Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 22 de abril de 2002
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Espectáculos
Faltaron figuras e imaginación, afirma Jacobo Zabludovsky

El bolero, género musical intenso, fue homenajeado en Bellas Artes

Historia de un amor y Sabor a mí fueron alarde de armonía, sello de Los Tres Ases

Marco Antonio Muñiz cantó con sus ex compañeros; Olga Guillot y Guadalupe Pineda, parte del elenco

ARTURO CRUZ BARCENAS

El bolero es un género musical caro a la historia de México. Hace más de medio siglo comenzó su auge, ligado al crecimiento de la urbe. Indisoluble es su vínculo con el cine y, por supuesto, con la radio, sobre todo con la XEW, en la calle de Ayuntamiento, en el Centro. La noche del pasado sábado, tal corriente musical recibió un homenaje en el magno escenario del Palacio de Bellas Artes, lleno, dentro del Festival del Centro Histórico. Todo fue sobre ruedas; varias veces el público aplaudió a los intérpretes, los coros se repitieron, el contrapunto vocal de los artistas fueron los miles de asistentes.

Algunos lloraron; la mayoría sólo enjugó recuerdos. Si algo tiene el bolero es que su catarsis alivia penas; es un vómito del alma. Sublima la nostalgia, sumerge en el pasado para revivir en el presente. Este se pone... más sabrosón, más llevadero. A las ocho de la noche ya el público exigía que comenzara lo ofrecido. Los aplausos demandaban que el romanticismo comenzara ¡ya! No hay silbidos; sólo aplausos. Es un palacio, a final de cuentas, que abría sus puertas a lo popular, tantas veces vilipendiado. Algunos apelaban a la seriedad del festival, para que el inicio fuera puntual.

Quince minutos de informalidad de los organizadores y pisaron el escenario Los Tres Ases, previa introducción de Blanca Guerra y Claudio Obregón, quienes pronunciarían parlamentos que ubicarían la importancia del bolero en México, género que explota la noción de la pasión en sus diferentes niveles. Este tipo de música remite a situaciones íntimas, ésas que La Doña rehuía responder en las entrevistas. En el fondo se proyectaban imágenes de películas con tema lacrímógeno, de historias de mujeres fatales que llegan y se van porque les da la gana, destruyendo vidas; de féminas de cuerpo escultural, sin desperdicio alguno, que de repente, por un mal entendido, reclaman y gritan y salen de restaurantes aparentemente indignadas.

Síntesis de momentos románticos

El bolero es síntesis de momentos románticos. Así lo hacen entender Obregón y Guerra. Tocan Los Tres Ases cinco de sus éxitos. El público se emociona y pide otra. "Llueva o truene, serán cinco", había comentado Héctor González, voz y líder del cincuentenario trío. Y así fue, aunque el propio Héctor hizo un intento frustrado por complacer el encore. Interpretaron Historia de un amor y Sabor a mí, mostrando un alarde de armonía, sello de esta tercia de ases. Las guitarras abrieron espacio a Guadalupe Pineda, jalisciense, quien se mueve igual de bien en el bolero, lo ranchero y hasta en la ópera.

En el centro del escenario un enorme boquete albergaba a una orquesta. Esta acompañó a Lupita. Hizo un homenaje a las mujeres que han dado joyas sentimentales. Lanzó su voz para recordar a María Grever, a Consuelito Velázquez, a Emma Elena Valdelamar. Si infancia es destino, la definición sexual también. Ellas lo dicen y cantan diferente. "Amor perdido, si como dices es cierto que vives dichoso sin mí, no estoy herido..." También interpreta Historia de un amor, con su estilo y sentimiento. (¿Por qué la repitió? ¿Fallas en la organización?)

Sube de tono y apóstrofes el concierto con la presencia de Olga Guillot, nuestra Aretta Franklin del bolero. Su autoridad es de diva. Las frases de sus temas calan, pero se vuelven agujas cuando las remarca con expresiones, con el puño que quiere encajar las palabras de un imaginario ser. Una canción puede, en su brevedad, ser una gran representación teatral. Por su intensidad. En la pantalla, Arturo de Córdova, el Humphrey Bogart de estos lares, ve a Lilia Prado. La tiene inerme, lista para ser besada.

Melodía contagiosa

Sigue Olga con Miénteme, que cantara Víctor Iturbe El Pirulí. Rompió el aire Bravo, la composición que le dio premios, fama... todo. El piano genera una melodía contagiosa. Hay mucho pasado en todo eso. Se gana Olga un aplauso de pie. Hace ahora su aparición Marco Antonio Muñiz, El Lujo de México, quien a las 10 de la noche rompe una especie de maleficio: canta La enramada con sus compañeros de Los Tres Ases, su conjunto semilla, hace 40 años. Cuatro décadas, pero ahí estaba Marco con sus ex compañeros.

Tomando saliva con los dedos y pellizcando la hombrera del saco se muestra él, Marco en sus gesticulaciones, en un estilo que exprime cada palabra. Marco Antonio en Marco Antonio. Son los hiperbatones de la expresividad. Rinde homenaje a Juan Gabriel con Se me olvidó otra vez. A Armando Manzanero con No sé tú y Por debajo de la mesa (de la que dicen que sólo él pudo haberla compuesto, porque tiene la altura para ver qué ocurre debajo de las mesas). Las clásicas El despertar y Escándalo. Pero su mejor momento fue con Perdón, cuando el público le hizo segunda voz, en colectivo. Hizo duetos con Pineda y Guillot. Bésame mucho.

El bolero tiene carta de ciudadanía en México; no importa si su origen es cubano o puertorriqueño.

Pero...

Al final del concierto, en el baño, varios caballeros se felicitan por haber podido estar presentes en el homenaje al bolero. No fue el caso de Jacobo Zabludovsky, quien criticó el programa, la pobre escenografía, los altibajos del elenco. Expresaba molestia: "Con respeto a todos los que intervinieron, creo que hubo una gran falta de imaginación, gran falta de producción, gran falta de figuras. Salvo a Marco Antonio y a Olga, que son grandes. Y en un teatro lleno, un homenaje, un recuerdo al bolero, merecía más.

"No se montó ningún espectáculo. Salieron unas muchachas a bailar, y no pasó nada."

-¿Para usted, quiénes faltaron?

-Chamín Correa, Consuelo Velázquez, Lucho Gatica. ¿Le parecen pocos?

-El programa se modificó por la muerte de Amparo Montes...

-¡No lo sé! ¡No lo sé! Pero esta calle donde está el teatro de Bellas Artes, que empieza en la fuente del Salto de Agua y termina en Garibaldi, se llamaba antes San Juan de Letrán y ahora se llama Lázaro Cárdenas. Aquí vimos el desarrollo del género teatral más importante de los últimos 70 años, y en cualquier carpa, como la de Libertad número 1, cualquier espectáculo donde cantaba una mujer un bolero había un calor. Aquí, Marco y Olga demostraron que son tan grandes que el espectáculo no los pudo sumergir.

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