Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 8 de junio de 2002
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Política
Luis González Souza

Bienvenida, Ericka Zamora

Dos, tres, muchas Erickas. Dos, tres, mil Gallardos... Así sí, México podría retomar el camino de la transición y llevarlo a buen puerto, tan bueno y bonito como los lagos de Montebello en Chiapas.

Es cierto que "una golondrina no hace verano", pero vaya que da bríos para resistir y superar la parte más fría del invierno. Sobre todo si esas golondrinas exhiben una gran talla como la liberación de Ericka Zamora la semana pasada, y unos meses antes, la liberación del general José Francisco Gallardo.

Precisamente con ellos dos, y con la ya legendaria doña Rosario Ibarra, así como pensadores de la talla de Sergio Rodríguez Lascano y Carlos Fazio, estuvimos hace dos días en un aguerrido foro (donde el más chimuelo masca balas) organizado en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM a efecto de dar la bienvenida a Ericka Zamora -¿"estudiante" o más bien catedrática en resistencia y dignidad?- una vez que los halcones del gobierno mexicano tuvieron que poner un alto al encarcelamiento tan brutal como injusto de Ericka durante casi cuatro años en tres distintos infiernos (también conocidos como penales) del país. No hubo en ese foro, ninguna estrella del firmamento académico convencional. Todos los ahí reunidos, ensayamos de un modo u otro -y hace ya largo tiempo- la educación desde la lucha misma y para su constante dignificación. Tampoco el público fue el de costumbre y modales exquisitos, ascépticos, pasivos o "aborregados", pues. Lógicamente (y sin falsas modestias), el foro resultó bueno. Generó el clima requerido para hacer justicia, digamos civil, moral e intelectual, a la ejemplar luchadora Ericka, como ocurrió ahí mismo, meses atrás, con el gallardísimo general Gallardo.

Lógicamente, también ambos foros de bienvenida (a Ericka y Gallardo) de inmediato ayudan a redignificar a nuestra facultad (responsable de educar en la buena y verdadera ciencia política y social, es decir, ciencia desde y para la lucha digna y dignificadora, no sólo de nuestro país, sino del mundo entero), al tiempo que ayuda a edificar -aquí y ahora, con o sin Congreso Universitario- la nueva universidad que nuestra nación requiere, antes de que ésta termine de plano por desaparecer bajo el proyecto por completo desnacionalizador y norteamericanizante de los foxianos (zar de Tlaltelolco, por delante).

Exactamente ahí reside, a nuestro entender, la trascendencia de la liberación de Ericka y, como poco atrás, del general Gallardo. Si una golondrina no hace verano, estas dos (Ericka y Gallardo) a lo mejor hasta primavera despuntan. Si algo ha llevado al México foxiano al borde del precipicio, ello han sido las deficiencias -cuantitativas y cualitativas- en las luchas de la sociedad... Con la evidente y honrosísima excepción de la lucha de los pueblos indios zapatistas, en particular de su Marcha de la Dignidad, cuyas secuelas aún retumban por doquier, dentro y fuera de nuestro país.

Para decirlo rápido, la poca o mala lucha de los demás integrantes de la sociedad mexicana (nosotros, por supuesto incluidos) es lo que ha permitido que la "histórica alternancia electoral" de Fox y sus office-boys hoy tengan al país en las narices del Cañón del Sumidero. Si ello es así, el mayor antídoto requerido por México hoy es la revigorización de la sociedad y sus luchas, la multiplicación de resistencias y dignidades, tanto individuales como grupales y, sobre todo, comunitarias. En suma, la formación acelerada de luchadores como Ericka, Gallardo y doña Rosario.

Por eso fue una estupidez antipatriótica -y desde luego, antidemocrática- tenerlos en la cárcel. Por eso urge liberar de inmediato a todos los presos políticos del país. Por eso, en fin, hay que subrayar la principal enseñanza de casos como los de Ericka y Gallardo: sólo con la lucha y movilización de la sociedad, México podrá alejarse del Sumidero y acercarse a Montebello; lejos de dañar a nadie, luchadores como ellos son oro molido para que México vuelva a contar con un proyecto de nación.

Muchas más mujeres como Ericka. Muchos más jóvenes como Ericka. Muchos más estudiantes (a la vez profesores) como Ericka. Así sí, y a nuestro humilde entender, México podrá no sólo sobrevivir, sino transformarse por fin y por las buenas, en un México donde todos quepamos y con la dignidad a salvo, hacia adentro y frente al extranjero. Un México verdaderamente democrático, donde la sociedad termine de proponer su proyecto de nación, y donde las autoridades se limiten a obedecer. Muy bienvenida, pues, Ericka, y gracias, mil gracias por tu ejemplar resistencia.

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