Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 12 de enero de 2002
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Cultura
04an2cul Ť Formar investigadores, entre lo mejor de su legado

Ruggiero Romano innovó los modos de abordar la historia mundial

ARTURO JIMENEZ

El pasado viernes 4 falleció en París el historiador italiano Ruggiero Romano, reconocido como innovador de los modos de abordar la historia, decano de los estudios latinoamericanistas en Europa y formador de investigadores de elevado nivel.

ruggieroSegún una semblanza conformada a partir del texto Ruggiero Romano. Homenaje, publicado por el Instituto José María Luis Mora; del libro Ruggiero Romano. L'Italia, l'Europa, l'America, editado por la Université degli studi di Camerino, así como de datos personales proporcionados por el historiador Enrique Florescano, quien fue su alumno, Romano (Fermo, 1923) creó una obra fértil, imaginativa y polémica.

Ante todo fue, se apunta, un historiador de Italia y de Europa, formado en la gran tradición de Benedetto Croce y de Federico Chabod en su país de origen, y más tarde en la tradición francesa de Lucien Febvre, Ernest Labrousse y Fernand Braudel.

Historiador de la economía y el comercio mediterráneo en los siglos XVI al XVIII, estudioso de la gran crisis de Europa en el XVII e historiador de los precios del trigo, Romano fue también analista de la historiografía europea y miembro destacado de la escuela de los Annales, la corriente que cambió la historiografía mundial en el siglo pasado.

Desde que llegó a París en los años cuarenta, convirtió su cátedra en la Sorbona en un centro de discusión y revisión de los paradigmas que dirigían la investigación histórica. De su seminario brotaron cada año nuevas tesis y libros, y adquirió fama como semillero de historiadores.

Desde los inicios de su carrera, Romano combinó sus tareas de historiador con las de asesor de diversas casas editoriales de Europa. En Italia colaboró con la Editorial Einaudi, en la que dirigió su famosa Historia de Italia y la innovadora Enciclopedia Einaudi, que rompió con el canon tradicional de las enciclopedias académicas y se convirtió en una de las obras más apreciadas en los recintos académicos. En esa obra participaron decenas de jóvenes académicos y científicos de diversas partes del mundo, algunos de los cuales recibirían más tarde el Premio Nobel.

Vocación latinoamericana

Como decano de los estudios latinoamericanistas en Europa, en 1956 Romano desarrolló ?en Chile? una investigación acerca de la economía colonial y el comercio entre el Pacífico y el Atlántico, cuyos resultados fueron publicados en Buenos Aires, en 1965, en el libro Una economía colonial: Chile en el siglo XVIII (1734-1806).

Siguieron los trabajos Cuestiones de historia económica latinoamericana (Caracas, 1966), Les mécanismes de la conquête coloniale: les conquistadores (París, Flammarion, 1972) y varios libros y artículos publicados de manera posterior.

Destaca su obra como formador de historiadores latinoamericanos. En Chile, Argentina, Perú, Colombia y México emprendió múltiples investigaciones, se relacionó con la generación joven de historiadores y convirtió su cátedra de la Sorbona en un semillero de nuevas tesis y propuestas historiográficas.

Su relación con México fue constante y prolífica. Trabajó en el Archivo General de la Nación, en varios archivos del interior del país y fue un maestro muy apreciado en El Colegio de México, El Colegio de Zamora, el Instituto Mora, la UNAM y la UAM.

En El Colegio de México participó de manera activa en el Fideicomiso Historia de las Américas, presidido por Alicia Hernández Chávez. En la colección patrocinada por el fideicomiso publicó el libro Coyunturas opuestas: la crisis del siglo XVII en Europa e Hispanoamérica (1993), al que siguió Moneda, seudomonedas y circulación monetaria en las economías de México (1998).

Romano fue además uno de los coordinadores de otra innovadora empresa editorial: Para una historia de América Latina (1999), de tres volúmenes, que propone una nueva interpretación de los procesos históricos del continente.

Los alumnos de Ruggiero Romano lo recuerdan como un investigador prolífico, un profesor siempre asequible y generoso, un señalador de nuevos caminos y guía cuidadoso que hacía fácil el tránsito por rutas ignoradas. Y sobre todo, lo recuerdan como hombre cálido y sensible capaz de convertir la clase, la charla, el viaje, la comida, el recorrido por la ciudad o el pueblo en una inolvidable experiencia humana.

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