Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 18 de octubre de 2015 Num: 1076

Portada

Presentación

El cine y sus propiedades
Juan Ramón Ríos Trejo

William Lindsay Gresham
y lo grotesco

Ricardo Guzmán Wolffer

Brevísima antología
de la tuiteratura

Ricardo Bada

El vasto Orinoco
Leandro Arellano

Lucinda Urrusti, pintora:
retrato de una época

Elena Poniatowska

Hugo Gutierrez Vega:
el actor y el poeta

Vilma Fuentes

ARTE y PENSAMIENTO:
Tomar la Palabra
Agustín Ramos
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
Orlando Ortiz
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Alonso Arreola
Twitter: @LabAlonso

Músicos y medicina

El mayor acierto de Adolfo Martínez Palomo, además del concepto del libro en sí, es el tono de su escritura. No se trata de un mamotreto académico abocado a numeralia o data fría tras insensibles elucubraciones, sino de un ameno trabajo que refleja amor por la música, interés genuino por los misterios que subyacen en el matrimonio entre la inspiración y el padecimiento de enfermedades físicas o mentales. Los ejemplos abundan, claro, pero Martínez Palomo va mucho más lejos y presenta el resultado de una labor titánica que no se entrega al morbo de la ocurrencia llana. Sí, nos deja conocer el perfil médico de Bach, Haydn, Rossini, Schubert, Bellini, Chopin, Schumann, Wagner, Verdi, Chaikovsky, Mozart y Beethoven, pero desde una perspectiva clínica que contribuye a completar la imagen de su ser artístico.

Su experiencia con la pluma, por cierto, no es nada nueva. Nacido en 1941, este médico cirujano es miembro del Colegio Nacional desde 1986. Tiene maestría y doctorado en Ciencias (una por la Queen’s University de Canadá y el otro por la UNAM), así como estudios de postgrado en Francia. Cuenta con más de diez libros dedicados a la biología celular, la bioética y las ciencias para el desarrollo, así como cientos de artículos en destacadas publicaciones de medicina. Dicho esto, ¿cuál es la historia del libro que presenta? Editado a inicios de este año por El Colegio de México, la unam y el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados, Músicos y medicina, historias clínicas de grandes compositores es el fruto de las conferencias que Martínez Palomo presentó el año pasado –acompañadas por intérpretes en vivo–, con el objetivo de divulgar grandes repertorios, pero también de “responder” preguntas que nacen ante seres superiores, cuyo diagnóstico médico desconocemos. ¿El genio se hace o se nace siendo genio? ¿De qué manera contribuyen las enfermedades a la construcción de ese genio?

Con tal impulso, este libro aborda la vida de esos doce personajes notables del repertorio culto, atendiendo no sólo a los sufrimientos que los llevaron a la tumba, sino a los males que intervinieron (en algunos casos desde que nacieron) en su manera de ver el mundo, de crear una obra artística. Ello no deja de lado un sabroso contenido biográfico en el que interactúan muchas personas más (familiares, amigos, amantes), a las que resulta interesante seguir en tanto apoyan o dan la espalda al virtuoso enfermo. De su mano atestiguamos los problemas oculares de Bach, la decadencia mental de Haydn, el silencio de Beethoven, la malformada oreja de Mozart, la gonorrea de Rossini, la sífilis de Schubert, entre muchas aflicciones más que los humanizan y nos regalan empatía.

Ahora una confesión: hubiéramos querido hallar a algún compositor mexicano o latinoamericano, o a una mujer, independientemente de su influencia en el canon occidental. Incluso se podrían haber incluido otros géneros musicales con la justificación médica por delante. Es verdad que eso habría roto la concisa unidad que prevalece en el volumen, pero quede como una provocación a su autor, pues se antoja que alguien con su lucidez se aproxime al alcoholismo de Silvestre Revueltas y José Alfredo Jiménez; a la soberbia dictatorial de Carlos Chávez; a la enfermedad progresiva de Manuel m. Ponce; a las afecciones cardíacas de José Rolón; a los “accidentes” de Agustín Lara; a las dolencias hepáticas de Julián Carrillo.

Por otro lado, debemos hablar de la magnífica presentación impresa de este título. Decenas de pinturas, fotografías, tablas y viñetas ilustran lo que vamos aprendiendo. Además, observamos cambios tipográficos y múltiples aciertos en el diseño editorial y criterios de estilo (cornisas, pies de foto, ventilaciones, guardas), todo lo que da un bello esqueleto al contenido. Finalmente, y atendiendo al perfil de su autor y de las instituciones que lo apoyaron, se puede ver un nutridísimo cuerpo analítico integrado por citas, notas y referencias bibliográficas al final de cada capítulo. Se trata de verdaderos faros para quien desee hallar más información sobre las consecuencias que trae el sufrimiento por enfermedad a quienes poseen el genio de la música.

Tenerlo en las manos hace sentir bien. Búsquelo y escuche ya no el acorde del piano, la melodía de la cuerda, el ritmo del timbal, sino el terrible canto del cuerpo que enmudece adolorido, buscando escapes en el espíritu y la mente. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.