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Ingreso: menos para más

Empleo: signos vitales

Tipo de cambio, foco rojo

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usto una semana atrás el inquilino de Los Pinos presumía que los signos vitales de la economía dan cuenta del avance nacional (entre ellos el empleo, dijo), y muestra de ello –escribió este tecleador en aquella ocasión– sobresale la siguiente numeralia, con base en las cifras oficiales: 63 millones en pobreza patrimonial; casi 30 millones en la informalidad; más de 2 millones desocupados; 4 millones subocupados y precarización permanente del empleo, entre otros.

Pues bien, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC, La precarización de los ingresos en México) aporta los siguientes signos vitales que –según Peña Nieto– demuestran que la economía mexicana está sana y cada vez es más fuerte. Va, pues.

Las cifras del Inegi son contundentes: a inicios de 2016 la ocupación en México de personas que ganan más de cinco salarios mínimos (SM) se redujo en 2.2 millones con respecto al nivel que existía en 2008, antes de la última gran crisis económica. La creación de ocupación se ha centrado en el segmento de quienes ganan menos: 7.9 millones de mexicanos tienen un ingreso que cuando mucho llega a un salario mínimo, 2.5 millones adicionales al nivel existente en 2008.

El deterioro de la economía provocó no sólo una pérdida de ocupación y empleo: la afectación llegó a los ingresos que reciben las personas, ya sea atribuible a la actividad económica que tienen por cuenta propia o como trabajadores asalariados; un efecto directo es el incremento de la pobreza por ingresos, tener una ocupación o empleo no es suficiente para vivir bien; la evidencia muestra que a ocho años de la última recesión, México sigue enfrentando el deterioro de su mercado laboral y en consecuencia de las condiciones económicas que deben garantizar la estabilidad social del país.

La disminución de la tasa de desocupación, una noticia positiva, ha sido acompañada por el aumento de ocupación y empleo en los rangos de bajos ingresos económicos. El resultado final es la precarización del mercado laboral.

Si bien se argumenta que entre el primer trimestre de 2013 y el correspondiente de 2016, el total de personas ocupadas en México aumentó en 2.4 millones, también se debe reconocer que ello fue gracias a la generación de ocupación que paga bajos salarios o de la creación de micro negocios poco exitosos. Desde 2013 en promedio cada año 800 mil personas encontraron una ocupación que les generó un ingreso económico propio, casi el millón que se necesita anualmente. Dicha cifra representa algo favorable para un país con más de 55 millones de personas en situación de pobreza.

Además, 2.2 millones lo hicieron como trabajadores asalariados y remunerados. En principio ello describe una alta generación de empleo. No obstante, hay algunos aspectos que deben considerarse. Para el primer trimestre de 2016: 7.9 millones de personas tuvieron un ingreso, en el mejor de los casos, de cuando mucho un salario mínimo, lo que representa 1.6 millones más que en el mismo periodo de 2013, y 1.2 millones adicionales a lo reportado durante los primeros tres meses del 2015.

La implicación directa es clara: la creación de ocupación de cuando mucho un salario mínimo fue equivalente a 67 por ciento del total. Lo más probable es que la mayor parte de estas personas se encuentre fuera de la cobertura de seguridad social. Como punto de referencia, los citados 7.9 millones constituyen casi 90 por ciento de la población de la Ciudad de México.

Desafortunadamente, el avance de la precarización se contabilizó al mismo tiempo que se presentó la reducción en el número de mexicanos que tuvieron un ingreso superior a cinco salarios mínimos: una caída de 651 mil en referencia a 2013, y de 425 mil, si se considera el año pasado.

Un problema que no puede obviarse es que esto no representa un desequilibrio coyuntural. En realidad sintetiza un desafío estructural, que se exacerbó desde la crisis de 2009 y de la cual México no ha podido recuperarse. Durante 2008 5.2 millones de personas ganaban más de cinco salarios mínimos; para el primer trimestre de 2016 solamente 3 millones, equivalentes a 58 por ciento de la cifra de 2008.

Lo anterior describe el avance de la precarización del mercado laboral mexicano: la creación de ocupación de baja remuneración y la desaparición de la que reporta mayores ingresos. La proporción de personas ocupadas que en aquel año ganaban más de cinco salarios mínimos respecto a las que recibieron cuando mucho un salario mínimo fue de 96 por ciento; para inicios de 2016 se redujo a 38 por ciento. El fuerte retroceso sintetiza un hecho: más ocupación precaria, menos ocupación bien remunerada.

Lo anterior es aún más evidente cuando se revisa la situación de la ocupación para las personas que tienen ingresos de entre tres y cinco salarios mínimos para los mismos periodos: disminución de 1.5 millones entre 2013 y 2016, y de 1.3 millones entre 2015 y 2016. La compensación parcial se dio con la creación de ocupación en el rango de ingresos de entre uno y dos salarios mínimos. Si se recuerda que el poder adquisitivo de un salario mínimo de hoy representa alrededor de una cuarta parte del contabilizado a mitad de la década de los setenta del siglo pasado, es evidente que las personas con ingreso inferior a tres salarios mínimos no tienen la capacidad de compra que les asegure un nivel de bienestar similar al de hace 40 años.

La crisis de 2008 pauperizó a prácticamente todo el mercado laboral mexicano, pero principalmente a la parte que tenía mejores ingresos. El número de personas ocupadas solamente se ha incrementado en el rango de ingresos de aquellos que ganan hasta dos salarios mínimos. La caída en el ingreso también tiene una relación con la disminución en el acceso a las prestaciones sociales.

Se registra un incremento en el número de personas que no tienen acceso a las instituciones de salud: casi 32 millones de mexicanos tienen una ocupación, pero no dicha prestación (cifra superior en 3.5 millones a lo prevaleciente en 2008).

En fin. Queda claro que los signos vitales de la economía dan cuenta del avance nacional.

Las rebanadas del pastel

Agarraos de donde podáis, porque si no les ha bastado la zarandeada cambiaria a lo largo del sexenio peñanietista, ahora el Banco de México advierte sobre la posibilidad de un deterioro que provoque una depreciación desordenada del tipo de cambio; ante la difícil situación económica y financiera global, se mantiene latente la posibilidad de que surja un episodio de turbulencia financiera que se refleje en una nueva depreciación del peso. ¡Help!

Twitter: @cafevega