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El artista no busca confundir al espectador, sino desconcertar y propiciar otra mirada

Vik Muniz exhibe en La Haya su colección que muestra el reverso de obras maestras
Foto
Vik Muniz y Emilie Gordenker, con una de las obras del artista brasileño, en la Galería Real de Pinturas Mauritshuis. La exhibición de la colección Verso concluirá el 4 de septiembreFoto Ivo Hoekstra/cortesía de la galería
 
Periódico La Jornada
Miércoles 8 de junio de 2016, p. 4

La Haya.

La Galería Real de Pinturas Mauritshuis de La Haya, conocida por su colección de obras de Vermeer, muestra por primera vez arte contemporáneo.

Desde este jueves podrá admirarse Verso, la colección del brasileño Vik Muniz que muestra el reverso de obras maestras.

Muniz ha fotografiado conocidísimas pinturas por la parte de atrás, haciendo después una copia exacta.

Por delante, el cuadro está listo en cuanto el pintor aplica el barniz, explica el artista. Pero por detrás cuentan otra historia.

Los reversos hablan sobre todo de quienes desde hace cientos de años muestran y cuidan esas obras: propietarios, conservadores, restauradores, museos... El triángulo rojo que puede verse en La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp, de Rembrandt, significa que, en caso de catástrofe, este cuadro tiene prioridad para ser puesto a salvo.

En una de las obras de Muniz se ve una pequeña y vieja placa rodeada de un grueso marco de madera. En medio, alambres, cinta adhesiva y varillas de madera y metal atornillados. A derecha e izquierda hay placas de acero con grandes agujeros. Es la parte de atrás de La Gioconda, la obra más famosa de Leonardo da Vinci, que está fijada a las paredes del Museo del Louvre con placas de acero. Unos sensores miden la humedad del aire.

La noche estrellada, de Vincent van Gogh, está repleta de pegatinas de museos y recuerda a una maleta que ha recorrido medio mundo. En grandes números rojos puede leerse 472.41, como si de un código postal se tratase.

Por el contrario, La joven de la perla, de Vermeer, parece una joya cara y frágil fuertemente atornillada en un grueso marco, que a su vez está incluido en una estructura aun mayor. Vistos por detrás, algunos cuadros parecen máquinas de la Edad Media, explica Muniz.

Al artista basileño le gusta trabajar a partir de obras de arte ya existentes y ha elaborado cuadros con base en fotografías famosas, pero con chocolate o basura. Desde hace 15 años está inmerso en Verso.

El objetivo del proyecto no es confundir al público, pero sí desconcertar y propiciar otra mirada, indica.

Cinco nuevas obras

Con la finalidad de conseguir madera para el reverso de la obra de Rembrandt, Muniz compró un árbol en Estados Unidos. También encarga tintas para las etiquetas y lienzos especiales. Cada agujero de carcoma y cada grieta están copiados a la perfección. Trabajo como un falsificador, sólo que yo no voy a la cárcel, bromea.

Para la exposición en la Mauritshuis, que concluirá el 4 de septiembre, Muniz ha creado cinco nuevas obras basándose en las piezas del museo, entre ellas La joven de la perla (1665) y Vista de Delft (1660-1661), de Vermeer, así como El jilguero (1654), de Carel Fabricius.

En esos casos, quien no pueda aguantar y desee ver a toda costa el frente de los cuadros, sólo debe subir una planta para encontrarse con los originales.