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Economía Moral

Agnes Heller y las teorías de las necesidades humanas/ VIII

Alienación de las necesidades y ‘esencia humana’ como categoría valorativa

E

n su breve abordaje sobre la esencia humana, Agnes Heller (AH) llega, igual que Márkus, a la conclusión de que, en las sociedades divididas en clases, mientras que el individuo, debido a la división del trabajo, permanece pobre (en el sentido más amplio de la palabra), se produce un enriquecimiento paralelo de la especie. En cambio, una vez superada la propiedad privada y la subordinación a la división del trabajo, todo individuo podrá participar de la riqueza social. AH destaca también que el capitalismo “consigue hacer del dinero la encarnación cuantitativa de la riqueza social”. Y limita el enriquecimiento de las N, ya sea reproduciendo la pobreza, ya sea porque limita en última instancia el desarrollo de las fuerzas productivas, o bien a consecuencia del proceso de degradación de la principal fuerza productiva: el trabajador” (pp.51-52). Marx, relata AH, dice incluso que el capitalismo “convierte al trabajador en ser exento de N” al mismo tiempo que produce N ‘múltiples y ricas’. Y añade: “Aparece aquí el tema de las N radicales, el cual, como veremos, constituye por así decir el leitmotiv de la obra marxiana (p.53). Dicho esto, la autora reitera que el hombre rico en N es un concepto de tipo filosófico y señala que “‘esencia humana’, aunque basada también empíricamente constituye sólo (y ‘sólo’ no viene entendido aquí en sentido peyorativo) una categoría de valor” (Ibid.). ¿Por qué habría de ser sólo una categoría de valor el concepto de ‘esencia humana’ si está fundado empíricamente? En mi opinión, la visión de la esencia humana en la antropología filosófica marxiana, tal como la desarrolla Márkus (en Marxismo y antropología), se deriva, mediante una deducción lógica, de ciertos datos indudables del origen y de la evolución humana y, aunque de dichos datos se pueden desprender diferentes visiones de la esencia humana y en ello juegan los valores, ello no convierte el concepto de esencia humana sólo en una categoría de valor, sino en una teoría, algo que se postula y que para convertirse en verdad científica tendría que ser verificado de alguna manera, o bien una concepción del mundo, no verificable del todo, pero que es mucho más que un valor.

AH analiza la alienación de las N en el capitalismo, para lo cual subdivide el tema, al que califica de complejo, en cuatro apartados: 1) relación medio y fin; 2) cualidad y cantidad; 3) empobrecimiento (reducción); y 4) interés (p.53). En cuanto a la relación medio y fin, en el individuo alienado todo fin se convierte en medio y todo medio en fin, incluyendo el otro ser humano que, en condiciones no alienadas, sería el fin máximo del hombre (pp.53-54). La inversión que hace del trabajo un medio ocurre como producto de la escasez, pero de esto (central en la relación de la esencia humana y el trabajo) no habla AH. Ella parte de la premisa de que en toda sociedad el trabajo posee el doble carácter de trabajo abstracto y concreto, lo que es válido sólo para el capitalismo (p.54). En cambio, acierta al identificar la inversión específica (central) del capitalismo entre medios y fines: la valorización del valor como fin de la producción en vez de la satisfacción de N, que se convierte en un medio (p.55). Habría que añadir que, si la conversión del trabajo en medio para la satisfacción de las N es la primera inversión entre fines y medios, la valorización del valor como fin de la producción es la inversión de la inversión. También acierta al señalar la inversión entre fines y medios en las relaciones comunitarias: “En ‘condiciones normales’ la comunidad cumple una función de fin… el encontrarse juntos y el goce común son respectivamente algunas de las formas máximas de N y de satisfacción de la N” (Ibid.), pero en la “cúspide de la alienación (en el capitalismo) desaparece la comunidad auténtica dado que la relación mercantil se convierte en la única ‘pseudo-comunidad’: fines y contenidos sociales (incluyendo la vida comunitaria) se convierten en medios para objetivos privados de individuos particulares” (pp.55-56). Por último, AH señala que la propia riqueza de N se transforma de fin en medio, para lo cual cita los Manuscritos de economía y filosofía: “Cada individuo especula sobre el modo de cear en el otro una ‘nueva’ N… Cada cual trata de crear una fuerza esencial extraña sobre el otro, para encontrar así satisfacción a su propia N egoísta” (p.56). Al abordar el tema de la creación de N en el otro, AH sostiene que no hay N imaginarias, que el límite entre N ‘normales’ y N ‘refinadas’ depende de los valores mediante los que definamos la normalidad, pero que el único criterio posible de normalidad es el que reconozca la mayoría.

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Portada de la nueva edición, en inglés, sin fecha, de modem-Verlag, Australia, del libro más importante sobre la concepción de la esencia humana en Marx, que añade la introducción de Honneth y Joas

La autora sostiene que cuando Marx aborda el problema de ‘las N manipuladas’ intenta definir los factores que convierten una N en manipulada. AH analiza cinco factores de esto, de los cuales retomo cuatro: a) Que aunque al individuo la satisfacción de la N se le presenta como fin, sólo constituye en realidad un medio en manos de una fuerza esencial extraña. b) Que el aumento de las N de bienes de consumo individuales ocurre en “detrimento del desarrollo de las N que, aunque no sirven para la valorización del capital o incluso la obstaculizan, son determinantes para la personalidad humana”: como la N de tiempo libre” (p.58). c) La libertad individual es, por tanto, sólo aparente: el particular elige los objetos de sus N y plasma las N individuales de acuerdo no con su personalidad, sino sobre todo con el lugar ocupado en la división del trabajo. En este punto, el anterior y el siguiente, las percepciones de AH son brillantes. d) El individuo deviene, en determinado aspecto, más rico (tendrá más N y objetos de N), pero este “enriquecimiento es unilateral y no limitado por otras N”. Dado que el fin no es el desarrollo múltiple del individuo, el particular se convierte en esclavo de ese conjunto restringido de N. Según AH “las N manipuladas en la actualidad no son sólo ya peculiares de las clases dominantes, sino de la mayoría de la población…” (Ibíd.)

En cuanto a la cualidad y cantidad, AH comienza con importantes afirmaciones:

“Las N dirigidas a la posesión de bienes pueden aumentar infinitamente: ninguna otra N pone límite a su crecimiento. Dado que la posesión es diferente del uso y del goce inmediato (el papel de la fruición viene desarrollado por la posesión misma), el incremento de las N es de carácter cuantitativo” (p.59). “No puedo poseer de tal forma que llegue al punto de no desear poseer aún más; quiero ‘tener’ más incluso cuando las cualidades concretas de los objetos no satisfacen inmediatamente ningún tipo de N –me convierto en indiferente hacia esas cualidades concretas. Lo que poseo no ‘desarrolla’ en mí N nuevas, heterogéneas, sino que las mutila”.

Esto lo contrasta AH con la verdadera riqueza que consiste en el desarrollo de N cualitativamente distintas (Ibíd.), pero se me ha acabado el espacio, por lo que continuaré en la próxima entrega.

1 La discusión entre lo normal y lo refinado recuerda el concepto de gustos caros que John Rawls utiliza para criticar el utilitarismo. No debe olvidarse, sin embargo, que el desarrollo de las N, en su sentido de profundización y, por tanto, de refinación, es lo que hace la diferencia (para poner un ejemplo que utiliza Marx) entre el oído cultivado que necesita la buena música y el que se contenta con música elemental o ni siquiera necesita la música.

A la memoria de Rodolfo Stavenhagen

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