Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 4 de marzo de 2002
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Política

Jorge Santibáñez Rolellón

Los héroes sin nombre

Los efectos negativos de los mecanismos de control de la frontera que el gobierno de Estados Unidos ha desarrollado, en particular lo que se conoce como Operation Gatekeeper, son interminables. Cuando uno cree que ya ha visto los máximos horrores que se derivan de ese operativo -como, por ejemplo los cientos de migrantes que mueren en el desierto, después de andar perdidos, sin comer durante varios días y sufriendo temperaturas extremas, aparecen nuevas formas de expresión de esos horrores que superan los anteriores y contrastan dramáticamente con la indiferencia del gobierno estadunidense, en ocasiones del gobierno mexicano y hasta de las sociedades de ambos países, que nos hemos acostumbrado a esas muertes y a las tragedias que ello implica y vemos con "buenos ojos" que el número de fallecimientos se reduzca, como si tener menos muertos disminuyera la responsabilidad del gobierno estadunidense a través de su operativo de control de la frontera.

En esta ocasión quiero ocuparme de una de las facetas quizá menos atendidas y que, desde mi punto de vista, requieren urgente atención. Se trata de los migrantes que fallecen en su intento por cruzar a Estados Unidos y que no son identificados. En consecuencia nadie, ninguna persona ni ningún organismo, los reclama por la simple y sencilla razón de que ni siquiera se conoce su nacionalidad, aunque no se necesita ser experto en identificación para concluir que buen número de ellos son mexicanos. Los cuerpos de estos migrantes no son devueltos a ningún país, nadie los vela, nadie pone flores en su tumba.

Para mi sorpresa, el número de migrantes fallecidos en su intento por cruzar a Estados Unidos y no identificados asciende a la tercera parte del total de fallecimientos, es decir, más de cien familias por año no pueden llorar a sus muertos porque solamente saben que desaparecieron, que no volvieron a recibir noticias de ellos. Algunas de esas familias probablemente crean que algún día "su migrante" les escribirá y que sigue vivo, otras se tranquilizarán creyendo que se olvidó de ellos y decidió cambiar de vida, sin saber que seguramente está en alguna fosa común de San Diego, amontonado con otros cadáveres, recibiendo peor trato que el de perros callejeros, porque a ellos sí hay quien los defienda.

Mi sorpresa fue mayor al saber que nadie hace nada por estos migrantes. Ni el gobierno mexicano, ni el estadunidense que, cuando mucho, se limita a incinerarlos. En México se ha dicho que los migrantes mexicanos que se aventuran en Estados Unidos -por muchas razones-, según el propio Presidente de la República, deben ser considerados héroes. Me pregunto, entonces, si no sería posible que alguna de las múltiples oficinas que ahora se preocupan por los migrantes pudiera hacerse cargo de los cuerpos de estos "héroes", aplicándoles pruebas bastante económicas y accesibles de DNA para ayudar a establecer su identificación, utilizando muestras de sangre de familiares, o bien si no sería posible establecer acuerdos entre los dos países para dar un trato más digno y hacer mayor esfuerzo para identificar estos cuerpos.

Considero que hay, por lo menos, dos oficinas que deberían intervenir en el asunto. Una es la Oficina de Mexicanos en el Exterior y la otra es la red consular o el Programa de Comunidades Mexicanas en el Extranjero.

Ciertamente estos migrantes ya no enviarán remesas, ni podrán ser utilizados por los partidos políticos en la discusión del voto de mexicanos en el extranjero, por la sencilla razón de que bajo ninguna circunstancia podrán votar (al menos eso espero). Tampoco serán defendidos por organismos en Estados Unidos, ya que no representan capital político alguno. ƑA quién puede interesarle un conjunto de cadáveres de los que ni siquiera se está seguro de que sean mexicanos?

Por estas razones, es objeto de doble reconocimiento las acciones que desarrolla la incansable Claudia Smith, de la California Rural Legal Assistance Foundation, quien desde hace tiempo está "dando lata" en diferentes oficinas mexicanas para que nuestro gobierno, de alguna manera, intervenga en este drama. Hasta ahora poco caso le han hecho nuestras autoridades, ni siquiera un gesto simbólico como depositar una ofrenda floral en memoria de estos "héroes sin nombre" o visitar las zonas en las cuales estos migrantes fallecen o son incinerados o, al menos, construir un monumento al "migrante desconocido". Nada, sólo el mismo silencio que reciben las familias de estos migrantes cuando se preguntan dónde estarán sus familiares.

Presidente de El Colegio de la Frontera Norte

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