Cultura
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Artistas, intelectuales y ciudadanos gritarán hoy ¡no! al gobierno de Matteo Renzi

Llaman a cancelar reformas que mercantilizan la cultura en Italia

El patrimonio artístico semeja una gran feria, un espacio de diversión regido por la mercadotecnia, afirma en entrevista con La Jornada Tomaso Montanari, historiador del arte y líder de la iniciativa Emergencia cultura

Que los museos sean dirigidos por expertos, no por ejecutivos, exige

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Fachada de la catedral de Florencia, ciudad natal de Matteo Renzi, primer ministro italiano. La urbe recibirá 10 por ciento de mil millones de euros que el gobierno canalizará al patrimonio cultural. Sin embargo, nada se asignará para la conservación, deplora el historiador del arte Tomaso Montanari
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 7 de mayo de 2016, p. 2

Florencia.

Emergencia cultura es el llamado a tomar las calles de la capital italiana hoy a las 11 horas, con la finalidad gritar ¡no! a las reformas impulsadas por el gobierno del primer ministro Matteo Renzi en materia de patrimonio cultural y artístico.

Convoca no sólo a los especialistas en ese ámbito, sino a la ciudadanía, pues es un tema delicado para un país que, según datos de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), posee entre 60 y 70 por ciento del patrimonio cultural mundial (reporte Eurispes 2006).

En Emergencia cultura participarán personajes como Salvatore Settis, el ex ministro de Cultura Massimo Bray.

Tomaso Montanari (Florencia, 1971) –historiador del arte, profesor de la Universidad Federico II de Nápoles, figura referencial en el tema de tutela de patrimonio, autor de libros como Le pietre e il popolo (2013) y una de las voces más críticas del periodismo cultural en Italia– lidera la manifestación.

Al respecto, en entrevista para La Jornada explica las razones que detonan esa protesta.

–¿Qué entiende usted por patrimonio cultural?

–El patrimonio es el lugar donde se construye la democracia. No se refiere a un conjunto de cuadros dentro los museos, sino al espacio monumental de las ciudades en su amplitud, donde se gesta la vida pública y el conocimiento.

“Es un elemento tan importante en Italia, que la Constitución le confiere uno de sus primeros artículos, el noveno, que dispone: ‘La república promueve el desarrollo de la cultura y la investigación científica y técnica. Tutela el paisaje y el patrimonio histórico y artístico de la nación’.”

–Esa noción esencial, ¿cómo se ha transformado en los gobiernos de Berlusconi a Renzi?

–El Ministerio de Cultura nació bastante tarde en Italia –a mediados de los años 70 del siglo pasado–, estaba dirigido por expertos y tutelado por la ley, separado de la política.

“Berlusconi quiso alienar y vender el patrimonio artístico por conducto de Giulio Tremonti, ministro de Economía.

“Renzi se mueve en esa misma línea, aunque desde una postura más moderna, de story-telling, narrativa, donde el patrimonio cultural se asemeja a una gran feria, a un espacio de diversión gobernado por la mercadotecnia, a una plataforma del poder para construir el consenso.

“Cuando fue alcalde de Florencia, Renzi inventó la ‘cacería’ por la Batalla de Anghiari, de Da Vinci; una verdadera locura, desde el punto de vista científico, buscar un Leonardo inexistente perforando una pared que sí existía, pintada por Vasari. Para él lo importante no es la historia, sino las emociones del arte, una idea estilo Código da Vinci (referido al bestseller de Dan Brown), lo cual es peligroso no para el patrimonio, sino para su utilización, porque pierde su función de laboratorio de democracia y no produce ciudadanos conscientes sino consumidores y clientes.

Decisiones equivocadas

–¿Qué exigen?

–Que se cancelen las reformas introducidas por el gobierno de Renzi: como Sblocca Italia, la Ley Madia y las reformas Franceschini que debilitan el contrapeso democrático, empezando porque han restado poder a las superintendencias en la salvaguarda del patrimonio y se deja a la merced de la política.

“Nos oponemos al uso del patrimonio cultural con fines mercantiles; exigimos que los museos sean dirigidos por historiadores del arte, por arqueólogos e investigadores y no por ejecutivos; que se reintroduzca la materia de historia del arte en las preparatorias, pues fue abolida por Berlusconi.

“El término política deriva del griego polis, ciudad, que en Italia ha estado siempre ligada al arte, a la belleza de la urbe. Si el arte se vuelve un instrumento del dominio del dinero y del mercado, morimos. El patrimonio no es el petróleo de Italia, como retóricamente se cita. ¡Lo que necesitamos es de oxígeno!”

–¿Qué esperan lograr?

–Que se abra un debate en el Parlamento. Este gobierno no habla con los ciudadanos, toma decisiones equivocadas sin escuchar a nadie; queremos que el del patrimonio cultural sea un tema que esté a la orden del día.

–¿Quiénes participarán a la manifestación?

–Estudiantes, intelectuales, asociaciones defensoras del medio ambiente (Italia Nostra, Salviamo il paesaggio) y las asociaciones en defensa del territorio.

Además, algunos partidos políticos que corresponden a un tercio del Parlamento, como el Movimento cinque stelle, Sinistra italiana, Possibile.

–¿Qué piensa de los mil millones de euros que serán destinados para la revalorización del patrimonio, suma que según el ministro de Cultura, Dario Franceschini, es la mayor operación en favor del patrimonio cultural italiano en la historia de la república?

–Esa cantidad de dinero se canalizará a 33 intervenciones extraordinarias, elegidas en parte por razones de clientela y de lazos personales: 10 por ciento va a Florencia, ciudad natal de Matteo Renzi, y 7 por ciento a Ferrara, lugar de origen de Franceschini. No se destinará siquiera un euro donde está la verdadera urgencia: se necesitan automóviles, gasolina, computadoras, teléfonos, como los requiere la magistratura y la educación. Es un viejo modo demócrata-cristiano de usar el dinero extraordinario. Nada va a la tutela ni a la conservación.

“Es como encontrarse –concluye Tomaso Montanari– a un hombre moribundo en medio del desierto y con la finalidad de ayudarlo se le ofrece todo tipo de atenciones, menos agua.”