Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 16 de mayo de 2002
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Editorial
 
ECONOMIA: SIGNOS DE ALERTA

SOLMás allá de lo que pronosticaban las previsiones más pesimistas, el producto interno bruto (PIB) retrocedió en el primer trimestre del año en curso 2 por ciento con respecto al mismo periodo del ejercicio anterior, de acuerdo con datos dados a conocer ayer por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).

El dato, aunado a la baja de 4 por ciento de las inversiones extranjeras en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), cifra que también fue dada a conocer ayer, hace pensar que la economía nacional difícilmente logrará el crecimiento oficialmente esperado para este año, que es de entre 1.7 y 1.8 por ciento, según las estimaciones de la propia SHCP y el Banco de México.

Si se considera el desempeño económico del último año y medio, el panorama resulta angustiante y desolador: el país lleva seis trimestres consecutivos perdidos (desde el último de 2000 hasta el primero de 2002) en materia de crecimiento, es decir, 18 meses continuos de postergación y frustración de las expectativas sociales. Llevada al ámbito de la estabilidad política y la gobernabilidad, la recesión económica es una inocultable bomba de tiempo.

Si, como de alguna manera lo pretende el modelo económico ortodoxo --vigente desde el sexenio de Miguel de la Madrid hasta la fecha--, la salud de los macroindicadores es la razón y la justificación últimas del desempeño gubernamental, los datos referidos debieran inducir a los responsables de la política económica a replantearse los lineamientos generales de su acción y a considerar seriamente manejos alternativos.

Si los políticos del gobierno son capaces de vincular los números con los horizontes humanos e institucionales, tendrían que darse cuenta de la necesidad de emprender un viraje.

Hace dos años el candidato presidencial Vicente Fox ofreció a la nación un programa político que habría de realizarse en un contexto de crecimiento económico de 7 por ciento anual.

Hoy, la presidencia foxista tendría que plantearse cambios de estrategia política y económica proporcionales al tamaño del fracaso de esa promesa --independientemente de las causas exógenas que, ciertamente, han incidido en el incumplimiento-- y explicar a la sociedad de qué manera se piensa resolver el desafío que implica el continuado crecimiento de la población y el persistente decrecimiento de la economía.
 

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