Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 5 de julio de 2015 Num: 1061

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Dos ficciones
Marco Antonio Campos

Tríptico de la infamia,
una coreografía
de sombras

Juan Manuel Roca

Irlanda, tierra de
santos y de sabios

Ánxela Romero-Astvaldsson

Los paisajes emocionales
de Gunther Gerzso

Germaine Gómez Haro

HAMBRE (una lectura
de la poesía de
Eduardo Lizalde)

María Baranda

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De Paso
Ricardo Yáñez
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
Ricardo Guzmán Wolffer
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Ricardo Venegas
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Morelos, la cultura de la incultura

No es gratuito advertir un ambiente en el que se respira el hartazgo. Los morelenses se preguntan por un crédito de más de 2 mil 800 millones de pesos, fondos nunca reflejados en la cultura ni en otros sectores. Desde el comienzo de su gestión, y como secretaria de Cultura de Morelos, Cristina Faesler mostró serias deficiencias, miopía y desprecio por la autenticidad, aunado esto a su desconocimiento de lo que en Morelos se crea y se produce. El gobierno de la Nueva Visión (hoy Visión Morelos debido a la erosión que causa el repudio) contrató a personal radicado en el Distrito Federal, que desafortunadamente, en muchos casos, ni siquiera se presenta a laborar, salvo los días de quincena. Torres de papel que contienen los proyectos de los creadores de Morelos yacen en el cesto de basura de la oficina de la Secretaria de Cultura, quien ni siquiera se ha tomado la molestia de darles respuesta. Manuel Zepeda y Francisco Román, trabajadores de la institución, fueron señalados como responsables de haber causado un infarto cerebral a conocido artista de Morelos, ya que nunca le depositaron sus honorarios, sino hasta el día de su deceso, muy puntualmente, por cierto. Con esta actitud despótica se ha delegado la cultura en el estado; toda miseria del pasado es esplendor. Lidsay Mejía, heredera de la administración panista, contrató durante muchos años a personas que nunca pudieron demostrar con documentos oficiales, ni por otros medios, que tenían la capacidad de trasmitir sus “conocimientos”. La denostación de Faesler hacia la comunidad artística es notable: se han privilegiado espectáculos masivos, populares e intrascendentes para quienes no pueden pagar por ver a Plácido Domingo en un estadio cuya inversión para reactivarlo es inverosímil (600 millones de pesos). Cabe preguntar: ¿será que el futuro de las artes y las expresiones artísticas se encuentra en un estadio de futbol? Para Cristina Faesler las editoriales independientes de Morelos son insignificantes; con una pose aburguesada y maniquea, le preocupa más su vocación de señora de sociedad que ser una promotora de la cultura; le parece caro enviar la producción editorial de Morelos a la Feria de Guadalajara, pero no le parece descabellado, luego de la derrota electoral que demostró con creces el repudio de la sociedad al gobierno actual, anunciar un programa poco representativo, insípido y fraguado en el amiguismo para representar a Morelos en el Festival Cervantino. Parece ignorar que el entendimiento se adquiere con libros, no con telenovelas.

Los asesores del gobernador de Morelos han ocupado su tiempo en amenazar a creadores y periodistas. Esta es la política de las cavernas. Hay que esperar a que salgan por la puerta trasera huyendo de las manifestaciones públicas, mientras los ciudadanos de Cuernavaca –hartos de saqueadores– le dan la bienvenida a un jugador de futbol. Parafraseando a medias al gran Carlos Pellicer, el meridiano de la política pasa por Morelos.