Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 18 de octubre de 2015 Num: 1076

Portada

Presentación

El cine y sus propiedades
Juan Ramón Ríos Trejo

William Lindsay Gresham
y lo grotesco

Ricardo Guzmán Wolffer

Brevísima antología
de la tuiteratura

Ricardo Bada

El vasto Orinoco
Leandro Arellano

Lucinda Urrusti, pintora:
retrato de una época

Elena Poniatowska

Hugo Gutierrez Vega:
el actor y el poeta

Vilma Fuentes

ARTE y PENSAMIENTO:
Tomar la Palabra
Agustín Ramos
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
Orlando Ortiz
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 
 

Juan Ramón Ríos Trejo

David Cronenberg despertó sobresaltado. Llovía fuerte; las gotas enormes golpeaban los vidrios de su apartamento y una ventisca, ululando, recorría la habitación gracias a una ventana mal cerrada. A mitad de la noche, arrancado de un sueño intranquilo, abrió los ojos, espabiló y no alcanzó a ver nada, la oscuridad era avasallante. Se sentía diferente. Extraño. Había estado soñando con cucarachas.

Afuera, los truenos como roncos cañones sonaban como si fueran a destrozar el cielo nocturno, desgarraban las nubes repletas y hacían que el diluvio arreciara. Los relámpagos dividían el firmamento con sus trazos de luz. David se llevó la mano a la cabeza: no la soportaba. La fiebre era evidente y aún no lograba distinguir nada. El viento seguía provocando que el cuarto aullara; el ruido, como cruentos alaridos, causaba que el dolor en el cerebro de David incrementara. Por encima de la mesa, al lado de su cama, se encontraba una libreta de anotaciones, una vieja cámara –Cronenberg era cineasta– y una lámpara con forma de sombrero chino. Buscó el interruptor a ciegas y al encenderla recuperó la vista. Los ojos le palpitaban, los abría y cerraba para acostumbrarse a la luz pero éstos también le dolían, los sentía como si una navaja hubiera pasado sobre ellos; sin embargo, su mirada estaba excepcionalmente más lúcida, anormal.

Finalmente se incorporó. Dirigió sus pasos hacia el baño, arrastrando lentamente su cuerpo pesado y dolorido. Se detuvo frente al lavamanos arriba del cual colgaba un espejo ovoide. Se perdió en él y observó su reflejo: de repente, se supo anciano. Vio retazos de piel colgando de su cuello; ojeras fieles; vellos largos y blancos sobre la barba y las mejillas como palmeras en islotes, solitarias y distantes; vio también su piel porosa y sus arrugas por toda la cara, cicatrices de una vida facial expresiva. De su inmersión reflexiva lo sacó el vibrar de la tubería del lavabo. Alguien lo llamaba desde dentro. Estuvo a la expectativa hasta que de las entrañas de las cañerías apareció una pequeña cucaracha. David se sorprendió y alegró. Notablemente más tranquilo, hasta aliviado podría decirse, tomó al insecto con sumo cuidado entre sus manos y lo acercó a su boca para susurrarle: “Hola Gregorio. Todo estará bien. Te convertirás en cine.”


Personajes de la película Naked Lunch, dirigida por David Cronenberg, basada en la novela de
William S. Burroughs del mismo nombre. Fotos: David Cronenberg Collection/ TIFF Film Reference Library