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Creadora tiende un puente entre la botánica y el arte para visibilizar ese entorno del que dependemos

María José de la Macorra expone Herbarium, muestra de 12 obras de varias técnicas, en la galería Ethra

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▲ La artista, al lado de la instalación In vitro, que consta de cápsulas de vidrio con flores de maguey secas y entrelazadas en forma del símbolo de infinito.Foto cortesía de la galería
 
Periódico La Jornada
Viernes 5 de octubre de 2018, p. 9

Ser un puente entre el mundo de la botánica y el del arte es lo que pretende la escultora María José de la Macorra (CDMX, 1964). Hacer visible ese entorno que nos rodea, del que dependemos, y luego no vemos. Hacia ese efecto su más reciente exposición, Herbarium, ha llenado la galería Ethra de flores de maguey, tillandsias, orquídeas, cápsulas de tulipán africano y bellotas gigantes de su autoría, trabajadas con diferentes técnicas y materiales.

De la Macorra relaciona su pasión por las plantas con su interés por las formas, que suele magnificar como en las esculturas Cápsula 1 y Cápsula 2 (1998) –ésta última mide 520 x 172 x 58 centímetros–, primero talladas en unicel, con una técnica utilizada para fabricar lanchas; después, recibieron capas de yeso y fibra de vidrio, para finalmente ser tapizadas con piel sintética.

También agigantó dos ejemplos de tillandsia, pequeña planta que utiliza a otras, sobre todo los árboles, como sustrato. El par de esculturas, hechas en alambre recosido y retorcido, estiran sus tentáculos desde las esquinas de la sala destinada precisamente a esta planta –también hay un gran dibujo en tinta, espontáneo y visceral. El cambio de escala puede transformar el objeto en algo aterrador o monstruoso, expresa.

Herbarium comprende 12 obras, realizadas desde 1996 a 2018, que incluyen escultura, instalación, dibujo y bordado.

De la Macorra considera la exposición una especie de corte transversal de su trabajo. Ninguna de las piezas se ha visto antes en CDMX. Con Cápsula I y Cápsula II, ganó la Bienal Femsa en 1998 , posteriormente las exhibió en el desparecido Museo de Monterrey.

Cada sala de la galería está destinada a una planta diferente como la que alberga la instalación In vitro, consistente en hileras de cápsulas de vidrio que contienen flores de maguey secas entrelazadas para formar el símbolo del infinito con la idea de meterte en un mundo de formas inagotables, y películas fotográficas de la misma planta viva cuando la recolectó en el Jardín Botánico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde siempre ha hecho trabajo de campo.

De 2014 a 2018, De la Macorra realizó un trabajo, Herbario bordado y Herbario de bronce, acerca de las orquídeas terrestres desaparecidas –por el cambio climático, el saqueo y la pérdida de hábitat– de la reserva del Pedregal de San Ángel, dentro del proyecto Milpa: ritual imprescindible, con la investigadora Elena Álvarez-Buylla, quien invitó a varios artistas a trabajar en el Jardín Botánico de la UNAM.

La entrevistada reprodujo las 30 especies de orquídeas desaparecidas en bordados a máquina basadas en los archivos de herbarios del mundo –si te fijas, las plantas están aplastadas, secas, tomadas de ilustraciones científicas–, en bronce, porcelana, madera y barro papel. Los marcos dorados que empleó para los bordados indican que se trata de cosas preciosas, como un relicario.

Su obra más reciente consiste en un cuerpo de 20 bellotas –fruto producido por los árboles de encino– hechas en bronce, de las que muestra el número 13, cuyas medidas son 80 x 75 x 70 centímetros.

Herbarium permanecerá hasta el 6 de octubre en la galería Ethra (Londres 54, colonia Juárez).