Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 9 de marzo de 2002
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Editorial
ENEMIGO DE LA PAZ

Como respuesta al atentado terrorista perpetrado ayer contra un asentamiento judío en Gaza, Israel ha lanzado la represalia militar más sangrienta en los 17 meses de intifada, misma que ha cobrado la vida de decenas de palestinos, entre ellos el general Ahmed Mefrej, y un importante número de civiles, incluidos mujeres y niños.

Desde su arribo al poder, el derechista primer ministro de Israel Ariel Sharon intensificó las políticas de opresión política y militar en contra de los palestinos, generando con ello la proliferación de la actividad terrorista y la absoluta pérdida de confianza entre las partes. En lugar de buscar una solución pacífica al añejo conflicto, Sharon decidió actuar bajo la lógica militar de provocación-ataque-represalia, esta última inclina la balanza en favor de Israel, debido a la abismal supremacía militar de sus fuerzas armadas.

Recordemos que el 28 de septiembre de 2000, en un acto de evidente provocación, Sharon visitó la Explanada de las Mezquitas para reivindicar el lugar en nombre del judaísmo, hecho que detonó el inicio de la segunda intifada, y que de tajo derrumbó los endebles avances políticos de pacificación alcanzados tiempo atrás en las negociaciones en Wye Plantation, las conversaciones para la firma del Estatuto Final o las cumbres en Camp David.

Desde entonces, el primer ministro israelí, el mismo que cuando era secretario de Defensa coordinó en 1981 la matanza de miles de civiles palestinos en los campos de refugiados de Beirut, Sabra y Shatila, ha mantenido literalmente sitiado al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat, e incluso lo ha desconocido como representante legítimo del pueblo palestino y único interlocutor válido.

Tras los atentados del 11 de septiembre, Israel presionó al gobierno de George W. Bush para que incluyera el conflicto con los palestinos como un objetivo en la "guerra contra el terrorismo inter- nacional", posición que fue sutilmente rechazada por Washington hasta que una oleada de atentados suicidas, reivindicados por Hamas y militantes de la Jihad Islámica, causó 30 muertos y más de 200 heridos en Jerusalén y Haifa. De inmediato, Ariel Sharon declaró a la Autoridad Nacional Palestina como "entidad que apoya al terrorismo" y a Yasser Arafat como responsable de lo sucedido.

Por su parte, Bush comparó a Hamas con la organización Al Qaeda y la señaló como "uno de los grupos terroristas más peligrosos del mundo", al tiempo que anunció el cierre de las oficinas en Estados Unidos de la Fundación Tierra Santa para el Auxilio y el Desarrollo, por financiar, según dijo, a las escuelas "donde se enseña a los niños a convertirse en terroristas suicidas".

Sin embargo, ante las fuertes críticas de la comunidad internacional, particularmente de la Unión Europea que apoya una salida negociada, Bush decidió matizar el apoyo a Israel al proponer la reactivación del plan Mitchell, y anunció un nuevo viaje del general Zinni a la región para intentar frenar la ola de violencia.

Pero lamentablemente a estas alturas, la reactivación de las negociaciones se ve más distante que nunca, sobre todo porque ninguna de las partes, en particular Ariel Sharon, parece dispuesta a ceder un ápice por la paz, no obstante las detenciones de sospechosos de terrorismo por parte de Arafat o la ambigua disposición de Sharon para dialogar si se cumplen siete días de alto el fuego.

Todo parece indicar que Israel no negociará antes de ver cumplidos los objetivos militares de Sharon; es decir, exterminar por completo a los fundamentalistas islámicos, derrocar a Arafat y humillar a todo el pueblo palestino.

Imponerse por la vía militar, sin importar el número de víctimas civiles o la falta de legitimidad, es la política que está marcando el rumbo estos tiempos de supuesta lucha por la libertad y la justicia. Por ello urge la intervención de la comunidad internacional, antes de que Sharon haga realidad el lema que utilizó durante su campaña electoral: "paz y seguridad", sí pero a costa de acabar con el pueblo palestino.

Por lo pronto, según la más reciente encuesta publicada el día de ayer, 76 por ciento de los israelíes no está conforme con el gobierno de unidad nacional que encabeza Ariel Sharon. ¿No es este un indicador importante? 
 

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