Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 5 de mayo de 2002
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Cultura

La gaviota, montaje de Iona Weissberg, en El Galeón

Prevalecen la trivialidad y el absurdo que dibujó Chejov

La adaptación del clásico ruso requirió de análisis arduo

ANASELLA ACOSTA

La actitud humana frente a la fama, el fracaso, el desamor, la vejez y la muerte se evidencian en La gaviota, puesta en escena que se estrenó el viernes por la noche en el teatro El Galeón, del Centro Cultural del Bosque.

Dirigida por Iona Weissberg, la escenificación de una de las obras clásicas de Anton Chejov transporta la trivialidad y el absurdo de la pequeña burguesía rusa de finales del siglo XIX al momento actual que vive la clase media mexicana, para mostrar la eterna y universal decadencia de los valores humanos.

De los diálogos cotidianos y los objetos simbólicos, característicos en las obras de Chejov, se desprende la complejidad de los personajes que se mueven en una casa de campo en aparente serenidad.

Una actriz madura obsesionada por mantenerse vigente en los ámbitos sexual y profesional, Irina Arkadina Nikolayevna (Blanca Guerra), visita a su hijo Kostia Gavrilovich Treplev (Oscar Uriel), escritor fracasado que se debate entre la soledad y el ocio, el egoísmo y los celos que le provoca el amante de su madre, Boris Alexeyevich Trigorin (Miguel Angel Ferriz), escritor famoso, condescendiente con sus instintos sexuales.

Ningún personaje es estéril. Nina Zarechnaya (Alejandra Marín) es la joven campirana que sueña con la fama, por la que se esfuerza, y halla en esa búsqueda su perdición. Masha (Mónica Dionne) consuela su desamor con el alcohol, el cigarro y la resignación final de entregarse a una vida sin pasión. Piotr Nikolayevich Treplev (Alvaro Carcaño) es un anciano arrepentido de no haber conseguido sus anhelos y con el temor de ser sorprendido por la muerte.

El asomo a la cotidianidad de los personajes transcurre en escenas sin principio ni fin, con un telón, un lago y el espesor del campo como escenografía. La comedia y el drama toman posesión del escenario en pequeñas dosis que se confunden, para llegar de manera sutil a la tragedia.

Weissberg comenta la dificultad de montar una obra de Chejov: "Necesitas un detalle muy fuerte; es difícil manejarte entre la parte medio chistosa y la parte amarga y el ritmo de los diálogos: a veces en tono grandilocuente, otras cotidiano, en ocasiones son claros como formas dramáticas o críticas del autor, pero generalmente se hallan en una zona muy vaga. El espectador puede reírse o no".

Cuenta que al estreno de La gaviota antecedió un trabajo arduo de análisis del texto, discusiones sobre los paralelismos con el mundo contemporáneo, la mezquindad de los personajes, su falta de generosidad y lo que se tiene en común con los rusos, para llegar a la expresión de los trazos y gestos que definieran la complejidad de los personajes.

Respecto de la vigencia de esta obra, la directora comenta: "Lo que a mí más me obsesiona de La gaviota es el paralelo con el mundo contemporáneo. Los individuos que buscan el éxito y el reconocimiento como sinónimo de felicidad, cosa que no es verdad. Se la pasan buscando algo en un lugar equivocado. Por otra parte, es un reflejo de la vida de los famosos, que puede ser igual de patética o no que la de cualquier invidividuo".

La actriz Blanca Guerra habla sobre la experiencia de montar una obra clásica: Chejov es un autor que a primera lectura pareciera fácil, pero es muy desconcertante, inagotable, que puede tener diversas interpretaciones, pero nunca carente de veracidad.

La escenificación de La gaviota puede tener tantas propuestas como directores hay; puede enfocarse con humor o de manera solemne y densa; de cualquier menera es válida cualquier versión, pero lo que no se perdonaría es la carencia de honestidad en la complejidad de sus puestas.

Sobre su experiencia como actriz, señala: Chejov es un autor que te confronta contigo. Te sometes a un análisis de texto, de un personaje en particualr, con circunstancias determinadas en las que siempre encuentras algo que tiene que ver con un comportamiento personal, y tiene lugar una identificación, que te hace crecer como artista y ser humano.

La gaviota, de Anton Chejov, se presenta jueves y viernes a las 20:30; sábados, 19, y domingos, 18 horas, en el Teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque, atrás del Auditorio Nacional.

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