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Ver día anteriorSábado 5 de noviembre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Apuntes postsoviéticos

Gastos

D

e acuerdo con el proyecto de presupuesto para 2017 que la Duma, subordinada al Ejecutivo, aprobará dentro de unos días, Rusia optó por mantener un elevado gasto militar en detrimento de la sanidad pública, que sufrirá un recorte sustancial de casi 30 por ciento respecto de este año.

Para facilitar la lectura, estas son las cifras en dólares estadunidenses, al tipo de cambio vigente: el gasto militar previsto asciende a 42 mil 700 millones, frente a 5 mil 700 millones que recibirá la sanidad pública, casi ocho veces menos.

Al sumarse al presupuesto militar los 30 mil 907 millones destinados a seguridad nacional –que incluye, entre otros conceptos, ministerio del Interior, procuraduría, servicio federal de seguridad, sistema penitenciario y la nueva guardia nacional creada para sofocar las manifestaciones de descontento–, resulta que el Estado se dispone a gastar 14 veces más en programas de rearme nuclear, otro tipo de armamento moderno y salarios de militares y policías que en atender la salud de los jubilados y los otros sectores más desprotegidos de la sociedad. Tan sólo el incremento de 12 mil 500 millones en el capítulo secreto del gasto militar equivale al dinero destinado a sanidad pública y educación gratuita juntos.

Surge la pregunta de si esta desproporción se debe a que la expansión de la OTAN hacia el este vulnera la capacidad de una respuesta demoledora en caso de que alguien se atreviera a atacar a Rusia. Para garantizar su defensa, Moscú tiene mil 796 ojivas nucleares y 508 misiles frente a las mil 367 cabezas nucleares y 681 portadores de Washington, lo cual permite establecer el equilibrio que sustenta la política de disuasión o, si se prefiere, de destrucción inevitable del agresor.

A juzgar por otros dispendios, parece que el gasto militar no es la única causa del abandono de la sanidad pública: los juegos olímpicos de invierno en Sochi, que dejaron a Rusia 25 medallas de oro e instalaciones que nadie utiliza, costaron 10 veces más; el gasoducto Fuerza de Siberia, que con la caída de los precios del combustible resulta no rentable, se llevará 12 veces más; el campeonato mundial de futbol de 2018, a precios de 2013 que se incrementan cada año, empezó con un presupuesto que duplica el gasto en salud propuesto.

Esto sucede, como en cualquier país capitalista, porque el Kremlin prefiere exhibir poderío militar y aumentar las fortunas de un reducido grupo de magnates privilegiados con la construcción de grandiosos proyectos que, a su juicio, dan brillo a la imagen de Rusia en el mundo.

Además, mientras continúa vaciando los fondos de reserva que dejó la bonanza petrolera, el gobierno está pensando en introducir un impuesto de 314 dólares anuales que deberán pagar… los desempleados, si quieren acceder a la sanidad pública a través del seguro médico obligatorio.

El presidente Vladimir Putin confía en que, antes de que se acaben los ahorros, los precios internacionales del petróleo y el gas volverán a dispararse. ¿Y si no se produce ese milagro?