Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 23 de febrero de 2002
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Cultura
El cineasta prepara una biografía y un documental sobre Julio Cortázar

La crisis en Argentina propiciará una nueva diáspora de artistas, vaticina Montes-Bradley

Contrakultura fue ''un proyecto dentro de un país que va a dejar de ser país'', explica

Recrea en sus filmes las vidas de Jorge Luis Borges, Osvaldo Soriano y Osvaldo Bayer

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

La crisis económica argentina provocará una nueva diáspora de artistas e integrantes de la comunidad cultural hacia países de Europa y América, entre ellos México, advierte el cineasta Eduardo Montes-Bradley quien ha realizado documentales sobre los escritores más famosos de su país: Osvaldo Soriano, Jorge Luis Borges y Osvaldo Bayer. En los recientes años se ha dedicado a Julio Cortázar, de quien prepara una biografía y un documental: el primero lleva el título Cortázar sin barba, con decenas de fotografías inéditas y va de 1914 a 1952, mientras que la cinta Cortázar en Dr. Jeckyll y Mr. Hyde parte del año en que termina el libro.

Estos cuatro documentales se enmarcan en el proyecto Contrakultura, que Montes-Bradley comenzó en 1996 con la intención de filmar la vida de varios autores latinoamericanos, empezando por los argentinos y que ahora, por la situación que prevalece en la nación sudamericana, llega a su fin con un reto: terminar el filme sobre Cortázar.

Partir de un desacuerdo

Al respecto, el director de El sekuestro (1996) señala que Contrakultura ''estaba dentro de un país que tenía un proyecto, pero el proyecto de ese país dejó de ser proyecto y creo que va a dejar de ser país'' y ahora el documental sobre Cortázar ''depende pura y exclusivamente de mi voluntad. El señor de las barbas está en mis manos y de quienes me ayuden a terminarlo, porque en realidad la situación en Argentina es catastrófica. Ahora tendré que buscar otros caminos, otras salidas''.

La crisis, agrega, terminó con el proyecto, pero a final de cuentas ''quién me dijo que podía confiar en un país donde los peronistas tenían la oportunidad de tomar la manija que, como diría Borges, no son ni buenos ni malos, son incorregibles. No fuman, pero ven un cenicero sobre la mesa y se lo llevan''.

Pese a la crisis, el documental del autor de Rayuela no está suspendido; sí faltan 30 mil dólares para terminarlo, pero ''mi cerebro sigue funcionando''.

Hasta ahora, Montes-Bradley ha reunido unos cien testimonios para la cinta, como los de Horacio González, Viviana Hecker, Carlos Montemayor, Hugo Gutiérrez Vega, Manuel Antín, Sergio Ramírez y Claribel Alegría.

Asimismo, continúa su trabajo de investigación para concluir el libro, que incluye fotografías inéditas reveladoras de un Cortázar niño, estudiante, viajero, en su cuarto de pensión o en su estudio de traductor, además de documentos, como su libreta cuando se recibe de traductor y su pasaporte infantil.

Con Cortázar, explica, ''me unen las diferencias, porque entonces tengo un espacio en la reflexión. Es mejor partir de un desacuerdo para hablar de algo''.

Se decidió a hacer un documental sobre el autor de Historias de cronopios y de famas cuando se topó con él, por accidente, en la camiseta de un negro en Londres quien creía que Cortázar era Ernesto Che Guevara.

Fue en Picadilly Circus, durante una manifestación pacifista, cuando el negro se le acercó para pedirle fuego. El cineasta reparó de inmediato en el tipo que adornaba la prenda: ''Encendí su cigarrillo sin ocultar mi curiosidad. 'Linda camiseta', le dije, mientras volvía a guardar el encendedor. El africano le dio una pitada profunda al pucho, exhaló y me dijo como quien no quiere la cosa: 'tengo tres camisetas del Che. Esta es la que más me gusta', tras lo cual desapareció entre la multitud que empezaba a entonar los primeros versos de Imagine. Tomé el subterráneo y me dije: esto es un documental''.

El papel del azar

Cortázar llegó por azar, también así se convirtió en filme Osvaldo Soriano, autor de Triste, solitario final. Antes de ellos, Montes-Bradley se transformó de director de filmes de ficción hollywoodenses en documentalista, cuando lo tradicional es a la inversa: de documentalista a realizador de largometrajes.

Con los documentales, agrega, ''trato de entender quién soy. No quién es Cortázar, Borges, Bayer o Soriano''. En mis filmes ''evito obviedades, juego con las ironías y me río de todo, incluso de mí mismo, lo cual significa que reírse de los planteamientos que uno hace, individualmente o en grupo, es tener una mirada menos anquilosada, menos severa de la propia historia''.

El realizador no piensa si el filme gustará o no al público y a la crítica: ''No hago películas para que la gente se emocione, se ría o aprenda. Hago documentales para hablar de mí y de mi generación. Porque hablar de los escritores es hablar de nosotros, de cómo los vemos a ellos''.

Tal vez el siguiente en la lista de sus documentales sea un escritor mexicano. De seguro Octavio Paz

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