Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 5 de mayo de 2002
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Espectáculos

La celebración se realiza puntualmente cada 1Ɔ de mayo en Huautla de Jiménez

Adoración a Chicón Tocoxo, rito mazateco que sobrevivió a la conquista y a la religión

En un cerro, a más de 2 mil metros de altura, los pobladores hablan con él para no provocar su ira

La Iglesia católica intenta quitarle fieles con San José Obrero, haciendo su fiesta el mismo día

LEONIDES SANDOVAL CASTAÑEDA ENVIADO

Huautla de Jimenez, Oax. El rito que realizan los mazatecos desde hace cientos de años a su deidad más importante, Nai Chicón Tocoxo (o el Dios Güero de las montañas), sobrevivió a la conquista española, se ha impuesto a otras religiones y se practica puntualmente cada primero de mayo.

Desde temprano, y durante todo el día, miles de personas caminan hasta la parte más alta de Nindó Tocoxo -el centro ceremonial prehispánico menos conocido del país-, nombrado también como Cerro de la adoración, donde suponen habita su divinidad.

Allí, a más de 2 mil metros sobre el nivel del mar, los mazatecos hablan con su Dios para pedirle ante todo buenas cosechas y no provocar su ira. Tres cuevas habilitadas como altares son llenadas con hojas de laurel, cacao, cera, copal y algunas flores.

Es para esta cultura una gran fecha, empieza el calendario agrícola mazateco formado por 18 meses, y es el primer día del chan to (o mes de los frutos), cuando hay que rendirle culto a Chicón Tocoxo. No sólo para agradecerle los favores recibidos durante el anterior año en salud, dinero, amor y bienes materiales. Buscan también con su adoración no despertar su ira que podría, según la creencia, provocar desastres y muerte.

En la parte más alta del cerro, los curanderos Ricardo, José Luis y Baldomero han estado activos todo el día, a cambio de algunos pesos, para limpiar a los recién llegados con hojas de laurel y alejarles las malas vibras y los espíritus malignos. Ya purificados, se dirigen a la primera cueva a entregar sus regalos y dar las gracias a la divinidad por los favores recibidos y formular nuevas peticiones.

Un kilómetro más abajo, otras dos cuevas esperan que los indígenas lleven sus ramos de laurel con los que primero recogen la energía de las piedras, luego las transmiten a su cuerpo en movimientos que van de la cabeza a los pies y por último los depositan en el piso.

La vereda por la que se ha llegado a estas concavidades conduce, de nuevo hacia arriba, a dos claros del bosque de encinos donde la gente, ya libre de sus ofrendas, toma algún refrigerio, pues es importante llegar a este lugar en ayunas.

Especialmente interesados en rendirle pleitesía a Chicón Tocoxo, los curanderos mazatecos, quienes desde temprano vinieron a depositar sus ofrendas, que incluyen unos paquetes llamados mágicos y que contienen huevos de totola (la hembra del guajolote), plumas de guacamaya y papel amate (especie de papiro), todo envuelto en pliegos de papel estraza y hojas de platanillo amarrados con pabilo blanco.

No le gusta la gente rica

Este centro ceremonial sobreviviócascada-huautla cientos de años al sincretismo, y aunque desde tiempo atrás fueron colocadas dos cruces de madera y una de hierro en la parte más alta de la colina, en la cúspide del primer altar natural, fue en 1990 cuando se construyó allí mismo una minicapilla en honor a la virgen de Guadalupe y a San José Obrero, donde los fieles se someten a los rituales de los curanderos.

La Iglesia católica no ha estado ajena a esta especie de conciliación, aunque más bien parecieran ganas de quitarle adeptos a Chicón Tocoxo. Unos dos kilómetros abajo, exactamente a la entrada del último tramo que conduce al cerro, a la altura de la casa donde vivió María Sabina, la chamana más famosa de esta localidad, los católicos colocaron este primero de mayo una enorme imagen de San José Obrero y el propio obispo de la Diócesis de Huautla, Hermenegildo Ramírez Sánchez, ofició una misa en su honor.

El santo, vestido con una enorme capa verde y amarilla, fue traído la semana pasada y sus promotores, para acreditarlo, colocaron una manta en la que se lee: ''Bienvenidos al santuario del señor San José Obrero que se celebra el primero de mayo en El Fortín, cerro de la adoración, Htla. (sic)''.

No le fue mal en su primer día. Reunió a unas 500 personas en el mejor momento, cuando el obispo ofició la misa inaugural.

Para Chicón Tocoxo esto no es nuevo. Hace tres años, el ex presidente municipal Raymundo Durán Lorenzo trajo una imagen de San Martín Caballero. Consultado en una velada con hongos, Chicón Tocoxo habría dicho a los sabios curanderos: ''quién les pidió este santo, no lo necesito, llévenselo'', y ni modo, tuvieron que bajarlo y guardarlo en algún lugar, explica don Albino García Quiroga, el curandero más prestigiado del municipio de San José Tenango, desde donde vino de madrugada.

-ƑQué es lo que hace que miles de personas aún crean en esta divinidad?

-Ante todo, el Chicón Tocoxo nos quiere libres. No le gusta que seamos mozos. El nos proporciona los terrenos, el agua y los aperos para que trabajemos a nuestro beneficio y de ningún modo permite que nos sometamos a otras personas por dinero -responde García Quiroga.

-ƑSe enoja Chicón Tokoxo por que ustedes adoren otros santos?

-No, siempre y cuando sean santos humildes. Al Chicón no le gusta la gente rica.

Al Güero se le describe montado en caballo blanco y lo acompañan en sus viajes dos coyotes de pelaje níveo que hacen de guardianes. Existe la creencia que desde el Nindó Tocoxo, el Chicón vigila y domina a sus tutelados, no sólo de Huautla, sino también de municipios vecinos, como Santa María y San Miguel, que desde allí se contemplan majestuosos.

Otro motivo de agradecimiento, ya no tanto a Chicón Tocoxo, sino al cerro, es que su vegetación alimenta los manantiales subterráneos que forman el río Agua de Aguila que abastece de líquido a la población.

Asimismo, para no provocar su ira, pues los males colectivos son asociados aquí al enojo del dios. Por ejemplo a principios de los años 90, cuando un helicóptero del Estado Mayor Presidencial se accidentó, se dijo que El Güero no quería que llegara el entonces presidente Carlos Salinas y por eso dio muerte a su avanzada.

Durante la construcción de la carretera que une Huautla con Tuxtepec ocurrieron accidentes y se dijo que los muertos de entonces eran un cobro del dios mazateco por los beneficios que traería esa vía de comunicación. Se dijo entonces que necesitaba 546 guajolotes, número que ninguna interpretación cabalística justifica, pero que alguna explicación mortal redujo a 22 personas que fallecieron en un accidente de carretera.

Y es que, al final de la jornada, no todo es alegría, pues el lugar queda lleno de basura y heces, toda vez que no existen servicios sanitarios. Sobre esto, la pintora Margarita Carrera declaró recientemente que la parte plana del cerro pertenece a su hijo, el arqueólogo Eduardo Gamboa, y anunció su intención de cercarlo para evitar su devastación, aunque aclaró que no pretende impedir el paso a nadie.

Con todo, Chicón Tocoxo nunca ha perdido su antiguo señorío en estas tierras del mundo indígena, el que nunca debimos derrochar.

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