Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 17 de diciembre de 2001
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Capital
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CIUDAD PERDIDA

Miguel Angel Velázquez

Ť La noche de Tlatelolco
Ť Más de 30 años de silencio

LAS VOCES que pretenden ignorar y con ello mandar al limbo de la impunidad el episodio de nuestra historia en 1968, quieren suponer en la publicación de los expedientes de aquellos momentos un ataque a las fuerzas armadas del país y así evitar mayores y más profundas investigaciones.

DESDE HACE 33 años, tal vez más, en México todo el mundo sabe de la intervención del Ejército en aquellos sucesos, por más que se quiera ocultar. Aunque desde siempre se ha tratado de confundir a la opinión pública con dichos y datos pervertidos por todo tipo de intereses, allí, en la profundidad de los archivos, yacía oculta la verdad y no era otra que la ya sabida y comentada en todos los ámbitos de México.

ƑQUIEN SUPONIA que buena parte de los jóvenes detenidos el 2 de octubre no habían sido llevados al Campo Militar Número Uno? ƑQuién podría negar que los miedos gubernamentales hubieran creado la trampa de Tlatelolco? Tal vez sólo Diego Fernández de Cevallos y algunos de sus compañeros de partido puedan atreverse a tratar de desfigurar la historia que hoy, simplemente, confirma con documentos gráficos eso que la gente comenta desde hace más de tres décadas.

Y DESDE entonces la gente clama justicia. Justicia que quiere decir verdad, que exige castigo para quienes pretendieron sustentar la estabilidad del país en la represión, es decir, esa justicia necesaria para devolver a los mexicanos su orgullo de pertenecer a un país donde el estado de derecho triunfe, a pesar de los intereses, a pesar del tiempo. Justicia que quiere decir seguridad.

EL PERIODO del silencio ha terminado. Ya no hay suposiciones ni historias que el poder ponga en duda, ahora hay documentos probatorios, nombres, fechas, lugares perfectamente ubicados adonde es posible llegar y escudriñar para palpar hechos incontrovertibles.

SI TODO lo que se ha dicho es verdad, el Campo Militar Número Uno no es el supuesto onírico de los jóvenes de aquellos tiempos, ni su necesidad de menoscabar la autoridad militar frente a la población. El Campo Militar Número Uno fue cárcel para civiles, para mujeres y hombres jóvenes con pretensiones de libertad.

PERO TAMPOCO se trata de decir que los soldados fueron los únicos culpables. No. Fuera quien fuera, de verde o de civil, los causantes de aquella noche fatal, desde el cuartel o desde las más pulcras oficinas de gobierno, deben ser juzgados por sus hechos, nada más.

LOS DOCUMENTOS traídos a la luz por Emilio Lomas e Israel Rodríguez en las páginas de La Jornada son, porque en ellos ya no existe posibilidad de duda, el filo que corta el domo del silencio y da certeza de cómo actuó el poder frente a aquellas muchachas de tobilleras y aquellos chamacos que representaron un peligro desestabilizador para México.

LA PRUEBAS documentales se hallan en el Archivo General de la Nación, donde por algún motivo quedaron fuera de la vista y el estudio de algunos académicos y otros tantos legisladores que investigaron el caso.

AHORA DEBERA saberse con absoluta certeza quién o quiénes los ocultaron y por qué. Allí hay una complicidad que debe aclararse porque probablemente nos lleve al nombre o nombres de quien o quienes ordenaron la reclusión ilegal de los mexicanos, ancianos y jóvenes la noche de Tlatelolco.

SE ABRE ahora un espacio importante desde donde se podrán mirar muchos de los escenarios reales de aquel momento en la política del país, pero también se da la oportunidad para que tanto los organismos gubernamentales como aquellos que no viven del gobierno regresen a esos archivos que seguramente tienen mucha otras historias escondidas.

Y DEBE ser ya, para impedir que quienes no han querido que la verdad sea expuesta a la reflexión de todos y al accionar de la justicia, intervengan otra vez y los archivos vuelvan a desvanecerse entre los millones de papeles encerrados en el mismo Palacio de Lecumberri.

CADA UNA de las pistas, cada una de las preguntas que se desprenden de las fotografías y los documentos exhibidos obliga a seguir minuciosamente las huellas de Tlatelolco y pone en la mesa de la historia un cuestionamiento más: Ƒla guerra sucia habrá empezado mucho antes de las fechas que ahora se nos señalan? ƑQué pasó, con exactitud, antes de 1968? ƑInmediatamente después de Tlatelolco, se inició la etapa de desapariciones? Allí en las cajas numeradas hay respuestas, habrá que ir por ellas.

Ť ciudadperdida-[email protected] Ť [email protected]

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