Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 4 de marzo de 2002
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Política

Alejandro Zapata Perogordo

Encuentro entre viejos lodos

Debo confesar que estábamos absortos e inmersos observando el desarrollo del proceso priísta en la renovación de su dirigencia nacional. Despertaron una gran expectativa, toda vez que dentro de los cambios nacionales habían dado la apariencia de adaptación a los nuevos tiempos, en elecciones más competitivas, bajo circunstancias de equidad, de respeto a las diferentes formas de pensar, pero, sobre todo, salvaguardando el principio de libertad y secreto del sufragio. Esa imagen inclusive les permitió una recuperación considerable ante la opinión pública.

Tratándose de una decisión interna y, por lo tanto, de carácter administrativo, no existía la obligación y menos aún la necesidad para someter a la consideración del universo total del electorado para obtener un resultado. Sin embargo, el reto se antojaba interesante, pues era la oportunidad para demostrar real deseo y verdadera convicción de atender reglas y principios democráticos. Es evidente que después de ser un partido de Estado, ahora busquen una transformación, por ello no es de sorprender que pretendan válidamente incursionar a traves de ejercicios abiertos a mejorar sus sistemas electorales.

Lamentablemente, el desenlace ha sido fatal. La impresión que han dejado en el ambiente fue de trapacería, no hay necesidad de una introducción con el objeto de hacer un análisis de las incidencias presentadas en el desarrollo del proceso electoral; se trata de hechos públicos y notorios, adicionalmente aceptados e inclusive impugnados por las partes contendientes.

En realidad han sido acontecimientos que nos apenan y avergüenzan. Prácticas que llegamos a creer que habían sido superadas, nuevamente se han presentado para desgracia de la democracia mexicana. Entiendo que afectan en principio la vida interna de un partido político, concretamente al PRI, pero también alteran los avances democráticos que se han alcanzado en el país.

El Partido Revolucionario Institucional, como cualquier otro partido político en México, está obligado de conformidad al artículo 40 de nuestra Constitución política, a cumplir con los fines expresamente señalados en el párrafo segundo de la fracción primera del numeral en cita, que dice: "los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democática, contribuir a la integración de la representación nacional y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo..."

Resulta obvio que esos mismos criterios se deben seguir en la vida interna de los institutos políticos, máxime si la invitación a participar en la toma de decisiones es universal. El problema se presenta en una doble vertiente; la primera, cuando se comete la infracción alterando un proceso electoral. Falta que tiene efecto directo en la vida de la institución. La segunda, en virtud de que hace nugatorio el principio de la promoción del pueblo en la vida democrática. Adicionalmente, nos conduce a una fundada duda, en el sentido del comportamiento en los procesos electorales formales.

Lo anterior nos obliga a la reflexión de que no solamente llegan a hacer trampas entre ellos mismos, sino que es válido pensar que siguen ese mismo patrón de conducta en los procesos externos para elegir autoridades. Estando por otra parte obligados a ser escuelas de democracia, los ejemplos constituyen las antítesis del respeto al sufragio, de la legitimidad y, en vez de promover la participación ciudadana en la vida nacional, desmotiva e inhibe la integración bajo bases de respeto.

No fueran motivo de mayor preocupación los acontecimientos suscitados si solamente se tratara de cuestiones internas, lo que no ocurre, pues como lo hemos comentado, sus efectos llegan a alterar la democracia mexicana. Cabe agregar que a todos los contribuyentes nos cuestan las actividades y sostenimiento de los partidos políticos, en virtud del financiamiento público y también por esa razón nos incumbe en mayor medida y velamos por que sean útiles para la vida nacional.

En conclusión, volvieron a las viejas prácticas, a sus mañas de siempre, se olvidaron nuevamente de la gente y del país y así, francamente, no les sirven a la nación.

Líder de la fracción panista en la Cámara de Diputados

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