Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 1 de junio de 2002
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Política

Con ceremonia propiciatoria reivindican el carácter sagrado del grano

Ritual huichol en defensa del maíz ante transgénicos

De manera paralela, estudiosos analizaron riesgos y ventajas de la investigación aplicada

RAMON VERA HERRERA

Estribaciones del Valle de Anahuac, 31 de mayo. En lo que parecería una de esas sincronicidades o "causalidades" que tanto celebraba Julio Cortázar y que la teoría junguiana describió con cierto detalle, una veintena de autoridades tradicionales huicholas de San Sebastián, Jalisco, más representantes comunales de los nahuas de Manantlán, de San Luis Acatlán, Guerrero, y de Milpa Alta y Atlapulco, en el valle de Anáhuac, velaron el sol --del ocaso a las primeras luces de la aurora-- en uno de los tantos parajes que hasta nuestros días los pueblos indios de nuestro país reivindican como sitios sagrados y que son parte de su territorio religioso.

Sincronicidad o causalidad, porque no resulta fácil explicar cómo su ceremonia, motivada por el temor que crece en las comunidades indígenas y campesinas mexicanas ante la desfiguración genética del maíz, viene a coincidir en días con una reunión, organizada por Pugwash, famosa asociación de investigadores preocupados por los alcances y límites del quehacer científico, que se lleva a cabo en el Jardín Botánico de la Universidad Nacional Autónoma de México, que aborda entre variados asuntos la contaminación del maíz nativo mexicano con variedades transgénicas.

Quizá sea que la preocupación de los pueblos indios por defender el maíz, el ámbito sagrado en el que se le venera, los saberes ancestrales que lo hicieron posible y el margen de autonomía que les otorga sembrarlo para el consumo propio les permite fortalecer su lucha por el reconocimiento de sus derechos colectivos, su autogobierno y sus particularidades históricas, mientras emprenden otras defensas (como la del agua, el bosque, el territorio), y sus propios proyectos de desarrollo sustentable y autogestionario.

Mientras, una comunidad científica poco conocida por la opinión pública somete a debate (con su propia lógica y método) los posibles riesgos o ventajas de la ingeniería transgénica, las repercusiones que estos desarrollos tecnológicos pueden tener en cultivos como el maíz, y los límites o libertades que pesan sobre la investigación aplicada.

El resultado es que con variadas aproximaciones y valoración del saber, el maíz es el punto crítico de varios debates y temores entrecruzados.

La ceremonia

Los promotores de la ceremonia propiciatoria que pudiera permitirle al maíz (persona, divinidad, ancestro, alimento, medicina, razón de la existencia) sortear todos los embates que enfrenta fueron las autoridades tradicionales del pueblo wixárika o huichol (como se le conoce), un pueblo para el cual el maíz --junto al fuego, al jícuri y al venado-- es centro de una religión ancestral que se mantiene viva. Los huicholes, al igual que un cúmulo de pueblos mesoamericanos, han desarrollado el maíz durante por lo menos 9 mil años de cuidado y saberes de cruza y cultivo, de conservación de semillas nativas. Nueve mil años de acompañamiento mutuo, que hacen decir a los wixáritari que sin las semillas de maíz no serían, no existirían.

Con el ocaso del sol, los oficiantes llegaron a un promontorio desde donde se dominan los valles aledaños. El viento corría veloz entre las piedras y los tuvo ocupados un rato con el fuego, sin el que velar el sol no podría ocurrir. Don Pedro de Haro, marakame huichol y una de las autoridades morales más importantes para su pueblo, mandó hacer desde hace unos meses una piedra que sería la ofrenda central junto a monedas de diez pesos pegadas a la piedra con el águila hacia el frente, mazorcas de maíz azules, moradas, amarillas, pintas y blanquísimas, sus títulos agrarios, los sellos de la comunidad, velas encendidas, tejuino (una bebida tradicional de maíz fermentado) y cualquier otra cosa considerada propiciatoria.

En momentos delimitados que los llevaron a raptos de unos diez a quince minutos, los cantadores invocaron "los poderíos sagrados", "el gobierno natural" que los hace uno con todo, mediante hipnóticos fraseos que se empalmaban con los contracantos de una especie de coro, con el rasguido sincopado de una guitarrita huichola mientras el horizonte y la Luna servían de recipiente para la textura pastosa y fluida de un violín. Como contrapunto adicional, las campanas de una iglesia invisible y distante fueron configurando una melodía que hora a hora agregaba algunas notas hasta que, hacia las doce de la noche, hizo sonar completo el motivo central del Ave María, de Gounod.

Cuando el canto se adormilaba, la plática entre los participantes fluía a partir de las historias contadas por Pedro de Haro, y las discusiones sociales, políticas y anecdóticas que dieron vuelta en voz de quienes en representación de sus pueblos y comunidades se encontraban con el pretexto de lo sagrado y que hoy buscan más y más compartir las preocupaciones propias de diferentes regiones y los asuntos nacionales que los hermanan.

Al despuntar el alba, el fuego que brilló entre las brasas como lenguas azules, fue apagado al momento en que la bola roja del sol asomó entre los montes, momento en que se ofrendaron los objetos dispuestos y se bendijo a los presentes.

Una visión de conjunto

Para los huicholes, a fin de cuentas quienes invitaron a la ceremonia, entrar al tiempo de lo sagrado los sitúa de inmediato también en el ámbito de lo político, en el universo de la resistencia. No sólo reivindican una religión propia, sino que esta reivindicación anuda la defensa del territorio, la valoración del agua, la cultura comunal y las prácticas milenarias del cultivo. Su defensa del maíz, algo que comparten con los otros pueblos y comunidades presentes, no es "culturalista" sino integral. Saben que defender el maíz es defender toda su vida, su sentido comunitario, sus derechos como pueblo. Hacer ofrenda, en este caso, es propiciar un encuentro en el que se van tejiendo alianzas y reflexiones compartidas, y saben, que ante la negativa de dos de los tres poderes a reconocerles existencia y equidad ante la ley, tejer esos vínculos (de todo orden) es fortalecer un camino común que los poderes mundiales se empeñan en desaparecer, o por lo menos desfigurar. Por eso declaran, en voz del marakame Pedro de Haro:

Cuando llegaron los españoles los pueblos indígenas los recibieron amablemente y ellos les quitaron todo. Esta historia se ha repetido mucho, pero la diferencia es que ahora nosotros sabemos valorar, respetar y cuidar lo que tenemos, así que los saqueadores y los comerciantes de lo nuestro se tienen que ir enmendando pues ya no los dejaremos hacer lo que les plazca. ƑCómo alguien va a vender lo que no es suyo? Eso de que vengan a plantarse aquí, en lo nuestro, ya no será posible, pues así nos lo dice nuestro sueño colectivo de miles de años. Todo lo que tenemos es prestado, la inteligencia es prestada, la economía y la vida son prestadas también. Eso es lo que no quieren entender quienes han querido destruirnos, quienes no entienden nuestro gobierno natural, por eso nos niegan nuestros derechos y pretenden ahora desfigurar nuestro maíz, comerciar con la vida que nosotros tanto hemos cuidado. La vida es de todos, la vida es sagrada, nadie debe comerciar con ella, nadie debe patentarla.

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