Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 14 de marzo de 2002
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Editorial
 
MONTERREY: ¿WATERLOO DEL MODELO?

SOLEn vísperas de la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, que se realizará la semana entrante en Monterrey, Nuevo León, convocada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) y a la cual asistirá más de medio centenar de jefes de Estado, se ha hecho evidente que no se escucharán en ese cónclave ideas nuevas para eliminar, contrarrestar o siquiera aliviar la creciente miseria que ha dejado, en la mayor parte de los países del mundo, el modelo económico neoliberal impuesto por Estados Unidos y varios de sus aliados --Gran Bretaña, principalmente-- a las naciones pobres, con la complicidad de una generación de gobernantes tecnócratas.

Por el contrario, la reunión buscará, como han advertido numerosas organizaciones no guber- namentales y grupos antiglobalizadores, insuflar nuevos aires a esa llamada "ortodoxia", caracterizada por la apertura desventajosa de los mercados de los países menos desarrollados, la privatización --casi siempre corrupta-- de todo lo imaginable, el desmantelamiento de los sectores y programas sociales, la reducción al absurdo de las políticas de bienestar y el sacrificio, en aras de los intereses de la especulación financiera, de todos los otros sectores y actores de la economía.

Debe considerarse, sin embargo, que el modelo no da más de sí, que las recetas neoliberales se encuentran prácticamente agotadas y que sus saldos de catástrofe se han hecho sentir en economías tan distintas y distantes como la estadunidense, la argentina, la mexicana, la brasileña y las de los llamados "tigres" del sudeste asiático.

En términos políticos, resultan ya impresentables los tecnócratas que han mantenido en la bancarrota a la mayor parte de la población de América Latina. El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), instrumentos centrales de imposición de las tácticas neoliberales, han cultivado el repudio social en casi todos los países a los que han llevado al despeñadero económico.

En tales circunstancias, cabe preguntarse si los neoliberales encontrarán algún margen para reivindicar y mantener sus propuestas en el encuentro de Monterrey o si, por el contrario, se abrirán paso, en esa reunión, propuestas económicas con sensibilidad social, política y humana, y si prosperarán alternativas para diseñar términos más sensatos y menos depredadores para regular los intercambios internacionales en los ámbitos comercial, financiero, migratorio, ecológico, social y cultural. En otros términos, para dar contenidos positivos y progresistas a una globalización ciertamente inevitable, pero que hasta ahora se ha traducido en devastación de las sociedades, en una concentración obscena de la riqueza mundial y en una depauperación exasperante para millones de seres humanos.
 

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