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Apuntes postsoviéticos

Ruptura en los Balcanes

C

omo si no fueran suficientes ya los desencuentros de Rusia y Estados Unidos para mirar con inevitable pesimismo la posibilidad de que logren en el corto plazo mejorar su relación bilateral, en los Balcanes empiezan a chocar los intereses geopolíticos de quienes tienen los mayores arsenales nucleares.

Desde la desintegración de Yugoslavia la región ha sido escenario de abierta confrontación, pero el statu quo acabó de resquebrajarse y la tensión volvió a repuntar a partir de que Montenegro, tras separarse de Serbia, formalizó su deseo de ingresar a la OTAN, organización que sobrevivió a la llamada guerra fría y que, para decirlo con franqueza, se supedita a su principal valedor, Estados Unidos.

El gobierno montenegrino, en contra de la práctica habitual, no consideró necesario convocar a referendo sobre decisión de suyo polémica y bastó con poco más de la mitad de los votos de los diputados del Parlamento para aprobar la solicitud de adhesión. Los adversarios del ingreso agotaron argumentos y, como último recurso, trataron de dar un golpe de Estado, con la participación de voluntarios rusos. El gobierno de Rusia de inmediato se deslindó del fallido putsch, Montenegro aplicó sanciones y hace apenas unos días, en lo que es el episodio más reciente de su divorcio, Moscú denegó el ingreso a su territorio de un político montenegrino, deportado en el siguiente vuelo 10 horas más tarde.

Ya no hay marcha atrás y este lunes se hará oficial la admisión de Montenegro como miembro número 29 de la alianza noratlántica, lo que desde el punto de vista de Rusia constituye un nuevo desafío a su seguridad y va a generar adecuadas medidas de respuesta.

Entre otras, aunque por ahora el Kremlin desmiente su intención de sorprender como lo hizo en Siria, se menciona de manera extraoficial que Rusia quiere instalar una o dos bases militares en Serbia, cuyo gobierno, para eso, tendría que cumplir el requisito de solicitar el envío de tropas y armamento extranjeros, y si bien no se plantea ingresar a la OTAN, tampoco quiere estropear su proceso de integración con la Unión Europea.

En ese contexto de ruptura en los Balcanes, Rusia y la OTAN realizan maniobras militares cada vez más cerca entre sí: acaban de comenzar en Polonia, con participación de 14 países, los Ejercicios de Operaciones en el Mar Báltico, mientras en Bielorrusia –con militares del país anfitrión, Rusia y Serbia– arrancó la Fraternidad Eslava.

La OTAN, de aquí a septiembre, prevé llevar a cabo varias maniobras militares en el espacio postsoviético, entre ellas Brisa Marina en el mar Negro, con soldados de Estados Unidos y Ucrania, y Socio Noble en Georgia, con tropas de 10 países. Cuando Rusia comience Occidente, en Ucrania empezará Tridente Rápido con unidades especiales de Estados Unidos y otras 11 naciones.

Esta es la realidad que prima entre países que hace tres años, antes de la anexión rusa de Crimea, se decían aliados y efectuaban maniobras militares conjuntas contra enemigos comunes.