Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 6 de junio de 2002
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Política

Todos son inocentes, insisten sus familiares

En Las Huertas la policía cargó con católicos y evangelistas

Arrasaron con todo, comenzando con nuestros derechos, dicen

ALONSO URRUTIA Y VICTOR RUIZ ARRAZOLA ENVIADO Y CORRESPONSAL

Las Huertas, Oax., 5 de junio. Desde que se conoció la matanza de los campesinos de Xochiltepec, a esta comunidad se le asocia casi con la barbarie, con la muerte. A decir de la procuraduría estatal, de aquí salieron los asesinos, de aquí salieron las armas pero, para el pueblo, los que se llevaron ''fueron puros inocentes''.

Dicen que nadie, o casi nadie, se salvó del despliegue policiaco. Ni el templo evangélico Monte Getsemaní, ni la capilla católica de la Santísima Trinidad. La policía arrasó con todo, ''comenzando por nuestros derechos'', reclama Jacqueline Bolaños, a quien sus cinco años de mojada en Sherman, Texas, le dan una noción de que la policía no puede llegar ''así como así, sin mostrar un papel ni nada, pateando puertas, robando casas y llevándose a inocentes''.

Con quien se hable coincide en que ''la policía no puede hacer valer la ley con pura ilegalidad; que investiguen, pues, pero con justicia'', dice Toribio Rodríguez.

Y mientras en Las Huertas ya piensan en cómo hacerle para mantener a los ''huérfanos'' que dejaron los que se llevaron detenidos, en la cabecera municipal, en Santo Domingo Teojomulco, hay una exigencia para el gobierno federal: ''Que la Procuraduría General de la República atraiga el caso, porque la estatal sólo ha inventado culpables para lavarse la cara ahora que todo mundo los señala''.

Los relatos del operativo del sábado anterior coinciden en que hubo prepotencia, allanamiento y ''robo descarado de los dineros del pueblo". Ni la caja comunitaria que, afirman, tenía ya 100 mil pesos, fue respetada. Dan sus explicaciones de los ''miles de pesos'' que les robaron: son envíos de los que ya migraron por tanta pobreza. Jacqueline jura que se llevaron 25 mil pesos y es que hace un mes que llegó con su marido, Aureliano Gutiérrez, para ver a la familia y hacer algunos arreglos. Pensaban regresarse a fin de año ''y ahora quién sabe''.

Nos trataron como animales

Efigenia Rodríguez dice: ''No hay razón para que nos haga esto el gobierno, pues somos pobres y nos trataron como animales, peor que eso. Entraron apuntándole a los niños, pero qué les iban a hacer ellos, yo estaba haciendo mi pan y ni eso respetaron''. Su hija, Filiberta, es la encargada de la Conasupo del pueblo. Da más detalles: ''Traían un encapuchado que les iba diciendo quién sí y quién no, pero aunque no los detuvieran a muchos de todos modos les pegaban''. Dice que le robaron 7 mil pesos de la Conasupo y asegura que fue uno ''de grandes mechas''.

Sale en defensa de Isaías, su vecino, a quien vio en el pueblo el viernes, el mismo día que según la procuraduría él formaba parte de quienes emboscaron a los de Xochiltepec.

A Dolores Sánchez, encargada de la capilla de la Santísima Trinidad, le aflige que ni el templo respetaron y tan sólo recordar que se llevaron a su hermano le provoca llanto, porque no sabe cuándo lo va a volver a ver, ''si es que lo veo''. No es justo, dice una y otra vez, ''si él estaba en el tequio por qué lo quieren hacer delincuente. Nosotros no somos un pueblo de delincuentes''.

Durante una asamblea de los pobladores de Las Huertas, Simeón Cruz, pastor evangelista, afirma que él conoce a sus fieles y puede estar seguro que los que se llevaron son inocentes, aunque luego matiza: ''A lo mejor dos o tres pudieron estar en eso, pero no todos; pues si los vimos aquí, eso ya es una barbaridad''.

-ƑY las armas que dicen que se llevaron de este lugar?

-A lo mejor sacaron una que otra arma.

''Puede que las armas sí -tercia otro campesino, que de inmediato pide justicia-, pues somos un pueblo en conflicto.''

Quienes viven en Las Huertas están ciertos que si la policía va a Xochiltepec a buscar como lo hizo aquí, ''va encontrar igual cantidad de armas''.

Una y otra vez la historia de que patearon puertas, que los golpearon, que los tiraron, que los humillaron, que les robaron, todos con sus matices, como Aniceto Sánchez, al que no pararon de pegarle hasta que alguien les dijo que era sordomudo...

Que venían algunos encapuchados y que traían una lista para decir este sí, este no. ''Si eso fue el viernes, señor, cómo pasa a creer que para el sábado ya sabían quién sí y quién no, eso es pura invención del gobierno'', afirma Raymundo Gutiérrez.

Están claros que la autoridad no actuó conforme a la ley, y Toribio expresa sus dudas: ''ƑQuiénes son los delincuentes?, si son ellos. Que investiguen bien, que haya justicia bien y si sale alguien de aquí, pues que lo castiguen, pero no así''.

De todas las historias que se cuentan la de Francisca tiene un sello muy particular. Es viuda, tiene tres hijos y un entenado que le dejó Margarito Osorio, su esposo asesinado en marzo pasado en una emboscada tendida -asegura- ''por los de Xochiltepec'', aquel día en que las autoridades de Zaniza acordaron con la Semarnat juntar a los pueblos en conflicto para darles a conocer el permiso que les otorgarían para explotar el bosque.

Ese día Margarito se fue a la siete y lo asesinaron ''a la mala'', asegura Maximiliano Cruz, un anciano de 70 años que ha vivido casi todos los conflictos, con sus muertes y venganzas. Francisca es una joven viuda. Se la mira aún triste, aunque dice que está bien, que el pueblo la mantiene. ''Ahí le arrimamos que un puño de arroz, un puño de maíz, un pedazo de trapo para que se tape'', acota don Maximiliano.

La policía vino a verla el día que mataron a Margarito y no volvió hasta el sábado, cuando regresaron pateándole la puerta y buscando las armas. Dice que nadie le da razón de quién mató a Margarito. Maximiliano informa que se llevaron a su hijo, ''agente de la policía" de Las Huertas, pero desde hace seis meses, porque desde siempre era nada más topil. Ahora, dicen que él es de quienes mataron a los de Xochiltepec.

Más adelante mencionan a quienes recibieron balazos de los de Xochiltepec. Son las huellas del odio y la negativa absoluta a reconocer que del pueblo salió algún asesino. ''Debía estar loco o demente quien hizo eso'', claman algunas mujeres, cuando ya les comienza a brotar el llanto por sus parientes detenidos.

Todo mundo dice que su pariente no salió de ahí. Quizá lo que más les indigna son los cuatro menores de edad -dicen ellos, dos según la procuraduría- que se llevaron. ''šPero cómo va a ser eso, señor! Si ellos estaban en la escuela, salieron a las 2:30 y eso, donde dicen que pasó, está muy lejos; son muchas horas para llegar; los quieren hacer delincuentes'', asegura Lucía Martínez.

De quien poco quieren hablar es de doña Inés, la anciana que según la policía tenía las armas en su casa. ''Está medio enferma de la cabeza'', asegura Maximiliano. ''No sé, a lo mejor sí encontraron alguna que otra arma ahí''. Y en sus reclamos brotan sus rencores contra sus vecinos: San Lorenzo, Xochiltepec... un nudo de odios mutuos que sólo dejan muertes.

-Dice el gobierno que todo fue por un permiso forestal que le dieron a Zaniza.

-Esas son mentiras. Nosotros qué vamos a saber de eso -replica Maximiliano.

Nadie en el pueblo avala esta versión gubernamental del origen del conflicto. ''ƑPero cómo vamos a matar por otros?'', insisten, y se van a sus casas.

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