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Rinden homenaje al escritor y nombran Brunesco al emblema de esa instancia académica

Un brioso pegaso preside la cátedra Hugo Gutiérrez Vega en la UdeG

Lucinda Ruiz, su viuda, convirtió el acto en un recuento de viajes y un bazar de asombros

Foto
Lucinda Ruiz (tercera de la izquierda), el lunes, en el Paraninfo de la UdeGFoto Arturo Campos Cedillo
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 25 de noviembre de 2015, p. 6

Guadalajara, Jal.

Un pegaso plateado, que mediante votación de los asistentes fue nombrado Brunesco, se convirtió en el emblema que Hugo Gutiérrez Vega (1934-2015) legó a la cátedra que lleva su nombre en la Universidad de Guadalajara (UdeG), donde el lunes se le rindió homenaje.

Se trata de una coincidencia con la colección de literatura seleccionada por el poeta, Alas para volar, que busca fomentar entre los universitarios el amor por la lectura.

El corcel alado que emprende el vuelo, adquirido por Gutiérrez Vega en Italia, cuando formó parte del Servicio Exterior Mexicano, fue traído a Guadalajara por Lucinda Ruiz, su viuda, por carretera desde Querétaro, y llegó intacto en su brioso gesto al Paraninfo universitario que tantas veces acogió la voz cálida del escritor y diplomático.

Los últimos días

Emocionada por acudir a un homenaje más a Gutiérrez Vega, Lucinda Ruiz recordó de quien fue su compañero de vida por más de 50 años, sus últimos días, su vocación por el trabajo y el placer por los viajes; su despedida serena, rodeado de las personas que lo amaban hasta que se extinguió como un gran cirio.

Se fue como un hombre justo, honesto, amigo de sus amigos, en una semana; tranquilo, en paz, con sus hijas, con sus nietos, conmigo a su lado, con sus nietos ausentes que le mandaban mensajes, recordó su viuda, vestida de negro con ropa indígena, con lágrimas que arreciaron la añoranza.

Últimos días en los que, desde el hospital, Gutiérrez Vega estuvo pendiente de la edición final a su cargo como director de La Jornada Semanal; también envió su voto para el Premio Nacional de Poesía.

Recordó el gran afecto y serio compromiso de su esposo con el suplemento cultural de La Jornada, al que llegó para dirigirlo luego de que José Emilio Pacheco dijo a Carmen Lira, directora general de La Jornada, que no tenía tiempo para tal encargo y, a sugerencia de Carlos Monsiváis, la invitación fue girada a Gutiérrez Vega.

El pretexto del homenaje fue el 50 aniversario de la publicación de su libro Buscado amor; sin embargo, Lucinda Ruiz lo convirtió en un recuento de viajes, un bazar de asombros que perfilaron desde la íntima cercanía un boceto del poeta jalisciense fallecido el 25 de septiembre.

Hugo Gutiérrez Vega fue un viajero asiduo y entusiasta, lo disfrutaba todo; en los últimos años, los vuelos no. Una alfombra mágica hubiera sido la mejor manera de viajar para él, dijo su viuda.

Las primeras lágrimas de Lucinda Ruiz afloraron cuando recordó que su marido debió exiliarse en Belice luego de expresar su apoyo a la huelga ferrocarrilera, librándose del encarcelamiento, aunque estuvo preso unos meses en Tijuana, cuando ya se conocían, pero todavía no eran novios.

Dos años después me casé orgullosamente con un ex presidiario, agregó. Y la luna de miel fue, obvio, en Puerto Vallarta.

El viaje más largo que emprendieron se inició en Madrid, también dentro del trabajo diplomático de Gutiérrez Vega, el cual los alejó 21 años de México y los hizo ir de Washington a Río de Janeiro, Atenas y San Juan de Puerto Rico, donde a los dos años hubo órdenes de la Secretaría de Relaciones Exteriores de ponerse la camiseta y, ante la situación que imperaba en nuestro país, hablar maravillas de México; Hugo fue incapaz de hacer tal cosa y renunció.

En el homenaje participaron Carmen Villoro, escritora; Alfredo Ortega Ojeda, rector del campus de la Costa Sur de la UdeG, y Alejandro Sánchez Cortés, director de la cátedra Hugo Gutiérrez Vega.

Al homenaje acudió Fernando del Paso, premio Cervantes 2015.