Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 17 de febrero de 2002
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Política

Néstor de Buen

El terrorífico petróleo

El amor por el petróleo sigue la pista de las maldades particularmente en el Medio Oriente, y ahora pretende trasladarse a nuestras tierras de América, donde Venezuela y Colombia, que no andan mal en energéticos, huelen a circunstancias terroristas con las que hay que acabar

Podría suponerse que el señor Osama Bin Laden está de vacaciones en la Casa Blanca, o por lo menos en Campo David. Muy tranquilín, sin quitarse la barba y jugando golf de cuando en cuando como le corresponde a un magnate petrolero, socio o ex socio del usufructuario de las casas.

Por lo mismo, los hechos del 11 de septiembre parecerían "hechos" a la medida de las necesidades del joven Bush que, huérfano de mayores simpatías, ganó las elecciones, dicen, por un solo voto, pero de la Corte Suprema de Estados Unidos.

Con todo lo de terrorífico que tuvieron, inexplicables en términos de lógica y de sentido humano, los atentados a las Torres Gemelas dieron al presidente una popularidad que nunca soñó. Tampoco creo, dicho sea de paso, que le vaya a durar mucho.

La reacción ha sido impactante. Afganistán, país en que los soviéticos pasaron todos los apuros del mundo para acabar retirándose, le sirvió de desayuno al petrolero texano, que sin gastar hombres de tierra deshizo a las fuerzas enemigas desde el aire. Claro está que no le faltaron los aliados: los de la Alianza del Norte, encargados de morirse y avanzar para ocupar los espacios que los talibanes iban dejando en el camino. No es difícil que ya se hayan iniciado las obras de ingeniería que faciliten la explotación del petróleo, ya se imaginan ustedes en beneficio de quién.

Pero pasado el pequeño trauma de la inauguración de la lucha contra el terrorismo: "el que no esté conmigo está contra mí", los antiguos aliados empiezan a tener dudas de la justificación de su pacto de alianza con Estados Unidos. La Unión Europea (que ya no se llama, por cierto, Comunidad Económica Europea, señor presidente) empieza a dudar de la conveniencia de adherirse a la siguiente etapa en contra de los países del mal: Irak, Irán y Corea del Norte.

Más allá de lo cursi, a la moda Reagan, del apelativo maloso, lo evidente es que el amor por el petróleo sigue la pista de las maldades particularmente en el Medio Oriente, y ahora pretende trasladarse a nuestras tierras de América, donde Venezuela y Colombia, que no andan mal en energéticos, huelen a circunstancias terroristas con las que hay que acabar. Pastrana ya se va pero el joven Chávez, el más demócrata de los presidentes de América, según puntada genial del eterno Fidel, pinta para largo a pesar de los tenientes coroneles y capitanes que declarándose en contra de la lucha de clases tratan de ganar una bandera de oposición.

A veces, mal pensado que es uno, hasta se podría creer que los acontecimientos del 11 de septiembre fueron excesivamente oportunos y se recuerda el hundimiento del Maine en La Habana, que inició la guerra de Estados Unidos contra España, y lo ocurrido en el Golfo de Tonkin, que permitió al señor Johnson inaugurar la guerra de Vietnam. Y no falta quien piense que Pearl Harbor no fue tan imprevisto. En esos casos cabían todas las sospechas de que el agredido no lo había sido, o que ya sabía desde antes de las posibles agresiones.

Claro está que lo de las Torres Gemelas fue demasiado como para haberlo inventado los dueños virtuales de las torres. Pero los efectos a favor del presidente han sido notables. Al grado de que han permitido el nacimiento de la nueva era: Estados Unidos contra el terrorismo, y cuídese de que no lo clasifiquemos como país terrorista; ya se encargará el ejército de resolver, a su manera, el problema. Al fin y al cabo ya se inventaron las bombas inteligentes. Y cuantiosos recursos no faltan. Lo que ayuda un poco, de paso, a la economía.

Bush y Sharon, dos pacíficos ciudadanos, están resolviendo los problemas del mundo. Así será fácil acabar, inclusive, con la pobreza. Unos cuantos bombardeos, oportunamente dirigidos, solucionarían ese problema que el capitalismo, la globalización y el mercado no han podido resolver. Panamá como modelo. Y Bush el papá como presidente entonces, si no recuerdo mal.

No se me olvida que en ocasión de la primera visita de Bush a otro país, al rancho de nuestro presidente, se llevó a cabo un bombardeo en contra de Irak. Tal vez por casualidad. Sin olvidar que también somos petroleros.

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