Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 16 de mayo de 2002
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Política

Ambos personajes documentaron su relación en libros escritos por cada uno

El Grupo San Angel, matriz de la vieja relación del canciller y el ex presidente

JENARO VILLAMIL

Un crítico citable en las memorias de un ex presidente en busca de justificación, y un ex mandatario que permitió la formación del Grupo San Angel para evitar el choque de trenes en 1994, marcan las relaciones intelectuales y no ausentes de una buena dosis de vanidad y de mutua influencia entre Jorge G. Castañeda y Carlos Salinas de Gortari, documentadas por ambos en México, un paso difícil a la modernidad, escrita por Salinas, y en La Herencia y Sorpresas te da la vida: México, 1994, del actual canciller del gobierno foxista.

Experto en lo que él mismo denomina el networking o "la construcción de redes políticas", Castañeda relata en Sorpresas te da la vida los acercamientos y las reuniones que tuvo con Salinas, al mismo tiempo que se presentaba como asesor del candidato presidencial del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, a quien en buena medida responsabiliza en este texto del fracaso de la principal iniciativa del Grupo San Angel: la formación de un gobierno de coalición que encabezara la transición.

El 23 de mayo de 1994, escribe Castañeda, "Carlos Salinas me recibió en su despacho en Los Pinos y durante más o menos una hora conversamos, entre otras cosas, sobre las propuestas de transición. De esa conversación, lo único pertinente para este relato fue la reacción de Salinas a la idea: es buena, puede funcionar, pero la Presidencia no la puede apoyar si no surge de la sociedad. Una vez que se arraigue en la opinión pública, y que tanto la idea como el grupo que la impulsa adquieran una existencia propia, la Presidencia puede a su vez mostrar su acuerdo y apoyo. Pero la secuencia debía ser esa y no al revés. Esta fue la única sugerencia o reacción directa del primer mandatario al esquema.

"Por la confianza que Salinas le otorgaba a los miembros del grupo -continúa en su relato Castañeda- y por información completa y directa que pudo tener sobre el espíritu del mismo, siempre se contó con su anuencia; nunca sufrimos, por lofox_castaneda_bre menos visible o perceptiblemente, de su injerencia o manipulación."

Para Castañeda, la manipulación salinista sólo hubiera sido posible "si hubiera intentado utilizarlo con intenciones de perpetuación del sistema, no de transición". Sin embargo, el ex asesor de Cárdenas, férreo crítico del TLC apenas dos años antes de escribir esas líneas, explica el fracaso de la iniciativa del Grupo San Angel por la falta de confianza de los tres candidatos presidenciales de PRD, PAN y PRI. "Nunca fue posible lograr que Cuauhtémoc Cárdenas, Diego Fernández y Ernesto Zedillo confiaran en el grupo, a pesar de repetidos esfuerzos y de la presencia en el grupo de amigos, adeptos o colaboradores cercanos a cada uno de los tres candidatos", escribe Castañeda.

El crítico útil

Sin embargo, así como Castañeda documentó el papel de Salinas como el de un mandatario útil a los fines del Grupo San Angel, el ex presidente, si bien pasa por alto sus encuentros con Castañeda en 1994, hace referencia en sus memorias al papel que el actual canciller, además de Adolfo Aguilar Zinser y Mariclaire Acosta, jugaron durante las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.

En la página 88 de sus extensas memorias y reconstrucción sesgada de su sexenio, Salinas menciona que "la actitud del grupo respecto al petróleo resultaba útil para la negociación; también su exigencia de incluir el tema de la migración. Sin embargo, dejó muy mal sabor de boca entre los nuestros la queja ante los norteamericanos sobre la supuesta falta de oportunidades para que los mexicanos de todas las tendencias políticas pudieran hacer sus planteamientos en los foros locales. Castañeda se apuntaba ya en una postura maximalista: el tratado era todo bueno o todo malo".

Hábil para la insidia, Salinas de Gortari continúa su reflexión sobre Castañeda: "al final no pudo conciliar ese extremismo y su filiación cardenista con una posición objetiva en relación al TLC. La actuación de muchos de estos opositores mexicanos trajo buenas consecuencias para el resultado final de la negociación, pero podían haberlo hecho de manera más profunda y trascendente si se hubieran decidido a ser menos partidistas y más objetivos".

Salinas relata las propuestas y la comparecencia que tuvieron ante el Congreso estadunidense en febrero de 1993 el actual canciller y sus colegas Aguilar Zinser y Mariclaire Acosta. De hecho, son prácticamente a los únicos críticos que cita como principales actores en su capítulo "La construcción del TLC".

Si bien Salinas relata las gestiones y posiciones de la Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio (RMALFC), las críticas del PRD, las del PAN y la de algunos sectores del PRI, en el siguiente capítulo "1992: firma del Tratado y... volver a empezar", Salinas no les dio el peso que tenía un "crítico citable", tanto que rebatió sus tesis sucesorias del libro La Herencia, al mismo tiempo que lo utilizó como fuente para justificar defenderse de las condenas que lo ubicaban como el autor intelectual del crimen contra Luis Donaldo Colosio.

Para Salinas, Castañeda se equivocó en La Herencia al creer las versiones de Manuel Camacho sobre una "confrontación privada" en noviembre de 1993 con el entonces mandatario.

"Castañeda quiso apoyar a toda costa la tesis de que una candidatura se construía con el engaño. Con este propósito echó mano de esas supuestas confesiones de Camacho. Como en toda versión construida a posteriori, en el libro de Castañeda aparecieron errores que delataban tanto al autor como al entrevistado", subraya Salinas con su peculiar estilo. Sin embargo, la desacreditación de Castañeda se le olvida al ex mandatario cuando se trata de utilizar su juicio en torno al caso Colosio.

"Dos analistas que en diversas ocasiones han criticado mi gobierno -escribe Salinas en la página 1242 de sus memorias-, Jorge Castañeda y Enrique Krauze, tampoco han compartido la acusación en mi contra, fabricada por la nomenklatura y los neoliberales. En su libro La Herencia, Castañeda planteó:

"La tesis de la autoría intelectual salinista del asesinato de Colosio es incompatible con una explicación coherente de los acontecimientos del año más negro de nuestra historia moderna."

Curiosamente, la cita de Salinas es incompleta. Castañeda escribe en el remate de ese capítulo algo que parece el anuncio de un epitafio personal:

"Esa explicación yace en el demoledor y triste epitafio de la vida política de Carlos Salinas de Gortari: no perdió todo por su perversión con los débiles, sino por su debilidad con los perversos."

Por lo pronto, el débil con los perversos se reunió en Bruselas con Castañeda y, al parecer, el tema no era bibliográfico ni hemerográfico, aunque quizá volvieron a platicar, como en mayo de 1994, sobre la necesidad de un gobierno de coalición.

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