Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 26 de junio de 2002
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Editorial
 
RUMBO AL GENOCIDIO DE PALESTINOS

SOLEl lunes pasado, el Ejecutivo estadunidense, George W. Bush, pidió a los palestinos que prescindan de su presidente como condición para apoyar la creación de un Estado para ese pueblo martirizado. Poco le importó al mandatario del país más poderoso del mundo que Yasser Arafat haya sido elegido por su pueblo en unos comicios mucho más transparentes que los de finales de 2000 en Estados Unidos, que culminaron con escandalosos desaseos y manoseos de la voluntad popular, a los cuales el propio Bush les debe el puesto. El ocupante de la Casa Blanca tampoco reparó en el hecho de que si Washington aspira a preservar su papel de mediador en el conflicto de Medio Oriente no puede descalificar a los dirigentes de ninguna de las partes, so pena de exhibirse automáticamente como partidario de una de ellas.

Por añadidura, las responsabilidades que Tel Aviv atribuye a Arafat distan mucho de estar tan amplia y mundialmente documentadas como los crímenes de guerra perpetrados por Israel en los territorios palestinos, a la vista de todo el mundo, en los últimos meses. El presunto respaldo de Arafat al terrorismo es hipotético y, hasta ahora, propagandístico. En cambio, las responsabilidades del actual premier israelí, Ariel Sharon, en las masacres de Sabra y Chatila, Líbano, donde los aliados locales de las fuerzas invasoras israelíes asesinaron a miles de civiles palestinos, se dirimen actualmente en una corte de apelaciones de Bélgica, la cual debe decidir hoy mismo si procede un juicio contra Sharon por crímenes de guerra.

La insolencia injerencista de Bush indica, más allá de toda duda razonable, que la guerra actual es contra el conjunto de los palestinos --los cuales votaron mayoritariamente por la moderación y la negociación--, y no contra las formaciones terroristas de ese bando, ni contra la Autoridad Nacional Palestina y su titular. A su vez, los estamentos terroristas del lado árabe e islámico sirven de pretexto al terrorismo de Estado de Israel y su aliado Estados Unidos y, ante la insistencia de Sharon y de Bush en humillar, sojuzgar y demoler a la Autoridad Nacional Palestina, amplían su base de adeptos exasperados que no ven otro camino que asesinar civiles israelíes.

En esta circunstancia, en la que Estados Unidos ha prescindido hasta de su disfraz de mediador para asumirse como parte beligerante antipalestina --y en la que Kofi Annan, secretario general de la ONU, aplaude de manera automática cualquier barbaridad que diga el presidente de Estados Unidos--, el único contrapeso posible, el único factor de moderación que podría evitar un nuevo genocidio de palestinos, es la Unión Europea y el conjunto de sus instituciones. Es precisamente en una de ellas, una corte de apelaciones de Bruselas, donde se dirime ahora la posibilidad de enjuiciar a Sharon por el asesinato masivo perpetrado en Sabra y Chatila hace 20 años, y el fallo correspondiente será dado a conocer hoy mismo. Será un dato significativo sobre la posibilidad de detener la próxima masacre y la infamia que se avecina, a la vista, una vez más, de todo el mundo.
 

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