enfrentarse a los grandes intereses: banqueros corruptos, sindicatos charros, poderes financieros internacionales, contrabandistas, funcionarios poderosos, empresarios revendedores, grandes evasores, políticos salinistas. Ah, pero eso sí, contra el Congreso, el Ejecutivo sí se pone muy bravo.

Fox prefirió mantener la constelación de aliados que venía de sus antecesores: gobierno de Estados Unidos, banqueros del Fobaproa, pequeñas elites empresariales, viejos grupos de interés. López Obrador, por su lado, decidió construir una base social popular de apoyo a su gobierno.

Mientras el Presidente de la República no ha tomado una sola decisión que tienda a cambiar los equilibrios prexistentes, el gobernante de la ciudad ha enfrentado lo mismo a giros negros que a inmobiliarias o a dueños de espectaculares y sindicatos burocráticos, y ha inundado a la urbe con bandos que anuncian cambios, incluso algunos controversiales.

Fox no ha logrado posicionar en la población algún logro de su gobierno. En la ciudad la gente ubica la ayuda a la tercera edad como el principal resultado de la gestión gubernamental.

Fox ha recurrido al expediente de culpar al Congreso de sus desventuras. López Obrador cuenta con una Asamblea Legislativa opositora, sin que ello le haya impedido ejercer sus atribuciones.

Vicente Fox, el Presidente de la alternancia, tiene todas las atribuciones para cumplir con sus ofrecimientos y con la expectativa que despertó. El gobierno federal todavía puede recuperarse, pero para ello tendría que dar un viraje profundo en su política y sus alianzas, ejerciendo plenamente sus atribuciones sin escudarse en lo que haga o deje de hacer otro poder del Estado.

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