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Une culturalmente a México y Rusia

En Moscú, 32 obras gráficas de Vlady

Festejo por el 125 aniversario del inicio de relaciones diplomáticas entre ambos países

Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 21 de octubre de 2015, p. 6

Moscú.

Entre la vasta oferta cultural de la capital rusa, en estos días de intensa actividad en los museos –propia de cada inicio de otoño– hay una exposición que atrae al público moscovita porque pocas veces tiene la oportunidad de descubrir la obra de un gran artista.

Vlady, tan ruso de nacimiento como mexicano por voluntad, es prácticamente desconocido aquí. Su obra se exhibió en dos ocasiones de manera muy reducida en la capital y para ver lo más importante que alberga Rusia hay que tomar el avión y, tras volar casi mil 500 kilómetros, llegar hasta Oremburgo, ciudad que marca el límite convencional entre Europa y Asia.

En otras palabras, no es fortuito que la muestra –que se inauguró en el prestigiado Museo de Artes Aplicadas y Decorativas de Moscú y estará abierta hasta el 28 de noviembre– se titule Vlady regresa a casa.

Esta exposición aspira a que los moscovitas identifiquen a Vlady como un artista que, con su vida y obra, representa aspectos fundamentales que unen culturalmente a nuestras dos naciones, expresó en el acto inaugural el embajador de México, Rubén Beltrán.

Por este motivo, planteamos como prioridad que los rusos pudieran apreciar su obra este año, que celebramos el 125 aniversario del inicio de relaciones diplomáticas entre nuestros países, añadió el diplomático.

Con una selección de acuarelas y dibujos a carbón y tinta, inspirados en el erotismo, Vlady se presenta de nuevo en su tierra natal, esta vez con 32 obras gráficas, declaradas patrimonio cultural de México y bajo custodia del Instituto Nacional de Bellas Artes.

Foto
Autorretrato (1955), usado en el cartel de la exposición titulada Vlady regresa a casa, que concluye el 28 de noviembreFoto cortesía del Museo de Artes
Aplicadas y Decorativas de Moscú

No es la primera ocasión que se trae a Rusia la obra de Vladimir Kibalchich Russakov, el joven que, junto a su padre, el revolucionario y escritor ruso Victor Serge, se exilió en México en septiembre de 1941, pero las anteriores tuvieron escaso eco en esta capital.

Prohibido durante la época socialista, apenas en 1999, sólo ocho años antes del colapso de la Unión Soviética, Vlady tuvo la satisfacción de mostrar su obra en San Petersburgo, donde nació en 1920, aunque se trató de unos cuantos trabajos gráficos de colecciones privadas.

En 2004 cumplió su sueño de regresar con su arte a la patria a través de la ciudad del destierro de su padre, Oremburgo, al donar al Museo de Artes Plásticas de esa ciudad 160 aguafuertes que desde entonces se exhiben ahí.

Parte de esa colección sirvió de base para la exposición que, un año más tarde, se llevó a cabo por primera vez en Moscú, en el Museo de Bellas Artes, que estuvo dedicada al 85 aniversario del maestro, quien falleció tres días después de la clausura.

Ahora, tras 10 años de su muerte en Cuernavaca, Vlady de nuevo está en casa, con su público ruso, que es tan suyo como el mexicano.